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Narrativa

Las 5s

Por Julián Mitre

5´s es una estrategia cuyos principios se expresan

con cinco palabras japonesas que comienzan con S.

Cada palabra tiene un significado importante para

la creación de un lugar digno y seguro donde trabajar

Excelencia se escribe con “s”, José María Rodríguez.

Seiri (Clasificación)

Juan miró la prensa. El operador del primer turno le habló de una falla que se presentó al final de la jornada y que no alcanzó a reportar, pero él solo asintió sin prestarle atención, pues se encontraba preocupado porque ese día por la mañana el banco le había negado un préstamo.

Con desgano, Juan comenzó su tarea: acomodar varias láminas de acero en un molde, colocar una serie de remaches en los orificios correspondientes y luego accionar la prensa oprimiendo dos botones simultáneamente. Apretó los botones situados en cada extremo de la prensa y observó cómo el mecanismo descendía lentamente. Al finalizar, soltó los botones, esperó a que la prensa se elevara y luego retiró la pieza terminada.

Repitió la operación por más de una hora, sin poder dejar de pensar en el dinero que le hacía falta para los quince años de su hija. Juan tuvo que usar los ahorros de la fiesta para pagar los daños que ocasionó hacía dos semanas, cuando chocó mientras manejaba borracho. Faltaba liquidar muchos gastos, y si cancelaba de cualquier forma, perdería dinero, sin contar que nadie en su familia se lo perdonaría.

Prensó una pieza más. La sacó, verificó sus medidas y la acomodó en una tarima, luego preparó la siguiente pieza. Oprimió los botones, pero dejó de presionar el botón derecho para rascarse la frente y entonces descubrió la falla.

La prensa solo se accionaba cuando se mantenían oprimidos ambos botones al mismo tiempo, de esa forma el operador no podía acercar las manos, pero Juan había soltado el derecho y la máquina seguía bajando. Soltó el izquierdo. La máquina se detuvo. Apretó el derecho y comenzó a bajar.

Juan estuvo unos minutos tratando de decidir. Dio un largo suspiro y cerró los ojos cuando al fin estiró uno de sus brazos. El pago del seguro era mayor por la mano derecha, pero esperaba que la izquierda fuera suficiente.

Seiton (Orden)

Jaime se acercó al cubículo de los supervisores. Su jefe estaba en el segundo escritorio.

—¿Qué onda, Jaime? ¿No me digas que ya volvió a fallar la máquina? —preguntó el ingeniero cuando lo vio.

—No. Todo va bien. Nada más venía a preguntarle si sabe cuándo dan los resultados para la vacante de auditor de calidad. Habían dicho que salían ayer, pero…

—Oficialmente lo dicen hasta mañana, pero a los supervisores nos acaban de mandar un mail.

—¿Ahora sí me quedé? —preguntó Jaime.

—Otra vez te rechazaron. Pasaste los exámenes, pero ya sabes que para un cambio de área se necesita que el supervisor del aspirante, el gerente del área nueva; en este caso Calidad, y el de Recursos Humanos la aprueben, y faltó una.

—¿Cuál?

—No puedo decirte, es información reservada. Pa’ evitar conflictos.

Jaime guardó silenció unos segundos. Apretaba los puños y su respiración era agitada.

—Fue el de Recursos, ¿verdad? El supervisor se encogió de hombros antes de contestar.

—No puedo decirte, pero pues santo de su devoción no eres. Jaime negó con la cabeza; tenía el rostro enrojecido y los ojos vidriosos.

—No se vale, ese güey siempre me pone trabas, ahorita mismo voy…

—No. Tranquilo. Si haces un desmadre te vas a meter en problemas y también a mí por andarte dando información de más. Mejor vete a trabajar, ándale —ordenó el ingeniero.

Jaime se retiró maldiciendo entre dientes. Asegurándose de que nadie los podía escuchar, otro supervisor que se encontraba al lado preguntó:

—¿Oye, tú fuiste tú el que lo rechazó?

—Sí—contestó el supervisor de Jaime haciendo un ademán con la mano para restar importancia al asunto.

—¿Por qué no dejas que ascienda? Tiene años buscándole.

—Es mi mejor elemento. Nunca falta, le sabe a todas las operaciones, no saca defectos y hasta me ayuda con la papelería. ¿Cómo crees que lo voy a soltar? Total, si quiere más dinero, el tiempo extra sobra.

Seiso (Limpieza)

—Pásele, don Nabor —ordenó el gerente de Recursos Humanos.

Nabor entró y se quedó de pie frente al escritorio.

—¿Ya se imagina por qué le mandé hablar?

—¿Ya tienen mi reconocimiento por cumplir veinte años en la empresa? —contestó Nabor.

—No precisamente. Mire, la compañía anda mal. Las ventas han bajado mucho. Hemos recortado gastos en todo lo que nos ha sido posible. Incluso aumentamos la cantidad de paros técnicos que se tenían programados, pero de todas formas estamos gastando mucho, y el corporativo ya nos pidió que reduzcamos la plantilla.

Nabor apoyó las manos en el respaldo de la silla que estaba a su lado. Tomó aire y se sentó.

—Aquí están los papeles. Mire, son tres meses de sueldo, veinte días por año trabajado, lo que le toca de aguinaldo y de vacaciones. —El gerente deslizó las hojas hacia Nabor—. Firme debajo de su nombre y a un costado de cada hoja.

Nabor se mantuvo inmóvil un par de minutos.

—Apúrese, me faltan otros cinco.

—Pero… pero yo no falto, no tengo reportes. El mes pasado me llegó un diploma a mi casa por no tener defectos de calidad y…

—Mire, no me voy a poner a explicarle ahorita cómo se elige quién se va y quién no.

—Pero es que si me quedo sin trabajo…

—No sea terco. Firme.

—No. No puedo.

—Firme, le doy su cheque y ya no se preocupa por trabajar. Usted ya está grande. Ya no es para que ande aquí. ¿Cuántas veces lo han tenido que cambiar de operación porque le duelen las manos o la espalda?

Nabor tomó los papeles de su liquidación y comenzó a leerlos. El gerente tamborileaba sobre su escritorio con ambas manos.

—Oiga, es muy poquito —dijo al terminar de leer.

—Es lo que le toca —contestó el gerente con sequedad—. No le podemos dar más.

Nabor volvió a mirar los papeles.

—Es que el sueldo que aparece aquí no corresponde…

—Usted qué va a saber de eso —dijo el gerente levantando la voz—. Firme.

—Pero es que no cuadra.

—¿No va a firmar? ¿Qué va a hacer? Si quiere vaya a conciliación. Ahí trabaja mi cuñada, le paso su nombre para que lo atienda ella. ¿Cómo ve?

Los dos hombres se vieron a los ojos hasta que Nabor bajó la mirada.

Luego de firmar y recibir su cheque, se puso de pie. El personal de vigilancia ya lo estaba esperando afuera de la oficina para acompañarlo hasta la salida.

Sekeitsu (Estandarización)

—Licenciado, ya llegó la persona que tenía entrevista para hoy.

La asistente estaba de pie en la entrada de la oficina, manteniéndose en silencio mientras esperaba una respuesta. Su jefe miraba atentamente la pantalla de la computadora.

—¿Ya llenó la solicitud?

—Sí, licenciado, aquí la traigo.

El hombre extendió la mano. La chica avanzó, se colocó a un lado del escritorio y le entregó el papel.

—Vamos a ver —dijo el licenciado, leyendo el documento—. Kevin Martínez. Ya con el nombre empezamos mal… No, mira dónde vive… seguro es pandillero… mmm… redes sociales… KevGraff en todas.

El hombre tecleó en su computadora y esperó unos segundos.

—No —dijo, girando el monitor para que su asistente pudiera verlo—: de portada la Santa Muerte, el muro lleno de fotos de grafitis y se viste como cholo. Dile que tuve que salir, que ya tenemos su solicitud y que luego le hablamos. Y para evitar perder el tiempo, te encargo que hagas esto en cuanto te entreguen la solicitud y decidas si me los mandas.

—Eh… ¿hacer…?

—Que cheques sus redes y me rebotes a todos los de su tipo —dijo, haciendo un ademán para que su asistente se retirara—. Hay que cuidar nuestra imagen.

Shitsuke (Disciplina)

—Siéntate, Gris —dijo el supervisor, señalando la silla al lado de su escritorio.

—El miércoles se te vence tu contrato, ¿verdad?

—Sí —contestó ella.

—Me están pidiendo tu evaluación para ver si te dan la planta. Ya la realicé y saliste muy baja.

—¿Pero por qué? —preguntó Griselda.

—Pues son varias cosas. Sabes que hay que cumplir con el estándar, y le batallaste mucho. Apenas la semana pasada empezaste a sacar las piezas que se requieren por turno, y no todos los días.

—Oiga, pero la máquina en que me puso es para ser operada por dos personas. Le estoy echando muchas ganas. No salgo ni a comer para…

—Sí, ya sé, pero es la máquina para la que queríamos gente y no hay a quien mandarte. Pero aparte me faltaste el primer mes, eso afecta mucho.

—Oiga, pero ya le había explicado que se me enfermó mi niña. ¿No hasta le traje las recetas?

—Como quiera es falta, y te lo digo de una vez para que vayas viendo qué hacer.

—Por favor, no me haga esto. Necesito mucho el trabajo. Mi papá es diabético, y el seguro…

—Ya, bonita, no te me angusties —la interrumpió—. Si empiezas a llorar no te vas a ver tan guapa —dijo, deslizando su mano por debajo del escritorio y colocándola en la pierna de Griselda—. Esto tiene arreglo. Yo te ayudo, pero si pones de tu parte

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