Sara Margarita Esparza
Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas (Julio Cortázar, Rayuela).
Entre
cabriolas del pensamiento, evocaciones de antaño y efebos que
conservan la técnica de los precursores: el resultado es un bosquejo
de libertad, en sí todas las turas. Los medios son el ojo y el
(h)ojeo del que contempla. Obsérvense las ausencias, los vacíos y
los desequilibrios, rescátese la paciencia del que escribe, del que
pinta, del que canta y del que humaniza: pues el esfuerzo para
ahorrar esfuerzo es esfuerzo, y la premisa será otear el paisaje de
la vida que es siempre total. Por ende, si la cultura no se alimenta
se escurre por cualquier agujero.
Ser
técnica y trasponerse en ella. Lo sublime en la técnica será que
no existe hombre sin ella y varía el grado según sea su momento de
la idea de bienestar que posee. Cabe señalar que esta valoración no
es absoluta. Como todo corre el riesgo de definirse, progresar o
perderse según la contemplación del otro, del que está fuera y
solo la interpreta.
Si
se ve con detenimiento el trazo de un círculo en contraposición del
de una línea recta, lo común está en la amenidad del ensueño,
pues el cuadrado abandonará lo redondo y lo lineal, sus ángulos le
permitirán tener un origen sí, pero también la libertad de
transgredir y reinventarse. Lo mismo sucede con las licencias
poéticas, mientras que la métrica dicta el número de sílabas que
debe componer el verso, el poema inusitado decidirá por sí mismo su
ritmo y su silencio con aquel lenguaje estridente o callado, delicado
o atroz.
La
tinta es el vehículo que concreta los trazos, los puntos, pero
también es la responsable de los inicios y los finales. La espesura
del trazo en el lienzo, así como en la página crea andamiajes de
esperanzas y deseos inoculados para no morir y morir a la vez,
ahogándose en soledades y dilapidaciones.
Se
hace un desfogue de actitudes, emociones y creencias. Dotadas de fe,
estas expresiones le permiten vivir al hombre frente a los adversos
espacios y tiempos, pues qué es de aquel que no mira el cielo de vez
en vez, y observa lo cambiante en sus formas, qué es de este o aquel
que no sabe tentar con sus yemas las suavidades y asperezas de lo
cotidiano, o del que no disfruta los olores invernales, otoñales,
veraniegos o primaverales, qué espera aquel que no detiene su paso
frente al descubrimiento de un edificio, árbol o gárgola citadina
arrojada a las entrañas del estridente espacio, lo que queda es el
ensordecedor y cegado arrojo por el que contempla y la apuesta
absoluta por el que perfecciona la técnica, por el que la desarrolla
y la vocifera.
Existe
una fraternidad entre música, pintura y poesía. Son horizontales,
complementarias, no se contraponen ni debería existir conflicto
entre ellas. Para la naturaleza humana éstas son las más
consustanciales, no se puede establecer una jerarquía, por lo que se
nulifica lo vertical en ellas.
¿El hombre sostiene al mundo o el mundo al hombre? ¿Cuál de los dos otorga el cimiento para la existencia del otro? ¿Cómo coexisten? El hombre posee dos cosas fundamentales: la idea de vivir y el proyecto imaginario. Los concreta a través del oficio, la técnica y la tesonería. Si se hablara de la facilidad y la dificultad, me decanto por el poder de la creación. Crear y creer tomadas de la mano y con el mismo sendero, y si las bifurcaciones existen para unos, para otros quizá no.
1 “La pintura es poesía; siempre se escribe en verso con rimas plásticas” Pablo Picasso.