Néstor Pompeyo Granja
Me
atrevo a decir que este disco fue una sorpresa para la mayoría de
las personas que ya conocíamos a Davidson. La artista y productora
canadiense nos había acostumbrado a un estilo de música electrónica
con fuertes tendencias al techno y al minimal wave,
donde predominaban las percusiones sintéticas, recias y
deliberadamente mecanizadas. Un entorno casi robótico que aquí no
se abandona del todo, pero sí que cede a favor de un sonido mucho
más orgánico, que amplía sus horizontes instrumentales y que muta
gracias a la participación, a partes iguales, de Asaël Robitaille y
Pierre Guerineau. Tal vez no lo vimos venir pero, a decir verdad, la
evolución ya se anunciaba desde que el álbum se presentó no como
un trabajo solista, sino como un proyecto firmado, de manera
cooperativa, por Marie Davidson & L’Ceil Nu.
Y vaya que el cambio se resiente. Por fortuna, los elementos fetiche
de la protagonista principal siguen ahí: el cinismo de cronista
nocturna y esa afectación vocal como de hostess noir del
siglo XXI, aunque esta vez más cantados que recitados. La
composición colaborativa, por supuesto, resulta en canciones con
tejidos que no le habíamos escuchado antes a la Davidson, como la
cadenciosa “Center of the world”, el jazz azulado de “Just in
my head” o esa puntada de título “La Ronde”, con guiños a la
chanson francesa, pero también a las melodías de anime
japonés. Y claro, las obligadas visitas a la pista de baile se
mantienen a la altura de los mejores momentos solistas de la
anfitriona, en temas como el track inicial —de título homónimo al
del álbum— o la kraftwerkiana “C’est parce que j’m’en
fous”.
En
resumen, si usted ya era fan de Marie Davidson, este plato es una
excelente oportunidad para conocer otra faceta de la autora: una que
se encuentra muy lejos de los beats ominosos de “Un autre
voyage” (2015) o de la despiadada technocrítica de “Working
class woman” (2018), por decir algo. Y si usted recién llega,
entonces esta es una eficaz puerta de entrada al universo de esta
creadora: una artista que ha demostrado tener la congruencia
suficiente para exponer sus inquietudes desde diversos lenguajes
musicales, emocionales y letrísticos, sin abandonar su sello
distintivo.
Un
gran acierto en la carrera de la canadiense, que desde ya marca un
intrigante punto de ruptura en su discografía, y uno de los
lanzamientos más interesantes del año pasado.
Marie
Davidson & L’Ceil Nu, “Renegade Breakdown” [Ninja Tune,
2020].