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}}}pssst, pssst, Madigan… (8)

Alejandro García

…mujeres, mujeres, mujeres, son las protagonistas de la reedición de la obra Historia de las mujeres que tuvo su originario paso por la imprenta entre 1990 y 1992 en la editorial italiana Laterza. Para España y el mundo de lengua española lo hizo Taurus (entonces Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, Santillana). En 1994 había publicado ya cuatro de los diez volúmenes y para 2006 llegaba a su cuarta edición la colección entera. Al parecer allí se quedó tan magna obra. Encabezaron el monumental proyecto Georges Duby y Michelle Perrot. En 2018 Taurus (ahora Penguin Random House) ha sacado una versión que anuncia como reimpresión, pero que de entrada viene en 5 tomos (Antigüedad, Edad Media, Del Renacimiento a la edad Moderna, Siglo XIX y Siglo XX). Eso sí, los entrega en una caja, a manera de pequeño y rústico librero, que tiene la obvia limitación de comprarse completa o quedarse con las ganas de adquirirla. El tamaño ha sido reducido de los originales 21.5 x 17 a 19 x 13 centímetros. Ahora los volúmenes no tienen solapas y la caja es mucho más convencional y ajustada a su espacio. La anterior ocupaba unas tres cuartas partes y el resto servía de ventilación o de lugar de descripción de las fotografías. Anteriormente la iconografía era vasta, algunas ilustraciones venían a color en papel cuché. También se especificaba que la selección de esta parte del libro era exclusiva de la edición española. Ahora las ilustraciones son pequeñas, se han suprimido notas y comentarios y la lectura es más sometida al ejercicio convencional. Algunas notas son breves e interesantes, pero el formato anterior se prestaba más para que el lector picara y huyera cuando le diera la gana, realizando una lectura más abierta. Desde luego que el regreso es valioso, la obra, junto con Historia de la vida privada, debe estar al alcance de la mayor cantidad de lectores, porque habla de las mujeres y de la historia con una visión bastante libre, antisolemne, propiciadora de la inserción de la opinión, de la experiencia y de la vida de quien se acerque a consultarla o a leerla de principio a fin. En mi caso, debo confesar que sólo tengo los dos tomos correspondientes a la Edad Media y que dejé pasar los otros ocho porque era difícil adquirirlos y porque pensé que se sostendría en el mercado. No fue así y ahora debo llevarme el paquete completo, lo que al menos me permite una comparación rápida y superficial de las diferencias. El mayor acierto de esta obra es su vinculación con la vida, con las acciones de las personas, con la atmósfera de los tiempos que les tocaron vivir. Yo siempre me pregunté por qué los baños en Guanajuato estaban a la entrada de las casas. Y que muchas veces las personas abrían una de las hojas de la puerta para taparse, lo que de cualquier manera les permitía conversar mientras realizaban acto tan íntimo, al menos para mí. Y las explicaciones eran varias: no había cañería en Guanajuato. Las aguas negras se habían tapado con losas, los vertederos domésticos apenas si escurrían a ese lecho informe. También el ritmo de la vida era en gran parte colectivo, las mujeres podían platicar cuestiones personales o que no querían que los otros oyeran y lo hacían en ese momento en que la casa dejaba de ser privada, abría su puerta al público, pero que propiciaba que alejara a los curiosos y a los que no eran bien venidos en esos mensajes. El baño era un espacio de libertad, así estuviera muy cerca del movimiento de la gente. Escojo un fragmento de la obra que refiero, casi a la suerte. Corresponde al tomo 4:   

El 6 de marzo de 1792, Pauline Léon lee a la tribuna de la Asamblea una petición firmada por más de trescientas parisinas, en la que se reclama el “derecho natural” a organizarse como guardias nacional. Participar en la organización armada del pueblo soberano es uno de los fundamentos de la ciudadanía. La acogida que se brindó a las peticionarias revela el  alcance del paso que habían dado: el presidente de la Asamblea les recuerda la diferencia de las funciones a las que está llamado cada sexo. “Cuidémonos de invertir el orden de la naturaleza”, asevera repitiendo uno de los argumentos básicos de los adversarios de la igualdad política entre los sexos; el mismo argumento que se anuncia en el informe sobre la prohibición de los clubes de mujeres. Con esta reivindicación, recurrente hasta 1793, las militantes entran de lleno en un espacio político, el de la reivindicación de los derechos del ciudadano. Su voluntad de estar armadas no se limita a un sentimiento patriótico, como es el caso para el centenar de mujeres soldados individualmente alistadas en el ejército, sino que se espera ese sentimiento para inscribirse en una problemática del poder, de la ciudadanía y de la legalidad de los derechos entre los sexos.

Meter a la discusión, existir, levantar la mano y reiterar la presencia, denunciar la anulación. A más de doscientos años la puja es más importante que nunca, así como conocer los repliegues que provocan los retrocesos políticos o los regímenes que se olvidan de las causas que los alimentaron e hicieron atractivos. El ataque a una mujer es una consecuencia en donde desde luego que existen evidencias y pretextos, pero ante todo está la estructura de dominio, la regla ahora no escrita de que si se trata de ellas es que valen menos en la sociedad. Que se les castigue, que se les deshonre, que se les acose, la impunidad está de fiesta. En el fondo de las oscuridades mentales de nuestra especie tendrá que iluminarse tarde o temprano, la certeza de que la igualdad nos favorece a todos. Tú, no Madigan, tú las amas y procuras hacerlas felices, como ellas se deslizan por tu piel como ungüento de ventura, sanación y felicidad…

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