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MÚSICA

Remain in light: la luminosidad de lo negro

Juan Félix Barbosa

David Byrne siempre ha tenido un alma inquieta, y antes de ser reconocido, aunque amaba el sonido de Chuck Berry o Eddie Cochran, interpretaba la música de estos rocanroleros cambiándola de contexto, ya fuera con un ukelele o un viejo violín heredado para tocarla en cafeterías universitarias, teniendo siempre una respuesta favorable.

Ya con los Talking Heads en un viaje al oriente, Byrne asistió a ver las formas tradicionales del teatro japonés: Kabuki, Noh y Bunraku en los cuales observó dos aspectos que lo impactaron: el toque minimalista y, particularmente, la deconstrucción de elementos en escena cuando intervenían auxiliares para montar o desmontar vestuario o utilería. El líder de los Talking Heads enseguida planeó cómo llevar algo conceptualmente similar a un concierto de la banda. El resultado fue una presentación de menos elementos a más, en la que aparecía únicamente él con su guitarra, después de una canción, otro con su instrumento, y así, hasta que se completaba la imagen orquestal, proceso que puede apreciarse en el documental Stop making sense, logrando producir el mismo pacto con el público que el que consigue el teatro japonés.

Remain in ligth o «Permanecer en la luz» es un álbum de los Talking Heads que desde su trabajo en los demos nació con una muy buena estrella, pues no solo convenció a un reacio Brian Eno para producirlo, luego de haber trabajado en los dos anteriores: More songs about buildings and food y Fear of music, sino también (ya publicado) a una crítica que prácticamente le celebraba todo a la banda surgida en el Nueva York de entonces, entregado sin prebendas al movimiento punk con bandas como Televisión o Los Ramones.

Es sabido que Remain in ligth proyecta el encuentro de David Byrne y el resto de la banda con la música africana gracias a un muy motivado Brian Eno que les compartió este material, particularmente con la del músico Fela Kuti; para entonces, los Talking Heads estaban cerrando el ciclo de su tercer álbum Fear of music, y enfrentaban, por un lado, la posibilidad de terminar con la agrupación debido al carácter obsesivo de su líder, y por el otro, las ganas de continuar con el aura de la exploración sonora y artística que seguía teniendo la misma fuerza en ellos.

Este cuarto álbum de los Talking Heads fue grabado en el estudio Compass Point en Bahamas, en 1980, año crucial en el que el punk inglés y neoyorkino marcaban prácticamente su defunción, pero, al mismo tiempo, heredaban parte de sus lineamientos a otras expresiones emergentes como el postpunk y la new wave, que no dudaron en incorporar la música electrónica y algunos otros recursos novedosos como el empleo de los loops, al igual que en el cada vez más aceptado hip hop.

Remain in light, al igual que sus predecesores, se caracteriza por la experimentación típica de Byrne y además, en este caso, de los otros integrantes, lo que hace el espíritu grupal más notorio que la dictatorial huella del líder en sus discos anteriores. Resulta entonces un trabajo de colaboración y conexión que logró amalgamar lo que se creía improbable: la polirritmia negra con los elementos del postpunk, la new wave, e incluso destellos de un funk minimalista pero elegante y preciso.

Permanecer en la luz es un disco pensado en dos lados (o actos). La parte A, con los temas «Born Under Punches (The Heat Goes On)», «Crosseyed and Painless» y «The Great Curve» con una línea festiva que provoca la sensación de estar celebrando en la cima de la espontaneidad mediante un diálogo puntual entre sus partes: los guitarreos rítmicos machacantes de Byrne y Adrian Belew, este último ex King Crimson, el bajeo muy inteligente, a manera de slap contrapunteado o a destiempo de Tina Weymouth, como si fueran golpes contundentes para reafirmar lo propuesto por las guitarras, enmarcados por secciones percusivas divididas entre la batería de Chris Frantz y los complejos beats africanos, los teclados de Jerry Harrison, los loops y desde luego, las notables líneas melódicas pegadizas de la voz principal, además de los coros que dejan en el oyente una especie de hipnosis y una extraña sensación de bienestar.

En la parte B, con las piezas: «Once in a Lifetime», «Houses in Motion», que fueron lanzadas como primeros sencillos, conservan en menor medida el vuelo de la cara A, con la presencia del bajeo de Tina como una guía indiscutible para que la voz de Byrne y los coros luzcan en

medio de su contexto sonoro, por ejemplo, el sonido de los metales en la segunda; para posteriormente seguir con «Seen and Not Seen», «Listening Wind» y «The Overload», en las que la sensación se vuelve de mayor intimidad. Así, en «Seen and Not Seen» Byrne interviene en algunas partes hablando, prácticamente como si rezara, mientras que en «Listening Wind» pareciera que por momentos emula pasajes de cantos gregorianos, como si la banda buscara trazar un camino hacia la serenidad, efecto que prácticamente se consigue con la pieza que cierra el disco. Si en la parte A el efecto de las percusiones y las líneas instrumentales insistentes provocan júbilo, en «The Overload», pieza casi mántrica y de tonalidad oscura, el efecto hipnótico lleva al grado de la meditación, es decir, de la vigorosidad inicial al sosiego. Nuevamente, visto de una manera global, surge la presencia de los contrarios y en medio un proceso que da cuenta de ello y la reminiscencia del teatro oriental, pero no en cuestión de la suma o resta de elementos, sino de la muy lograda transición de emociones.

Remain in light es considerada la obra mayor de los Talking Heads, uno de los mejores discos en la historia del rock, y desde luego, de los más influyentes. Tiene la rara virtud de ser un pasaje sonoro complejo que combina sonidos blancos con la visceralidad del beat negro como si fuera algo completamente natural, aunado a las letras de David Byrne, que si bien algunos consideran herméticas, para otros son un excelente ejemplo de asociación libre y hacen que el disco conserve el toque necesario de frescura, pese a que entre julio y agosto de este año cumplirá 42 años de haber sido grabado, hecho que le da la garantía de permanecer en la luz gracias a las inquietudes y talentos de unas cabezas parlantes fuera de serie.

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