Julián Mitre
Durante las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado México fue uno de
los países con mayor producción de películas de ciencia ficción en el mundo. Para
mediados de los 70 esa tendencia comenzó a cambiar y unos cuantos años después prácticamente dejaron de
filmarse. Fue hasta inicios de los 90 que algunos cineastas volvieron a
interesarse por este género, reviviéndolo y manteniéndolo vigente hasta la
fecha.
Keiko en peligro, estrenada en 1990, coloca a la famosa protagonista de Liberen a Willy como un ser que fue dejado en la Tierra por una raza de extraterrestres
que luego de algunos años deciden regresar por ella.
En 1991 se filma Retén, una cinta ambientada en un mundo
devastado a causa de la guerra atómica y al año siguiente el mito de la
criatura de Frankestein sería retomado en El
arma secreta. También de 1991 es Mutantes
del año 2000 que explora las consecuencias del daño ambiental causado por
las actividades humanas. El cine de luchadores tuvo un breve regreso en los 90
y aportó a la ciencia ficción algunas cintas como: Luchadores de las estrellas y Vampiro,
guerrero de la noche, ambas protagonizadas por Gloria Mayo en el papel de
una princesa extraterrestre que oculta su verdadera identidad bajo la máscara
de Larrosa. También destaca El poder de
Omnicrón en la que el Hijo del Santo se enfrenta a una
empresa multinacional que fabrica armas químicas letales para el medio
ambiente, que nunca llegó a estrenarse.
El Viajero del tiempo, de 1996, trata sobre un ser de apariencia
humanoide que viene del futuro, es capaz de transformarse en un niño humano y
resucitar a los muertos.
En 1995 surge Utopía-7, cinta independiente realizada por un grupo de niños y filmada con muy pocos recursos, pero que debido a su trama y a pesar de sus limitados efectos especiales, es la obra más importante de esta década, considerada por algunos como una cinta de culto. Utopia-7 es una supercomputadora que gobierna al planeta en el año 2032. La máquina ha prohibido la procreación por 30 años y todo niño que nace es exterminado de inmediato. Aquellos que logran sobrevivir son cazados sin piedad. Sin embargo, existe una banda de adolescentes rebeldes que planea la destrucción de Utopía-7.
En el siglo 21 el cine
de ciencia ficción nacional se reinventa
y aunque las cintas siguen siendo pocas, éstas son abordadas de forma más seria,
haciendo a varias de ellas merecedoras de premios en festivales y del reconocimiento
internacional como Sleep Dealer, del
2009, ganadora de los Premios
Alfred P. Sloan y el Premio
Waldo Salt al Mejor Guionista en
Sundance, donde fue estrenada, la trama
aborda problemáticas como la migración y la explotación laboral.
Depositarios, del 2010, ganadora de un Ariel por mejores efectos visuales, centra su
historia en la clonación de seres humanos y sus implicaciones morales.
2033 es una curiosa cinta que retoma el conflicto de la Guerra cristera y lo
traslada a un futuro cercano.
De día y de noche, del 2011, nos muestra un mundo en el que la
sobrepoblación ha llevado al hombre a modificar su ADN, haciendo que algunos
sólo puedan vivir bajo la luz solar y otros en la oscuridad de la noche.
Por su parte, las
tramas de las cintas El incidente,
del 2014, y Los parecidos, del 2015,
del director Isaac Ezban, recurren a la ciencia ficción dura para plantear al
espectador temas como las realidades alternas y cuestionamientos sobre quiénes
somos realmente.
Aunque lentamente el cine
mexicano de ciencia ficción comienza a hacerse de un lugar importante en la
industria, es posible que, de seguir así, en algunos años logre salir de los
festivales y circuitos independientes para estrenarse también en las salas de
cine comerciales.