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Columna

}}}pssst, pssst, Madigan…(43)

Alejandro García

…Las obsesiones, Madigan, las vueltas del tiempo y de las culpas en el interior del hombre. ¿Acaso la idea de pecado no lo es? ¿Un zapato, una prenda, una caricia, un estirón a la pata de vaca? Está presente por lo menos en la Reforma y en la Contra Reforma, en la cadena del Ser de los isabelinos y en los ejercicios de encierro de Ignacio de Loyola. Habrá que buscar la manera de quitarse las uñas de ese gato de las entrañas. Seguro que está, pero ahora lo suelto al aire, no lo corroboro, en los terrenos de la Iglesia ortodoxa. Trasmuta cuando la política se convierte en terreno de búsqueda de felicidad y cambia la percepción del más allá. Llega el momento en que la Historia se encarga de los actos del hombre, recopila los grandes deseos y los sustentos de ideas. David Ojeda dice “lo que algunos llaman ascenso de la historia —es decir: su marcha hacia la culminación salvífica— ha recorrido innumerables laberintos y vericuetos; lo que ha hecho con frecuencia sólo para encontrar callejones sin salida o despeñarse. Porque en esta tensión entre progreso y decadencia cifran muchas fuerzas sociales, mediatizadas regularmente sus miedos y fobias, sus fantasmas y enemigos, sus luchas para impulsar o impedir cambios, convocar o combatir revoluciones”. El pecado es llevado a la vida civil, la vida civil se barniza de pecado. Habrá comunistas que harán convivir a Satanás con la búsquedas de justicia social y sus riñas. Rodion Romanovich Raskólnikov va y mata a una usurera, Aliona Ivavnova. Y tiene que matar a la hermana, Isabel, quien no debería estar en casa. Escapa por los pelos, mas logra no ser visto. Después sufre una crisis. Cae en un estado de inconsciencia o semiinconsciencia. Delira. Al despertar se preocupa, no sabe lo que ha dicho durante su crisis. Le ha llegado algún dinero de su pobre madre. Ella ya le ha avisado que vendrá a San Petesburgo con su hermana (de él) y tendrá un casamiento con un hombre de futuro, que también podrá ayudar a Raskólnikov. A la culpa que está latente por el crimen cometido se agrega la preocupación por lo dicho durante el soliloquio. ¿Se ha delatado? Consulta con la gente que lo ha vigilado en esas horas de riesgo de su vida. El joven le comenta que hablaba de la punta de su zapato y pedía este objeto con obstinación. Uno de los amigos fue a buscarlo, lo encontró y se lo llevó. Lo abrazaba, no quería soltarlo. El lector sabe que después del asesinato revisó sus prendas. Las hilachas en que terminaba su pantalón tenían manchas de sangre. También la punta de uno de sus maltratados zapatos. Se deshizo de las garras, lo otro quedó allí, sin muestras aparentes de residuos del cuerpo de la anciana. No ha dicho nada comprometedor. Está a salvo. Su amigo toma diez rublos para comprarle ropa, como si debiera estar presentable para lo que vendrá después…

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