Julián Mitre
En 1956 un año antes de que se estrenara El
vampiro, una de las mejores cintas de chupasangres filmadas en México, su
director, Fernando Méndez, entregaría El
ladrón de cadáveres, filme de gran importancia dentro del género de
luchadores.
La historia muestra a un científico obsesionado con la
creación de un ser físicamente superior al hombre, cosa que logra –o eso
piensa- luego de trasplantar con éxito el cerebro de un gorila en el cuerpo del
luchador Guillermo Santana (interpretado por Wolf Ruvinskis). Para comprobar la fortaleza de esta creatura
el científico loco la hace enfrentar a otro luchador, quien termina muerto a
manos de la bestia, después de esto el caos se desata y el monstruo dominado por sus instintos básicos secuestra
a la mujer de quien Santana estaba enamorado.
Mezcla de Frankenstein
y King Kong, la película tiene escenas memorables como la del panteón,
realizada al más puro estilo del cine gótico, los combates de lucha libre, la
muchedumbre en la arena huyendo aterrorizada o la muerte del científico a manos
de la bestia.
El ladrón de cadáveres, una de las primeras películas en juntar el cine de
luchadores con el de terror, se volvería un referente para el género, tanto,
que siete años después René Cardona dirigiría Las luchadoras contra el
Médico asesino con una trama muy similar. El científico loco en turno ha
logrado dar vida a Gomar, una mezcla de hombre y gorila que se encuentra a su
servicio, y ahora busca dar vida a una versión femenina, pero las doncellas
secuestradas para sus experimentos son débiles y mueren durante la cirugía por
lo que decide raptar a la famosa luchadora Gloria
Venus (Lorena Velázquez).
En 1969 René Cardona haría un remake de su propia
película: La horripilante bestia humana.
Esta vez el fin del mad doc es salvar
la vida de su hijo al trasplantarle el corazón de un gorila, pero al poco
tiempo el chico se transforma en una bestia con sed de sangre y sexo.
La horripilante bestia humana tiene una versión sin
censura bastante apreciada fuera del país, en la que se incluyen escenas de
desnudos, violaciones y desmembramientos, conocida como Night of the
bloody apes, muy apreciada por los fanáticos del cine z.
Las cintas de Méndez y Cardona difieren en cuanto a calidad e
intención, lo que las hace muy diferentes entre sí a pesar de tener como
premisa el mismo tema: El hombre jugando a ser Dios.