Alejandro García
…andariego soy, y no me rajo, me topo
con el lomo de Por qué escribir de
Philip Roth, inmenso escritor fallecido el año pasado. Se trata de “ensayos,
entrevistas y discursos” entre 1960 y 2013. Como los pollos viejos, lo pico, no
vaya a ser que sea grano o gusanillo. No es todavía tiempo de lectura, pero sí
de sacar alguna hebrilla de su entraña. Y llego a Kundera, caramba, pues si el
gran francés forzoso, antes checo natural, cumplió 90 años el día primero de
abril. ¿Qué será de Milan? El buscador me trae como fecha más reciente la
declaración del jefe de Estado de la República Checa, 2018, de que podrá
regresarle su nacionalidad (también a su esposa), pero no sabe bien el
procedimiento. Kafka anda todavía por allí en Europa y en el mundo entero. Será
como regresar a la cabeza adecuada el sombrero de la fotografía de poderosos
políticos desde un balcón de El libro de
la risa y el olvido. Kundera dijo poco después de 1985, se sumió en el
silencio ante entrevistadores y periodistas. Con el nuevo siglo también han
sido granos de diversa fortuna sus obras. El tiempo inclemente lo acerca a la
centuria y seguramente le limita algunas facultades. Aunque no se dice algo de
su salud o de sus pesares. La entrevista de Roth data de 1980, casi enseguida
de su libro sobre la risa y sobre el olvido. Kundera habla sobre Europa
Central. Recuerdo que fue el primero que me dejó clara la geografía europea: la
oriental: Rusia; la central: Polonia, Checoeslovaquia, Yugoslavia, los
Balcanes; el resto, la Europa occidental. En la segunda está Grecia, cuna de
nuestra civilización. Así que el escritor derrumba las visiones estáticas, la
geopolítica de los poderes y abre la gama a ese extenso territorio que estaba
por recomponerse. El mismo Kundera quedaba en checo de nacimiento y el eslovaco
se iba a resguardarse en otras fronteras. También eso lo veía venir, aunque aún
pesaba mucho la Guerra Fría y el peligro soviético, suficientemente demostrado
a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. Yugoslavia vería su
descomposición y el retorno a luchas racistas y de limpieza de sangre que se
pensaban superadas. La otra idea tiene que ver con el gusto de Kundera por
obras francesas como Gargantúa y
Pantagruel y Jacques el fatalista
y por la inglesa Vida y opiniones del
caballero Tristram Shandy, para rematar con la española Don Quijote de la Mancha. En todas
ellas, en mayor o menor medida está el humor y el juego, lo que las torna
propositivas siempre. Kundera desconfía del arte único, porque se llega a
convertir en pilar de los totalitarismos, sean de izquierda, sean de derecha,
pero en el momento de los sistemas socialistas, anularon la libertad y
cancelaron toda forma de alegría. Kundera renuncia al mensaje, a la didáctica y
allí está la gran liberación que se realizó en obras como las de Sterne y
Diderot, sacarlas de la moraleja, de la enseñanza al servicio de… Así que, Madigan,
juega con nosotros, que nosotros jugaremos contigo, reiremos, al ritmo de
Kundera y si no de lo que encuentres, de lo que pienses, de lo que enuncies,
así, sin condenarlo, podrás desafiar a lo establecido y a sus esbirros…