Por ISMAEL GLAF
1
que debo tocar el órgano
entre los reclinatorios
su sotana está tiesa
igual que el olor
que desprende
para él soy
la verdadera homilía
me duele el fin
de mis fines de semana
me duele más
que el perineo
que confiese mis pecados
que comulgue sus babas capitales
tersa
ingenua
apetitosa
que oremos
mientras él
se consagra
en deformar
mis testículos
con su aliento
a chicle
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él
está encerrado en su cocina sagrada quiebra la cafetera
sorbe dimetiltriptamina para endulzar la ira sus dientes
amasan la acústica que espolvorea imprudencia
él
enciende las hornillas arden los utensilios y la última
porción del titubeo cuando sus huesos están a punto
de nata su lengua difunde la receta en la humareda:
hervir por qués
cuándos
para qués en sangre del autoengaño
condimentar con
quiénes
dóndes
cómos
verter los añicos de la cafetera a esta mixtura
y finalmente
agradecer a la molécula divina
la extirpación
del hambre
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no hay palabra que precise la emoción
de ver al granizo construir. Desde escoger
el dónde hasta fabricar ladrillos
organizarlos, trazar mil versiones de límites
cualidades de la protección.
[Pienso en la periferia del primerísimo esbozo del sueño de un
cuerpo humano].
No existe capricho verbal que refiera al fenómeno
de un aguacero empapado de sol. Menos
uno que le atribuya magia
a la composición. Lo importante de esta poética pluvial
es convenir una arquitectura bajo el arcoíris:
que resguarde su concepto
que soporte variedades de ausencias
de abismo, por ejemplo, de cabida, o incluso
de infinitas unidades de trascendencia matemática:
puntos, conjuntos, formas
la ingeniería de una constelación neuronal instantánea
[una fotografía mental mía llamada Entre cuatro paredes].
Hablo de elementos superpuestos que obedecen a la
dimensionalidad del espacio propio.
Mi cerebro ramifica
toda una semántica en torno al refugio. Ideas
sobre la seguridad y lo privado. Filosofías
de lo [in-di-vi-dual] imposibles de enunciar.
La densidad
de estas ideas colapsa la [fotografía Entre cuatro paredes].
Centrifugado de cronotopos
el ojo de una lavadora alegórica.
Fuerza que llega al límite, expande al lenguaje con suma
violencia
y luego lo contrae. Acontecen millones de millones de ensambles
microscópicos a la vez.
Entre ellos, los de las sílabas ca y sa
diamantinas fonéticas
que expiden labios regados por todo el mundo.
Casa:
balbuceo, los niños señalan el misterio del aquí.
Casa:
precipitación adolescente de un repetitivo registro de soledades.
Casa:
en los sistemas de preocupaciones adultas es una grapa
hincada en su estampa de la realización
junto a las del éxito, hipotecas, angustia, por ejemplo.
Anfibología:
La tierra vertical llamada vulgarmente
pared
reclama su asiento prioritario. [Pienso en muros
historia, economía, geopolítica, sociología,
vecinos, un cuadro espantoso de una corteza cerebral formada
por habitaciones].
Casa:
gracia que suministra el poder falaz
del yo en el mundo
del yo ante el mundo
del yo contra el mundo
y entre sus consecuencias dota de preponderancia
a las montañas de trastes grasientos
a las ventas de pantallas de televisión
a las tuberías rotas
a las hornillas encendidas
a la diosa de las grietas
esa que habla a rechinidos de las tres de la madrugada
o toca tras la ventana cuando deja de llover
como ahora.
Ismael Glaf (CDMX, México, 1985)
Cuentista y poeta. Autor de Una casa en la grieta (Buenos Aires Poetry, 2024) y Estampas de aire aterciopelado (Palabra Herida, 2022). Estudió las licenciaturas en Ciencias de la Comunicación y Lengua y Literaturas Hispánicas, en la UNAM. Acreditó diplomados (INBAL, SOGEM, UNAM, SEXTO PISO) relacionados con la escritura creativa y la edición literaria. Trabaja en el sector de las telecomunicaciones. Ha publicado en antologías universitarias, así como en revistas nacionales e internacionales. Una casa en la grieta La grieta como un espacio rehabitado, donde florecen negros hierbajos de condición humana. Los rincones como artrópodas miradas. La intimidad como una casa. Este poemario es su visita en soledad, cuando ha dejado de llover.
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