Julián Mitre
En esta tercera entrega de la serie dedicada a cine basado en cómics –aquí puedes leer la primera de ellas y acá la segunda- vamos a hablar de The Punisher, un personaje que no porta un uniforme vistoso, no posee habilidades sobrehumanas, trabaja solo y cuyo su código de honor dista de ser un ejemplo para la sociedad. Frank Castle, The Punisher es un ser violento, atormentado por el asesinato de su familia y que no duda en torturar y matar a quien cree que lo merezca. Estas características hacen imposible una adaptación cinematográfica al estilo festivo con pocas muertes y muchos chistes de Disney, por lo que las tres adaptaciones al cine que se han hecho de él poseen un tono muy diferente.
La primera incursión en el cine del Castigador se dio en 1989 con la cinta The Punisher en la cual Dolph Lundren -He-Man en The masters of the universe e Iván Drago en Rocky IV- dando vida al ex militar sediento de sangre. La historia de esta cinta nos sitúa a cinco años del asesinato de la Familia de Frank Castle, quien oficialmente está muerto, pero desde hace cinco años ha asesinado a más de cien miembros de la mafia neoyorkina. Frank está decidido a llevar el exterminio de estos gánsteres hasta las últimas consecuencias, pero sus planes cambian cuando un grupo de Yakuzas entra en escena y secuestra a todos los hijos de los jefes criminales. Punisher se debate entre dejar que ambos grupos se asesinen entre ellos o salvar la vida de los infantes. Esta filme es en toda forma una de las muchas películas de venganza de los ochentas, al puro estilo de la saga Deaht Wish de Charles Bronson, llena de explosiones, balaceras y enfrentamientos cuerpo a cuerpo y aunque en sí esas características pueden ser una virtud al final juegan en su contra, pues termina siendo un producto genérico de la época.
The Punisher de 2004, dirigida por Jonathan Blair Hensleigh y protagonizada por Thomas Jane y John Travolta intentaba ser la primera de una saga de cintas de bajo presupuesto protagonizadas por héroes de Marvel. La película a pesar de tener guiños a Mad Max y al spaghetti western resultó más colorida y menos violenta de lo que cabría esperar y fue un fracaso en taquilla, pero aun así durante cuatro años se planeó una secuela, que finalmente se convirtió en un reboot dirigido por Lexi Alexander y con Thomas Jane como el Castigador.
Punisher War Zone es mucho más oscura que su antecesora -derrama
bastantes litros de sangre y un par de kilos de tripas a lo largo de la hora con cuarenta minutos que
tiene de duración- y recupera con
mayor fidelidad la esencia del Frank Castle de los comics ochenteros y de la
línea Max –esta con historias más realistas, crudas y bastante influenciadas
por el noir- pero a pesar de ello tampoco logró una gran aceptación por parte
del público, debido en mayor parte a un guion flojo y una dirección que no se
decidía entre el drama y el humor negro.
Aún con sus fallas las tres cintas tienen su grupo de seguidores y es que, a pesar de todo, funcionan para pasar un rato agradable viendo al antihéroe de la calavera en el pecho destrozar malosos a base golpes y balazos, como debe ser.