Narrativa

Kjell Askildsen: un vasto y desierto paisaje

Por JESÚS NAVARRETE LEZAMA

Hace unos meses, en un post de Instagram titulado 5 voces de la literatura noruega contemporánea, llamó mi atención el hecho de que junto al nombre de Kjell Askildsen apareciera solo la fecha de su nacimiento y no la de su deceso. Error u omisión, el hecho es que Kjell Askildsen, genio del relato corto, está muerto. El escritor noruego –reconocido mundialmente, traducido a más de treinta idiomas– murió en septiembre del 2021, pero su fallecimiento pasó casi desapercibido para la prensa en español: en su momento, solo tres medios informativos en nuestro idioma publicaron notas al respecto.

“Kjell Askildsen, genio del relato corto, está muerto”, dice la noticia publicada en el portal Rialta, fechada el 24 de septiembre de 2021; “Murió el escritor noruego Kjell Askildsen”, cabeceó La Nación ese mismo día y, hasta el 26, ABC tituló: “Muere el escritor Kjell Askildsen, gran narrador del alma humana”.

Nacido en Mandal en 1929, el autor de libros como Últimas notas de Thomas F. para la humanidad y Todo como antes, considerado uno de los mayores exponentes de la literatura nórdica, falleció el 23 de septiembre, una semana antes de cumplir los 92 años.

Ni siquiera el diario español El País, donde leí por primera vez acerca de él, le dedicó una necrológica. Tampoco lo hicieron Clarín, ni Página 12, de Argentina, que publicaron sendas entrevistas suyas en 2011.

Todavía en febrero de 2020, el suplemento Babelia (El País) publicó El precio de la amistad llamándolo “el nuevo cuento del maestro del relato breve”. Sin embargo, el relato no era nada nuevo, puesto que el libro que lo contiene, Vennskapets pris[1] se publicó en 2015 y es una colección de cuentos que Askildsen escribió entre 1998 y 2004 y que, a la postre, serían los últimos. Es decir, quizá en español era una novedad, pero lo cierto es que desde 2011 era público que Askildsen ya no leía ni escribía, pues se estaba quedando ciego.

“Cuando no escribo, no soy un escritor (…) Es muy triste… Tenía una mejor vida cuando podía escribir”, dijo a la periodista Silvina Friera, de Página 12, quien lo entrevistó en septiembre de ese año en el marco de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (FILBA), “Pero ya ve: estoy bien. La vida es así…”, matizó entonces.

En aquella entrevista recordó que su padre, jefe de la policía de Mandal, había quemado su primer libro después de leerlo. Desde ahora te acompañaré a casa se publicó en 1953 y pronto fue calificado como inmoral en la biblioteca pública de Mandal, que lo mantuvo en su acervo, pero no lo prestaba. Las librerías locales lo retiraron de los estantes, a petición de lectores cristianos que amenazaron con dejar de comprar en dichos establecimientos.

Kjell, entonces un joven de 24 años, obsequió un ejemplar a su padre quien, dos días después, llegó hasta su casa abordo de la patrulla y solo bajó la ventanilla para decirle: “Tengo que darte las gracias por mandarme el libro, pero quiero que sepas que lo quemé”.

En una entrevista concedida a Rocío de Isasa en 2008, publicada en Letras Libres, la editora confiesa que al leer los relatos de ese libro “cuesta trabajo adivinar qué pudo causar semejante condena”, sin embargo, no resulta extraño si sabemos que aquel poblado al sur de Noruega era conocido como “el cinturón de la Biblia” o “el país oscuro”[2], por las fuertes convicciones religiosas de su población, así que el leve pero sugerente contenido erótico de las historias y alguna blasfemia puesta en boca de los personajes, sin duda, le merecieron aquella censura.

En mayo de ese año Askildsen apareció en la portada de Babelia con una declaración sencilla pero certera: “Los relatos deben ser una minúscula obra de arte. Si el texto va a resultar merecedor de ser leído, es la forma la que lo hace merecedor de ser leído”. Esa fue la primera vez que leí algo sobre él.

Era un escritor viejo. Ya nada de lo que escribía le gustaba. En los últimos años había escrito algunos principios, pero no lograba continuar. Se sentaba todas las noches en su escritorio con una copa de vino o con una cerveza sin que nada de lo que anotaba en sus cuadernos le dejara satisfecho. “No sé por qué, pero tengo que estar allí, tengo que tener que escribir pero no puedo. Quiero pero no puedo”, dijo en esa ocasión. Su nivel de exigencia, que lo convirtió en el maestro indiscutible de la literatura noruega, le cobraba factura.

La literatura era el único punto en su vida en el cual tenía la sensación de estar seguro de sí mismo, según sus propias palabras, y esa era una buena razón para escribir, así que la vida se había vuelto “un poquito más pobre” porque ya no conseguía hacerlo.

La tranquilidad con la que Askildsen hablaba de su bloqueo creativo despertó mi interés. Títulos como Un vasto y desierto paisaje, Últimas notas de Thomas F. para la humanidad o Los perros de Tesalónica, me parecieron epifanías en un momento en el que buscaba casi con desesperación algo bueno y “nuevo” qué leer. Pensé que hallaría algunos de sus cuentos en internet, pero solo encontré reseñas en las que se lo encomiaba como “maestro del relato”, “Cronista de lo insignificante”, “Incómodo y crítico”, sin ofrecer ninguna muestra de su narrativa.

En 2011 o 2012 Nicolás Minelli me trajo de Buenos Aires, Cuentos reunidos, una antología publicada por la editorial Lengua de trapo que reúne una muestra significativa de su obra.

Cuentos como Ajedrez, La excursión de Martín Hansen, El estimulante entierro de Johannes, Todo como antes, Thomas, Un vasto y desierto paisaje, Allí está enterrado el perro o El punto de apoyo, me enseñaron que las historias y personajes ordinarios, aun viniendo de un país tan lejano geográfica y culturalmente, son universales y que la violencia es más interesante cuando aparece bajo una superficie de aparente calma y serenidad.

“Desgraciadamente, las leyes son conservadoras, de modo que los médicos alargan los dolores de un ser humano, incluso cuando saben que no hay esperanza. Eso se llama ética médica. Pero nadie se ríe. Las personas que tienen dolores no suelen reírse. El mundo no es misericordioso. Se dice que, durante las grandes depuraciones en la Unión Soviética, a los condenados a muerte se los mataba de un tiro en la nuca, camino del tiempo de espera en sus celdas. De repente, sin previo aviso. A mí eso me parece un atisbo de humanidad en medio de tanta miseria. Pero el mundo protestó: al menos habrían de tener derecho a morir cara al pelotón de ejecución. El humanismo religioso no es poco cínico, ay, o el humanismo en general”, reflexiona uno de sus personajes.

A veces, parecen conversar o enviarse mensajes de una historia a otra: “Yo había empezado a perder la esperanza, era un sentimiento poco usual el de tener esperanza que perder”, dice uno de ellos. “Si uno dejara de albergar esperanzas, se ahorraría un montón de decepciones”, parece responder otro, desde otra historia, “Nunca se es tan viejo para perder la esperanza”, sentencia un tercero en otro relato.

Sabemos poco de la actual literatura noruega, tal vez los nombres más conocidos en estas latitudes, a pesar de la viralidad de internet, sean los de Jo Nesbø, conocido autor de novela negra; Karl Ove Knausgard, por su obra polémica y el de Jon Fosse, por haber ganado el Premio Nobel en 2023. Pero sin duda, Noruega tiene más que ofrecer.

El estilo de Askildsen ha sido comparado con el de Raymond Carver o con el de Antón Chejov. Sin embargo, con el primero solo comparte la brevedad de sus relatos; incluso, Askildsen empezó a publicar antes que el escritor del realismo sucio[3]. En cuanto a Chejov, le gustaba leerlo, pero siempre rechazó cualquier influencia suya que no fuera “el trabajo con lo no dicho”.

Las suyas son historias en apariencia anodinas y en las que casi todo sugiere que no pasa nada: un anciano se encuentra con el juez que en el pasado lo condenó a varios años de prisión; otro recibe la visita de su casero que no ha reparado la barandilla que “en ocasiones es el único punto de apoyo en su vida” y en cambio le informa que ha subido la renta; un hombre convaleciente atiende la visita de la familia de su esposa que ha muerto en un accidente del que él salió ileso y sin mayor cargo de conciencia. Son historias en las que no importa la trama sino la tensión que puede desatar, a veces, tan solo una palabra.

Actualmente es posible encontrar varios relatos de Kjell Askildsen en la red pero, probablemente, su literatura interesa poco en un momento en el que la mayoría de la población lectora espera acción y emociones vertiginosas, mientras que sus relatos son para personas capaces de fijar la atención en los mínimos detalles. En ellos no encontraremos sino tedio y rutina, desasosiego; personajes incapaces de comunicarse luchando contra el hastío de la vida diaria en la edad adulta y contra el desaliento y la desesperanza de la vejez. Pero como asegura la escritora Lin Ullman: “Askildsen toca cuerdas más profundas que la trama y el tema”.

Su obra se resume en diez libros –ocho de relatos y un par de novelas– en los que narradores y personajes zanjan sus asuntos con pocas palabras, con lo no dicho; iluminando apenas un gesto, una imagen, un objeto o expresando un repentino pensamiento liberador.

Leer a Kjell Askildsen es como cerrar los ojos y contemplar ese “vasto y desierto paisaje (…) que tanto duele mirar”, y que, de alguna manera, todos llevamos dentro.

Bibliografía

Manrique Sabogal, Winston (10 de mayo de 2008) Los relatos deben ser una minúscula obra de arte. Babelia No. 859. El País.

De Isasa, Rocío (30 de septiembre de 2008) El desasosiego de KjellAskildsen. Letras Libres. https://letraslibres.com/revista-espana/el-desasosiego-de-kjell-askildsen/

Freira, Silvina (14 de septiembre de 2011) Cuando no escribo no soy un escritor. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-22888-2011-09-14.html

Norli, Camilla y Gonsholt Ighanian (24 de septiembre de 2021) Kjell Askildsen er død. VG. https://www.vg.no/rampelys/i/JxlkP8/kjell-askildsen-er-doed


[1]El precio de la amistad, en noruego.

[2]https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-22888-2011-09-14.html

[3]Raymond Carver publicó su primer relato en 1961, mientras que Askildsen publicó su primer libro en 1953.

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