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}}}pssst, pssst, Madigan…(11)

Alejandro García

…Juan Benet (1927-1993) fue un escritor combativo, proveniente de un campo que pareciera distante, el de la ingeniería de caminos (que bien visto le dio un prado ubérrimo para su creación), coincidió a finales de los años 50 con Luis Martín-Santos y juntos tuvieron refriegas con la policía franquista que los encerró en sus cárceles por un tiempo breve, que no por eso deja de ser injuriante. Los dos autores produjeron obras fundacionales: Tiempo de silencio (1962) y Volverás a Región (1967), verdaderos combates por una literatura que no fuera parte del realismo social imperante en la novela española desde Galdós y que lo mismo se dio durante los años de la bota franquista del lado del status que de la oposición o, para cerrar el maniqueísmo, de la izquierda. Los años de aparición de las obras mencionadas coinciden con las de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa y Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Así que mientras el boom se producía (editorialmente) en Barcelona, Buenos Aires y México, los españoles apenas y a penas construían un puente entre el realismo estremecedor y la experimentación ligada a la forja de nuevos universos narrativos a través de un amplio manejo del lenguaje. Aquí habría que agregar a Rafael Sánchez Ferlosio con El jarama (1956) para completar ese puente colgante. Carlos Fuentes ha puesto una enmendadura que a veces dificulta la visión panorámica de la península al presentar a Luis Goytisolo como parte del boom y como puente entre América y España. Yo debo confesar que fui parte de la corte incondicional de Juan Marsé, desde Atrapados con su solo juguete (1962)  hasta Si te dicen que caí (1973). La seducción de Últimas tardes con Teresa (1966) me llegó más tarde. Tan sólo se pueden consultar las experiencias de censura que vivieron autores laureados como Vargas Llosa y Cabrera Infante con la censura para darnos una idea de ese otro peregrinaje donde el lenguaje era un demonio sujeto a censura. Se trata de variantes de enmendaduras. El caso es que fue Javier Marías el que trajo a un plano de alta apreciación a Juan Benet. Lo ha considerado el narrador español más influyente del siglo XX. Enrique Vila-Matas lo aprecia en algunas de sus obras y a Pérez-Reverte le vale un cacahuate si vale o no la pena, como suele suceder con este comanche presumido que ha perdido la dimensión de su lugar en el mundo. Pero Marías ha dicho algo muy importante: Benet es un autor que llama a no seguirlo, a no imitarlo, pero que te deja claro que debes buscar tu lugar en el campo literario y escapar lo más que se pueda a las trampas contextuales, llámese requerimientos históricos, de clase, de grupo, de familia, del escritor mismo. Y es que Benet es difícil de seguir incluso en lo que dice. Vamos, Volverás a Región es una obra donde la historia se escurre y el lector debe buscar la manera de mantenerse lúcido en ese mundo de lenguaje. Pero es difícil seguirlo también en sus gustos o en sus decisiones. Por ejemplo: prefiere a Faulkner, sobre todo Luz de agosto, pero no le gusta tanto Joyce, aunque lo reconoce como fundamental; prefiere a Proust, pero dice poco sobre Woolf. En cambio aprecia a Kafka. Todo este rodeo para decirles que he comprado en estos días Ensayos de incertidumbre de Juan Benet y como no queriendo, he abierto el libro y me he topado con un trabajo sobre Benito Pérez Galdós. Es duro con el autor de Fortunata y Jacinta y de los Episodios nacionales. Aprecia en cambio a Bécquer. Pérez Galdós es para él el seguimiento de la novela romántica y realista francesa, de Balzac a Zola. Es el origen de la novela social española, a la manera de La familia de Pascual Duarte (1942). Es el molde del cual quiere huir Benet, el engañoso acercamiento al mundo español donde las libertades están negadas. Es la renuncia al trabajo sobre las estructuras y el lenguaje. Es también la comodidad que no se rebela a las ideologías, sea la simulada protesta inútil, casi muda, sea la cooptación por la izquierda. Esto no se lo perdona a Pérez Galdós, el que haya sido bandera de movimientos que utilizaron lo que encontraron en diversas causas para navegar en el mundo de la política. Así que Benet lo mismo se opone a la derecha, a la izquierda y al centro. En términos formales “Sobre Galdós” es una carta que responde la solicitud del director de Cuadernos para el Diálogo, que en 1970 le solicita una colaboración para un homenaje, en la revista, al autor de Marianela. “un escritor de segunda fila, elevado (casi por razones de prestigio nacional) al rango de patriarca de las letras. Y no soy capaz de ver sino dos grandes razones que amparen —más que cualesquiera otras— el presente estado de cosas: la primera es la carencia de un escritor mejor; la segunda es la todavía vigente alineación de Galdós a la in illo tempore izquierda española”. Además de reclamar a la novela decimonónica, y agreguemos a la naturalista, “Ni Zola ni Galdós lograron encontrar la libertad que concede un lenguaje artístico”. Y remata: la gloria de un autor depende 1. De que sea leído con fruición por la clase culta; 2. Que influya sobre los escritores jóvenes; 3. Que sea objeto de estudio de profesores e investigadores. Benet niega que Galdós cumpla con los dos primeros y deja la duda de si los que lo mantienen en su interés son trigo limpio. Ahora Benet está en el tendido del letargo, Marías lo cobija, pero los gustos de lectura lo prueban y no siempre lo degustan. Sin embargo, el papel de constructor de un lenguaje artístico narrativo en España, en gran parte le corresponde. Claro, Madigan, don Benito crujirá como chicharrones en la manteca desde el retiro de su tumba, Benet, quién sabe, él supo de caminos…

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