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}}}pssst, pssst, Madigan…(86)

Alejandro García

…Se llama Retablo, oh Madigan, no es literatura, es cinito, del bueno, del incómodo pero qué le hace, es una película peruana dirigida por Álvaro Delgado-Aparicio. En una nota de El País se cuenta que el film tardó nueve años en terminarse y dos más para encontrar salida de exhibición. Se proyectó por fin en 2017 y ha sido considerada la mejor película peruana de ese año. Está parlamentada en quechua (con subtítulos en español) y se desarrolla en la zona de Ayacucho (allá donde el mariscal Sucre se cubrió de gloria y salpicó enteramente al general Simón Bolívar) en años muy recientes, posteriores a la época de terrorismo de Sendero Luminoso. Trata  de Noé, un maestro en el retablo ayacuchano. Adiestra a su hijo, Segundo, en los secretos del oficio y vive con Anatolia, su esposa, coja, en una comunidad rural. Son pobres, su arte es bien apreciado, mas apenas si puede venderse en el mercado local y a pedido expreso de ciudadanos en ascenso o de un sacerdote del lugar. Se ayudan con la crianza de algunos animalitos. Es común que a la presentación del retablo siga un festejo al que siempre invitan a Noé y a Segundo. Aquel termina en la bebida con los anfitriones. A veces, prefiere ir solo a sus compromisos y llega a tientas y borracho a casa. El hijo tiene un amigo, Mardonio, que quiere ir a trabajar a los campos de algodón y lo invita. Dudan. El engatusador tiene ansias por conseguir primera mujer y muchas más, pasada la prueba. Sólo que Noé tiene un gusto diferente, ajeno a los dictados del grupo y de la convención. El hijo lo descubre y eso lo transtorna, altera su nexo con los progenitores. La comunidad lo encuentra en plena acción. La respuesta es la violencia, cosa muy común en el grupo. A los abigeos se les atrapa, se les ata a un poste o columna y se les azota sin misericordia. En las fiestas del poblado, cuando se roza el carnaval, una práctica es enfrentarse uno a uno con el apoyo público a golpes y chicotazos. Los jóvenes dirimen sus diferencias en la convivencia de todos los días con puños y pies. Cuando la moral se siente agraviada, la golpiza puede rozar a la muerte. Noé se pone al borde. La madre lo abandona previa orden de que el hijo la acompañe. Teme por él. Se queda, a pesar del agobio de la comunidad en la más mínima interacción, a pesar del abandono de su mejor amigo. En la soledad, el hijo empieza a resolver algunos problemas. El primero, zanjar la agresión de los de su edad, en un pleito con su mejor amigo y acepta la naturaleza del padre, de su padre, y éste tendrá que decidir entre ir a otro pueblo o finiquitar de alguna manera su situación. En la película hay un paralelismo entre retablo y vida. Por ejemplo, una familia posa para que el artesano reproduzca con muñequitos de arcilla o barro al grupo, con los mismos colores de la vestimenta y el orden de la captura que en este caso es de la memoria del forjador. También la escena en que se desarrolla un baile que nutre la gran celebración popular, las mujeres parecen los muñequitos de un retablo y en este caso, el carnaval no sólo está en la representación, sino también en esa otra representación que es el bailable, una reproducción del baile real o de parejas. Pero esa esencia de diversión o de transgresión tiene límites, porque fuera de ella la transgresión se castiga con golpes y pedradas. Y la muerte puede ser un castigo natural. La comunidad festeja el castigo. Y se suelen dar verdaderas orgías de sangre, como se pudo saber en la época de terrorismo en que la sangre se vertió por parte de los senderistas, de las fuerzas armadas y de los pobladores, como si todo se hubiera salido de control. Entonces, regreso a mi asunto, llegaríamos al sofisticado retablo que es la película. En una de las últimas escenas Segundo toma el papel de maestro, como si también aceptara la herencia del oficio, y construye un retablo de un solo piso en el que se representa él con su padre y lo pone en un lugar muy estratégico. Así la película es el retablo del padre y del hijo y de la madre que ha salido de cuadro. Uno de los personajes, al negar la ayuda que solicita el hijo para su padre, dice algo así como que le fue bien, que en tiempos del terrorismo la hubiera pasado peor. En aquellas zonas serranas, con un predominio de la naturaleza y de la libertad de movimientos, por lo menos en este caso, el cincho es apretado por el hombre. El golpe avisa…

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