Julián Mitre:
En la columna anterior iniciamos con El
Condón Asesino una serie de revisiones a cintas inspiradas en cómics. Esta
vez abordaremos un título bastante conocido en la cultura pop: Scott Pilgrim vs. the World.
Scott Pilgrim es un cómic canadiense dibujado y escrito por Bryan Lee O’Malley. El protagonista de esta historia es un inmaduro joven de 23 años cuya única ocupación es tocar el bajo en la banda Sex Bob-omb y ha iniciado una relación con Knives Chau, una estudiante de 17 años. Todo parece ir bien hasta que Scott sueña con una chica patinadora de color morado que luego conocerá en la vida real, de nombre Ramona Flowers, una misteriosa repartidora de origen estadounidense. Sin terminar su relación con Knives, Scott comienza a salir con Ramona, pero pronto descubrirá que para estar con ella debe vencer a los “Siete ex novios malvados”.
El primero de los seis tomos de la serie resultó ser un éxito de
ventas, lo que logró que la casa editorial vendiera los derechos para la
realización de una versión cinematográfica que vio la luz en 2010 con el título
de Scott Pilgrim vs. the World bajo la dirección de Edgar Wrigth (una de
las mentes creadoras de Shaun of the Dead).
Aunque las diferencias con el cómic son varias, pues por razones de tiempo las subtramas no fueron abordadas y los personajes no se desarrollan a profundidad, pero a pesar de esto último los personajes tanto principales como secundarios son bastante carismáticos y logran generar bastante empatía en el espectador (o antipatía, al inicio de la película Scott es todo un patán y Knives demasiado ingenua). La cinta es una comedia romántica con todos sus clichés: un triángulo amoroso, la presencia de exnovias y exnovios, pleitos de pareja y malentendidos; pero que logra captar el espíritu de la historieta gracias a sus referencias a videojuegos, sus escenas oníricas, las épicas peleas de artes marciales (las coreografías y tomas están mejor dirigidas que cualquiera de todas las cintas de los avengers ), el happy punk de la banda sonora, y un aspecto visual bastante logrado, elementos que en su conjunto son una buena receta para hacer de Scott Pilgrim vs. the World un filme de culto.