Alejandro García
…Margaret Atwood construye en los primeros tres de Nueve cuentos malvados un tríptico que funciona a manera de paneles corredizos y que me trajo a la memoria El cuarteto de Alejandría (1957-1962), medio siglo después. Las piezas se pueden leer como independientes, mas lo novedoso está en los hilos que los unen y reconforman historias, bien en algunos de los personajes, bien en el mundo en que vivimos, bien en las realidades que nos atraviesan sin darnos cuenta. Atwood nos enseña esas dimensiones que en este mismo momento nos convierten en actores de universos distintos. “Alphinlandia” cuenta la historia de Constance, una anciana recién enviudada, con un hijo en Nueva Zelanda y otro en Francia y que se encuentra sola en su casa en medio de una fuerte tormenta, sin sal y con muy escasas provisiones. Debe caminar dos cuadras hasta la tienda para conseguir lo más necesario. Desde su muerte, la acompaña la voz del marido, Ewan, la guía, le aligera el humor, le previene, le ordena apagar el ordenador antes de una descarga eléctrica, le da la información para sobrevivir a su nueva realidad. Va y regresa, gracias a su consejero obtiene arena de gato a falta de sal: no se disolverá la nieve, pero al menos no se caerá con peligro de romperse un hueso. También se compra un pollo rostizado. Logra pasar la noche con éxito. Constance también es la creadora de Alphinlandia, el mundo imaginario que construyó desde sus años mozos, cuando era el amor de Gav, el poeta más brillante de su grupo. Con él vivió sus primeros acciones sexuales, verdaderamente memorables, pero aquello se desgastó y lo que fue el tributo a su cuerpo, en los poemas del joven, de golpe se convirtió en versos a otra chica, Marjorie. Constance los descubrió en su propio colchón. Su Alphinlandia se hizo un éxito poco a poco y se debe decir que allí encerró a Gav en un tonel de vino y lo mandó a dormir. También condenó a Marjorie a un panal de piedra. Cada día las abejas la atacaban, como en los viejos mitos. No era personajes principales, pero estaban allí, mientras ella se casaba, era medianamente feliz, con un marido que la cuidaba. El marido no podía entrar a su reino. Respetuosos del pasado, Constance sostenía cierta sospecha sobre alguna época de infidelidad del esposo. La noche de la tormenta, en el sueño, Constance es tomada sexualmente por Gav, quien se escapa de su encierro. El marido le pregunta con su voz, por la mañana, qué ha sucedido. “El aparecido” cuenta los cuidados que la tercera esposa, Reynolds, brinda a Gav, el poeta en la vejez. Con el referente de Ricardo III de Shakespeare, Gav recibe la visita de una estudiosa de su obra: Naveena quiere saber algunas cosas de sus poemas de juventud. Ya en los hechos, lo que le interesa es la serie de sonetos de la Dama oscura, que no eran sonetos y que eran ambiguos en cuanto a las alusiones. Por fin sale a la luz que lo que desea es saber sobre los referentes, no de los poemas, sino de algunos personajes de “Alphinlandia”, en concreto cuál es su “representación”. El ego herido de Gav, la juventud de Naveena, la misma distancia de Gav con respecto a su esposa que linda los 30 años y la presencia desasosegante de una chica Maria (probablemente mexicana) que trabaja entre las plantas de la casa del poeta. Gav se mueve entre los fríos del Canadá y las vacaciones en Florida, el calor de este espacio es en parte su sostén de viejas pasiones. Gav siempre ha tenido desprecio por Constance, el trato que le dio al dejarla por Marjorie es sólo una parte, el éxito de Alphinlandia es otro, porque Constance es ahora más buscada por los críticos que él. Gav se para a orinar, desafanándose del cuidado de su esposa. Se pierde, cae y muere. Gavin se reencuentra con Constance. ¿Es el episodio del encuentro sexual el que se da en el momento de su muerte? ¿Es el sueño de Constance la que hace escapar a Gav del tonel, aunque ya está muerto en la vida palpable, y hacen el amor justo cuando la voz de Ewan, el esposo, no puede alcanzarla? “La Dama Oscura” es la historia de Jorrie, Marjorie. Hermana gemela de Tin, éste con los años se ha asumido como homosexual. Es ella la que fue descubierta en la cama con Gav por Constance. Es ella la que pudo desplazarla en los poemas de la Dama oscura. También tuvo los buenos tratos del poeta, pero a partir de que supo que Constance estaba furiosa y que coincidió con un éxito de Alphilandia que le representaba una seguridad económica, trató de hacer a un lado a la amante. Los gemelos, hijos de un padre que voló en pedazos durante la guerra y de una madre que trató de sofocar su dolor con alcohol y parejas ocasionales y que atropellada en su vagabundeo una noche de copas, viven su vida en la mediocridad. Ahora Tin se ha enterado de la muerte de Gav y deben ir a la ceremonia fúnebre. Viajan al norte, se encuentran con la mujer de Gav, la estudiosa Naveena y la anciana Constance. ¿Quién fue más importante en la vida de Gav? La pregunta se desplaza a otra: ¿Qué hizo con Gav y Marjorie la escritora Constance? El lector ya sabe que están dentro de Alphilandia. Pero Constance revela en corto, para solución de los problemas de Naveena: él en un tonel, ella en un panal de piedra. Lo que no dice es qué hace ahora, viuda, dueña absoluta del éxito con su zona mítica, con el viejo amante. Supongo, oh, Madigan, que hay otras muchas preguntas en las que no me he fijado y muchas otras realidades que tal vez me incluyan en Alphilandia al leer estos cuentos. ¿Habrá más referencias en los seis cuentos que me faltan?
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