Julián Mitre
Aprovechando que la segunda parte de la aburrida Zombieland se ha estrenado hace unas semanas voy a hablar de una cinta de zombis que sí es divertida: Shaun of the Dead.
Shaun es un treintañero que trabaja como
dependiente en una tienda y comparte departamento con un par de amigos: Pete y
Ed, el primero un hombre respetable y trabajador, el segundo un holgazán de
primera. La novia de Shaun, Liz, lo abandona luego de que él olvida una cita
planeada con el fin de romper con la rutina de su relación. Mientras Shaun
sufre por la ruptura una extraña epidemia hace que los muertos cobren vida.
Shaun entonces idea un plan que implica
salir de su departamento y en compañía de Ed, buscar a su madre y a Liz para
dirigirse al Winchester, su bar preferido donde cree que estarán más seguros.
Shaun
of dead homenajea desde su título al género y
está llena de momentos hilarantes como la pelea en auto contra su padrastro, la
imitación que él y sus amigos hacen de los muertos vivientes para pasar desapercibidos
o la magistral batalla en el Winchester a ritmo de Don’t Stop Me Now de Queen.
La cinta es la primera de la trilogía
del Cornetto, que se completa con las cintas Hot Fuzz, de acción y The World’s End instalada en la ciencia
ficción. Las películas son coescritas por Edgar Wright y Simon Pegg, con este
último y Nick Frost como protagonistas. En cada uno de estos filmes aparece un cornetto cuyo sabor hace
referencia al género de la misma. En Shaun of dead el cornetto de fresa se
relaciona al horror debido a su color rojo como la sangre.
De las otras dos cintas, que tampoco
tienen desperdicio, ya hablaremos más adelante.