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Columna

LAS GLOSAS Y LOS AZARES L. CRIMEN, HERENCIA Y MEDIO SOCIAL

Gonzalo Lizardo

Ahora bien, si se reconoce que es absurdo llamar criminal a una persona por un crimen que no ha cometido (pero que cometería “en potencia”), es porque que dicha persona elige no cometerlo y somete su voluntad individual a la ley social por más inclinación que tenga a infringirla. Lo objetivo es el crimen, la criminalidad es subjetiva: una circunstancia interior no punible. Una persona es inocente, por tanto, mientras no cometa un delito: no existen “violadores en potencia”, sino violaciones y violadores concretos.

La tesis de que hay “criminales potenciales” ha sido usual en la ciencia. El italiano Cesare Lombroso (1835-1909) supuso que existían delincuentes natos y se propuso identificar los rasgos corporales y anímicos que los delataran. Una premisa verosímil: así como algunas personas heredan talento para el futbol o la música, otras lo heredan para el homicidio o el estupro. Mas otro italiano, Enrico Ferri (1856-1929), sostuvo lo contrario: que toda persona nace inocente pero la sociedad se encarga de corromperla. El delincuente, según su opinión, debe ser considerado como un producto social: no es la naturaleza sino las condiciones sociales (la desigualdad, la violencia) las que empujan a las personas al crimen.

De acuerdo con Michel Tournier, las teorías de Lombroso y de Ferri ilustran, respectivamente, principios ideológicos de derecha y de izquierda: “la derecha da primacía a la herencia, la izquierda al medio. También en este caso hay un pesimismo de derechas, pues la herencia es una fatalidad irremediable, y un optimismo de izquierdas, pues el medio se puede mejorar más fácilmente”. Pero luego advierte: “Cuando una nación está regida por un poder totalitario, si es de derechas predica el racismo y crea campos de exterminio para terminar con la mala raza. Si es de izquierdas, multiplica los campos de ‘reeducación’ que ha final resultan igualmente mortales”.[1]

Ante la imposibilidad de saber si el criminal “nace o se hace”, habría que evaluar las consecuencias de adoptar una u otra alternativa. Si, según Lombroso, puede identificarse a los criminales por sus caracteres físicos, sería entonces muy sencillo marginarlos o eliminarlos antes aun de que delinquieran; si, según Ferri, el medio determina las conductas individuales, entonces bastaría controlar las circunstancias sociales para que todas las personas acataran la ley. Entre ambos extremos —la eugenésica derecha y la izquierda homogeneizadora— lo justo sería buscar una solución sincrética: una barroca conjunción de contrarios que conciliara la herencia natural con el medio social, la psicología con la sociología, la fatalidad con el libre albedrío.


[1] Tournier, Michel, El espejo de las ideas, Acantilado, Barcelona 2001, pp. 186-187.

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