Irene Ruvalcaba
Como a una mina de oro, entrar a la
infancia, con la magia y la pureza de los encuentros primeros. Tonada
de rondas infantiles matutinas,
descompás de risas,
gritos, zapatitos contra los charcos. Es la infancia una cueva donde
nacen los poemas; ahí un poemina se abre como una flor: tintineante
nos llama con su aromático amor.
Ethel Krauze tiene por cualidad la
ternura, se le escapa en su manto brilloso, se le escucha en los
caramelos de su voz. Ethel invita a rimar y a cantar los poeminas
para Adelina1:
“De oro, / todo era de oro, Adelina,” repetir es una estrategia
infantil, para olvidar jugando, para
tejerse en la imagen, para
volverse solo vals. Entre imágenes suaves, la poeta alimenta su
manzano generacional y nos da de beber el dorado jugo de sus frutos.
Debe ser un cuento y no un poema el que
se quede a habitar el corazón de nuestras niñas. Un cuento para
dormir a las estrellas, con palabras agridulces, con recuerdos de
limón. La voz de Ethel sigue su adormilado canto: “entre tu sueño
de niña / las flores y los caballos, / los pollitos y los jarros, /
el espejo donde danzas, / los zapatos de ballet.” Sueño, canto,
cuento de nunca acabar.
Como a una mina en la noche, entrar a la
poesía. Serena y selena, la luna duerme mientras Adelina despierta:
“De oro se dibujaron tus ojos en la penumbra, / tus grandes ojos
oscuros / conforme ibas contando.” Adelina se parece a ese tesoro
que buscan los cazadores de arcoíris. Adelina
en su
selecta estirpe muestra
los ojos de Ethel Krauze.
La poesía es el álbum familiar donde
ponemos la foto del primer pastel, los cumpleaños de muñecas, los
bailes con zapatos de charol. La poesía es el silencio repetido que
olvidamos.
Este libro no es una mina ni un canto
para Adelina. Este libro es la trayectoria de la niña que danza, del
canto de sus pulseras, de carcajadas y aire cortado. Es la historia
de una niña sirena contada por sus brincos entre los charcos. En
nombre de la infancia, la poesía está hecha de rimas y ranas, de
manos y hadas.
Por suerte, la infancia también es una
trampa, una fuente para que el pájaro del alma beba el veneno del
olvido.
1
Ethel Krauze,
Poeminas para Adelina, Bitacora de Vuelos Edicciones, Coahuila,
2020.
Ilustración
de Ilse Ovalle.