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Columna

}}}pssst, pssst, Madigan…(71)

Alejandro García

…Ahora ya no sé muy bien cómo pasó. Hasta el día de ayer por la tarde le compraría a algún contertulio virtual el que yo vi la película “La lengua de las mariposas” (1999) en los primeros años de este siglo y fui a buscar el libro ¿Qué me quieres, amor? de Manuel Rivas, porque allí estaba el cuento que sirvió de base para la película. Pensaba, por lo tanto, que el cine había hecho celebridad al texto y que le había proporcionado lectores. Ya dispuesto a leer sobre la película o sobre el texto ─no el guion cinematográfico─ fui en busca de mi libro. Pertenece a la etapa de Alfaguara en que había, venturosamente, dejado atrás la colección gris y azul (¿o morado?) por atractivas portadas en color. El caso aquí es una fotografía de “La lechera” de Johannes Vermeer. Traía un cintillo con la leyenda “Premio Nacional de Narrativa 1996” y en letra más pequeña: 8ª edición. En la actualidad esa tira sirve de generoso separador. Lo revelador, para mi esclerotizada percepción del fenómeno, es que el libro tuvo siete ediciones de mayo a diciembre de 1996. La octava, a la que corresponde mi ejemplar, es de enero de 1997 (lo adquirí a un precio de 117 pesos el 29 de octubre de ese año). De modo que fue el éxito del volumen el que llevó a la filmación. Lo más penoso para mí es que debo reconocer que no recuerdo la lectura del texto y que el film lo he procurado varias veces, la más reciente antes de la caída de la noche, última de junio, en que proso. Tú siempre diles que nada más de verlo te daba calentura, mijo, me aconsejaba la siempre quejumbrosa tía Cafiaspirina, y juro le hice acaso. Lo dejé para después. Antes de ponerme frente a la pantalla, ayer, más que reparar un error, asistí a la lectura de un cuento memorable y notable en su calidad, siempre desde mi perspectiva. Todavía no asistía a las aventuras de “Gorrión” en la pantalla y apenas me enfrentaba al “Pardal” propio del gallego que se conserva en la traducción de la pieza narrativa. Ducho como soy ahora en el vagundeo (vagamundeo) por plataformas, páginas, perfiles, bibliotecotas chiquitas, al grado de que necesito un profesor a la manera de Wilt, que revolucionó la enseñanza en Inglaterra, pude enterarme de que los componentes eran tres y no uno: “La lengua de las mariposas”, “Un saxo en la niebla” y “Carmiña”, todos en el libro referido. Fui a las dos historias que sirven de adyuvantes a la principal. Entonces sí pude meterme a la película, donde ciertamente se dan los créditos necesarios. Los productores no tienen la culpa de que me haya dado flojera subir por una versión de buena calidad y me haya resignado a la de You Tube, que ignora las limitaciones de mi equipo de cómputo. En la película se van dando los elementos que explotan en la escena final: la aprehensión de los republicanos, su paseíllo con insultos y su envío a un lugar de castigo desconocido. El cuento principal casi llega a las 20 páginas, una medida muy norteamericana en la narrativa corta. Es una historia muy compacta. Hay dos indicios que justifican plenamente el conflicto, sobre todo en su parte final: la que se conserva en la película: los versos de Antonio Machado donde se habla de Caín y Abel y la alusión al Sinaí como una montaña del entorno. En sus estribaciones se esconde Pardal después de mearse del susto ante la primera pregunta del profesor. Es inevitable que aparezcan los mandamientos de dios y su entrega a Moisés para ser observados por el pueblo elegido. Éste no espera el regreso del patriarca para empezar a desobedecer lo signado. También hay un paralelismo entre la soledad del profesor y la del niño. En la película el hermano adquiere relevancia por su afición al saxo y a la chinita del pueblo que se parece a la figura de la enciclopedia. Pardal está poseído por las admoniciones sobre la escuela que cuenta su padre. Allí pegan y castigan. Es la opinión de un republicano. Don Gregorio, en cambio, controla el desorden de los alumnos con su silencio, inserta en sus enseñanzas un atractivo que puede ser faltar a la verdad (las mariposas tienen una trompa parecida a la de los elefantes, que enrolla a la manera de una cuerda de reloj y con ella succiona el polen de las flores), pero que logra enrolar a esos muchachos cuyos padres no creen aún (sean de uno u otro bando) en la educación. El docente piensa que la libertad hará posible el milagro de una generación que sirva de apoyo a las siguientes. Los hechos del 36 afianzan la mano dura, la voz de la madre se convierte en el sendero de la apariencia, con tal de evitar el castigo por parte de los vencedores. Ni siquiera la generosidad de obsequiarle un traje a don Gregorio deberá saberse, eso podría costarles la libertad o la vida. Las palabras de Pardal contra el profesor, el cual tiene desde el principio de la historia apariencia de sapo, es feo, son las mismas que le sirvieron para abrirse brecha en un mundo de conocimiento, libertades y placeres. “Sapo, tilonorrinco, Iris”: su fealdad, el animal, propio de Australia, que pinta su nido con colores vivos y seduce a su pareja con una orquídea y la mariposa sin igual “que brillaba hermosísima posada en el barro o en el estiércol”. Los otros cuentos también merecen una lectura. En realidad los 16 son de muy buena mano. “Un saxo en la niebla” es la transformación que el músico sufre a partir de la influencia de una mujer de rasgos orientales. Él consigue la diferencia que necesita para ser un intérprete notable, ella puede ser vista como un ser extraordinario, contrario al marido que la ve como un objeto y siempre se creerá su salvador por conservarla a su lado después del ataque y secuestro de los lobos. “Carmiña” es una mujer que tiene relaciones con un hombre rudo. Ella tiene al perro “Tarzán” que siempre asiste a los rituales amorosos  de su ama, con la incomodidad del varón. Cuando éste ahuyenta al animal, la mujer deja de sentir placer. En la película  fusionan familiarmente estas historias: Carmiña es hija del sastre, padre de Gorrión y el hermano mayor del niño es el saxofonista que va a otro pueblo a conocer su imposible amor y la llegada del genio. Hasta allá va Pardal como portaestandarte de la Orquesta Azul, ésa que se olvidó del gallego por culpa de su más reciente gira por Hispanoamérica. ¿Literatura o cine? Hoy, literatura con cine. Pienso oh, Madigan, cuándo las diferencias se convierten en rencillas y guerras civiles, cuándo los hermanos saltan a la historia y arañan el mito del fratricidio, cuándo el elogio o solidaridad se convierten en agravio y causa de denuncia. Jugar a la guerra es peligroso, Gorrión tuvo que renegar de su salida a la libertad y sus generaciones y muchas otras tuvieron que esperar algunas décadas para caminar sin el peso de unas tablas de la ley cargadas, como los dados… 

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