MÚSICA
RADIO MADIGAN: Cazzu – Latinaje
Julieta Emilia Cazzuchelli, mejor conocida como Cazzu, es música e intérprete argentina nacida en la provincia de Jujui, es una de las pioneras del trap latino, y aunque desde joven incursionó en distintos géneros, en la adolescencia hizo cumbia bajo el nombre de Juli-Ka, y antes de ser “la Jefa del Trap”, tocaba en bandas de rock y estudiaba cine y diseño multimedia. Desde el 2007 ha sacado música y colaborado con algunas figuras relevantes del trap latino, como Duki, Bad Bunny, La Joaqui, Nicki Nicole o Young Miko.
Sin embargo, Latinaje, su última producción muestra muy poco de esa época turra, de ese perreo mezclado con cumbia villera. Lo que aquí ofrece Cazzu es un recorrido por los sonidos de Latinoamérica y una apuesta por experimentar con las tradiciones musicales. La portada, una foto del artista Sebastián Faena, parece encapsular la naturaleza del álbum. Vemos a Julieta en medio del carnaval de Humahuaca, con los diablos jujeños que visten coloridamente, portando máscaras y cuernos, bailando alrededor de ella.
“Aquí les traigo unas coplas desde el norte de Argentina. Aunque usted no me conoce, soy de América Latina” así abre “Copla”, un intro con Auto-Tune y unos arreglos de producción electrónicos que dan paso a una fan mandando un saludo a Cazzu. Pasa pronto a “Mala Suerte”, una bachata con barras de trap sobre las desventuras amorosas de una chica de mundo, con limusinas, cocaína, secretos inconfesables, y unos arreglos de trompetas que llevan al clímax de la canción. “Me tocó perder” es una chacarera, música y danza folclórica de la zona rural del norte de Argentina, con sus requintos de guitarra criolla y violines, sobre la locura amorosa y la pérdida. Al final, los coros de “Los nombradores del alba” le dan a la pieza un sabor totalmente folclórico, junto a las palmas y el retumbar del bombo legüero. En “Dolce” pasa del norte de Argentina al norte de México. Es una balada de despecho y revancha bajo los claros términos del corrido trap, los requintos punteados y las trompetas, el ritmo acelerado de los riffs de guitarra y el sonido crudo del tololoche mexa. Cazzu logra hacer una aproximación interesante al corrido tumbado, ese territorio musical que ahora mismo está en pleno cambio y que se ha vuelto ya el nuevo pop de la música popular mexicana: el pop tumbado, es decir baladas de amor con actitud de gánster.
“La cueva” es una balada íntima que enfrenta al amante, entre ecos, arreglos de guitarras y pianos, que resulta en un momento de introspección y de calma en medio de una lista de reproducción intensa. Por ejemplo “Ódiame”, la siguiente composición, es un tango modernizado con una producción electrónica que corta el aliento, el bandoneón como instrumento central, anudando la pasión amorosa y los arreglos de cuerdas casi cinematográficos. El lado A cierra con una versión de “Pobrecito de mi patrón”, de Facundo Cabral, y su profunda reflexión sobre el valor de las cosas y las relaciones de poder, en una pieza experimental y delicada como una nana postmoderna.
El lado B empieza con “Con otra”, una cumbia donde acordeón y sintetizadores mezclan el sonido de cumbia villera y la cumbia norteña del tipo de Alicia Villarreal. En una confrontación con la amante de la expareja (“No soy tu enemiga/ Tienes tu enemigo durmiendo en tu cama”) entabla un diálogo desafiante con mucha actitud y ritmo. “Engreído” es un bolero cubano con cuerdas, pianos y bongos. En la pieza participa la artista estadounidense de origen venezolano Elena Rose, poseedora de una voz talentosa. “Que disparen” es salsa con ritmo retador y actitud de revancha (“Magia negra y brujería/ y yo nunca me moría/ mejor carga tu pistola”). En “Inti” es una canción pop con progresión de R&B, bits de trap, cajas de ritmos y una letra dedicada a su hija.
“Ahora” es un flamenco moderno, entre el sonido andaluz de Maka, artista español que mezcla el flamenco con hip hop, y que añade su cante y estilo, que obviamente influyó en la aproximación de Cazzu en el género, hibridándolo con trap latino. Le sigue “Una loca enamorada”, entre funk carioca y afro pop, donde colabora con WIU, un compositor brasileño; los arreglos vocales de Cazzu y WIU, junto con el ritmo alegre, hacen de esta pieza uno de los mejores momentos del álbum. Concluye con “Menú de degustación”, un merengue dominicano, festivo, pícaro y divertido (esa lista de amantes: “Un flaite que tenga carita de bandido/ Un parcerito/ bien parecido/ Un malandro que me dedique unos corridos”), que termina el álbum en un punto alto, con el desmadre de la sección de viento y esa fuerza tropical que obliga a bailar hasta al más tieso.
Latinaje de Cazzu es un viaje por la cultura popular de Latinoamérica, y retrata la vida de una mujer como Julieta, con sus subjetividades en medio de la fama, el desamor, la maternidad, el sexo y las revanchas. También está llena de detalles, como sonidos raros, glitches, píos de aves, voces de niños, bits electrónicos y coros, que enriquecen el arte del álbum en general. Este tiene una producción de asombrosa calidad a manos de Nico Cotton, y todas las letras y la composición musical son de Cazzu misma, siendo así un genial muestrario de emociones de la propia artista, en un formato de canción popular.