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}}}pssst, pssst, Madigan…(26)

Alejandro García

…José Agustín cumple 75 años, Madigan, y es un joven entre nosotros. Al margen de su silencio obligatorio, su obra nos sigue diciendo cosas agradables, riesgosas, tentadoras. Hace algunos años me tocó conversar con él, en una de sus visitas a Zacatecas. Le comenté que me faltaba uno de los volúmenes de su Tragicomedia mexicana. De inmediato me dijo yo traigo ejemplares, te doy uno. Al regresar me lo tendió y yo le dije lo voy a reseñar. No es necesario, lo importante es que lo tengas. Para mí representó un detalle de calidad humana excepcional, porque hay cada fama en este medio que de inmediato exige pleitesía y le cuesta trabajo siquiera relajar los músculos de la cara para esbozar una sonrisa. Recuerdo a uno a quien le tuve que explicar tres veces que había sido su alumno en Culiacán y al día siguiente volvió a desconocerme. Y juro que no fui un mal discípulo. Leí La tumba muy temprano y me di cuenta de un mundo que estaba a mi alcance para ser narrado. Claro, también caí en la cuenta de que se necesita trabajar el lenguaje y acompañarlo de la visión de mundo, pero los jóvenes de Agustín era cercanos a mí, sentían cosas parecidas a las que yo sentía y el mundo se les resbalaba con una facilidad que yo quisiera tener. Seguí a José Agustín a lo largo de publicaciones y cuando sospechaba que caería en el mundo de los adultos y de las convenciones volvía a dar el golpe de timón dentro de mis opiniones. Adoré De Perfil y Se está haciendo tarde (final en laguna), tuve mis reservas con El rey se acerca a su templo y Cerca del fuego. En cambio Ciudades desiertas me llevo de la perplejidad al culto. Siempre tengo presente la atmósfera de “Inventando que sueño” y me convencí de plano de mi admiración con Armablanca. Lo de Tragicomedia mexicana es cierto, me sirvió mucho en mis trabajos sobre los movimientos literarios en la llamada provincia mexicana y creo que es una radiografía muy personal de la vida cultural y social de este país que debe consultarse siempre. En 2008 publicó Vuelo sobre las profundidades, libro de ensayos y memorias, donde habla de sus años en el Centro Mexicano de Escritores, cuando el maestro Juan José Arreola era un galán detrás de su hermana. Después habla de escritores importantes en su trayectoria literaria como Nabokov, Salinger y los Beats. Como las palabras que evocan en ti una sensación grata o alegre, José Agustín representa siempre una influencia positiva, y que conste que aquí el valor es más de valencia que de valores. Agustín representa una alternativa ante una práctica literaria que se preocupaba por la forma y por el peligro de los contenidismos. Desde al margen, los jóvenes para empezar, su narrativa es la de un juglar, la de un hombre que no se deja atrapar por el sistema ni por sus propias trampas…

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