José Luis Rico
El campesino cuchicheó a la peluca
del travesti del cuarto
oscuro
ese martes una súplica.
Cuarto oscuro
vuelto salón del tedio y
la cerveza. Con el índice
el travesti hizo del poyo
un catre y los pantalones
de poliéster enlodados
cayeron al tobillo
y aquel domador de agave
se aniñó hasta yacer de lado.
La verga salió bajo la
falda y tornó
de alquitrán el cuerpo y
la mirada.
El gerente mandó apagar la
luz magenta.
El tráfico a través de la
ventana
se había esclerotizado,
se había aclarado.