Alejandro García
…Agoniza el año, Madigan, se escurren las tristezas y las alegrías, la fiera víbora del destino ha signado ya la carne y el espíritu. 2019 se acerca a su fin y se ve la punta del 2020. Pienso en las angustias de Sir Gawain, sobrino de Arturo, el rey sin par. El primer día del año, después de los oficios religiosos, mientras la corte se preparaba para recibir los alimentos y el monarca esperaba un buen relato brioso que salpimentara el apetito, apareció un inmenso Caballero Verde. Ha venido a desafiar al Jefe. Gawain ha pedido tomar su lugar. No es una lucha, es una prueba. Los dos deberán sufrirla. El Caballero Verde pide que el otro separe su cabeza de su tronco con un hacha. Así lo hace el noble caballero. Y la cabeza cae y alguno de los cortesanos la patea. No es final. Es principio. El cuerpo se endereza, busca su otra parte, la recoge, la sostiene en una de sus manos y le pide que en un año vaya a pasar su prueba en sus terrenos. Vaya inicio de Año para Gawain, vaya fin de año para el valiente. Al acercarse la fecha fatídica, sale en pos de su destino y es recibido en un castillo por un noble caballero y su bellísima esposa. Allí pasará en agradable compañía, a ratos de la mujer, a ratos del hombre. Éste le pide que intercambien productos de sus jornadas matutinas. El esposo sale de cacería, Gawain se queda en el castillo. El primer intercambio es un beso por unos ciervos, el segundo es dos besos por un jabalí; el tercero es tres besos por un zorro. Los besos han sido dados por la mujer, los animales son obtenidos en las jornadas de caza. En el tercer intercambio, Gawain no ha entregado un cinturón de seda que cura de cualquier herida, mas ha resistido los asedios amorosos de la dama. Fin de año sin duda angustioso para el héroe que no sabe cómo podrá impedir la muerte. Se presenta y pone a tiro del victimario, ahora tal vez se aprecie más inmenso, su cuello. Tres intentos, sólo heridas. La no entrega del cinturón ha disminuido sus virtudes. Se trata de, en lo ordinario, menoscabar los valores de la caballería encarnado por Arturo y su Tabla Redonda; en el terreno de lo extraordinario se trata de la riña entre Morgana y Merlín y los reinos que defienden. Más herido en el amor propio que en el cuerpo, Sir Gawain regresa vivo a la corte y procurará enmendar la herida. Fin de año y un relato del siglo XIV, artúrico tardío, quizás para sazonar el apetito del hombre del siglo XXI, ahíto de sangre callejera, lejano a las posibilidades de la grandeza y el despliegue de la virtud humana. Así vamos, Madigan, en la banda de producción del tiempo, esperando que 2020 no termine en uno con el temor de Gawain de perder el cuello y la cabeza…