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Poesía

TECTÓNICA DE PLACAS

Juan Antonio Alfaro

Desde aquí oigo tu pecho rompiéndose. ¿Cómo lo dirías? Romper: el crujido de placas tectónicas abriéndose paso en el pecho para crear un nuevo continente. Audio: crujido de una persona con neumonía usando un estetoscopio. O un ciclo de caballos batiendo la estepa sin mucha certeza de sus límites. Eso somos, dices. Eso indica el eco de tu ronquido intranquilo mientras duermes. Como un cañón detonado al centro de tu pecho. Pecho: las placas tectónicas acomodándose. El desmoronamiento de una persona deja el cielo lleno de migajas, de cenizas, lo que alguien llama la brisa. Brisa: aire en los pulmones hinchados. Y no puedes sacar de ti ese dios que llena tus pulmones de agua. Abierto el cuerpo porque se abre y no es cielo. Un terciopelo en la boca. Grano de terciopelo. Ve. Esculca. A veces es necesario acomodar todo y después explotarlo todo. Reacomodo. Como las placas tectónicas suman puntos para el planeta. Hasta aquí decir virus válvulas salida todo fundido cama y coma carretera todo fundido oxígeno huir otro continente corazón respira inhala exhala resistir otro continente oxígeno respira respira coma respira coma respira inhala exhala doctor haga algo es un virus del decir del aquí se ahoga fiebre hinchado globos manos las manos como globos otro continente se ahoga en los pulmones agua agua se ahoga agua se. Sin saber más que esto. Escribir como si fuera el lenguaje asfixiándose, necesitado de oxígeno. De seguro tú escribes por falta de oxígeno. Y hoy estás tendido por falta de escritura. Una coma como una fractura en tu cuerpo, una placa tectónica, una fisura. ¿Ves el cielo por esa rendija? Virus del decir: una lengua en el cráneo. Una lengua que acaricia todo el cuerpo

inflama los pulmones. Y todo se interrumpe de manera abrupta por una coma. Un punto. Sin saber más que esto. El decir: reacomodo. Resoplido. Mi colección de sonidos: el sonido de espuelas tocando la tierra cruzando los valles, el desierto o mar, placas tectónicas; el crujir de las hojas al romperse; el ruido de las piedras al recorrer el techo de mi casa; fracturas: el trueno que parte tu pecho en dos. Un terciopelo acariciando tus pulmones igual que un pianista ensimismado tocando la misma tecla. Es como tener un dedo en el enchufe. El sonido de la descarga que recorre el cuerpo. La descarga rompiéndose. Tu cuerpo se descarga. Tu cuerpo se desgarra. Quería contarte una despedida en pleno amanecer de los pulmones hinchados y hablar con demasiado futuro de lo que vi. Ayer que es hoy quise ser cazador de venados. Quise despedirme. Ayer que es hoy un árbol se levantaba y sus ramas eran pulmones, respiraban para mí, pero no, respiraban para ti. Lo supe al salir de caza, al vaciar mi cámara de fotografías que no eran fotografías sino retazos de un documental que no cesa, ruido blanco, tinnitus, el sonido ronco del que mi oído no puede librarse. Mi única fotografía: esta imagen en blanco y negro también es ruido blanco, sus pixeles no guardan correlación entre sí por lo tanto su densidad espectral de potencia es constante. Si la imagen fuese en color entonces la nieve sería de colores aleatorios. Tinnitus: una balada para los hombres que ocultan su respiración entre los fragmentos de todo lo que se rompe. Y luego un sueño: el Dueño venía a visitarme después de muerto. ¿Qué crees que quiera decir eso? Ahora que estás en un inmenso reposo, ¿qué sueñas? Ya no estoy en el mundo, me decía el Dueño, ¿qué es esto? Y tocaba mi respiración como si fuera un polvo blanco y lo inhalaba y se llenaba de oxígeno. De seguro eso quiere decir algo. Igual que yo, que quiero decir algo y no lo digo. Escucho demasiadas cosas y no

las digo. Como el que mucho se despide y no quiere irse. Hoy estoy vivo y muerto desde la estación de los juegos pirotécnicos. Es una inyección de adrenalina que se ha propuesto jugar conmigo. En otro sueño vi tu cuerpo ascender por una escalera de nieve a un costado del Dueño que iba por una escalera de nieve que bajaba, muy lento, bajaba. ¿Tú a dónde ibas? Te molesto con esa certeza. Hay epístolas que no entiendo bien. ¿Sería demasiado si te pidiera que me guardes un fragmento de tu norte, de tu continente? ¿Podrán ser las palabras calibre 38 súper?

¿Tendrán relación entre sí? Espero que ahora que termina mi viaje el tuyo no demore mucho y nos encontremos a la vuelta. Seguro para entonces habré acomodado muy bien tus iniciales y todas las palabras. Ojalá que llegues pronto a tu destino cualquiera que sea la estrella. No olvides ver esta fotografía de mí, es reciente, me corté el cabello y quiero que puedas reconocerme entre todas las mandíbulas y tinnitus y bosques y nubes oscuras. Te mando saludos. Todos por acá estamos contigo y los tuyos en este momento. Espero tu respuesta pronta, amable, afirmativa.

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