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Reseñas

Yo sí te creo, y cómo se cuenta el relato

Por MONTSERRAT MORALES

En el documental han participado individuos involucrados directamente en los hechos: la oficial que prestó atención de primera mano a la chica víctima de la violación grupal, el investigador que visionó horas y horas de contenidos de las redes sociales y los teléfonos móviles de los acusados, el entonces alcalde de Pamplona, y activistas que apoyaron y dieron voz a quien unos cuantos pretendieron quitársela. Además, se evidencia el alcance de un movimiento que reflejó la realidad sufrida por millones de mujeres en cualquier parte del mundo.

José Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Ángel Boza, Antonio Manuel Guerrero y Jesús Escudero son quienes agredieron y violaron en grupo a una joven de unos 21 años en un recoveco de un edificio en mitad de Pamplona. La forzaron, la grabaron, la robaron y la dejaron tirada. Como dijo uno de ellos: “como eyaculábamos, nos íbamos”. Para ellos, la chica era algo desechable, que después de usarse, se tira.

Este trabajo de la productora audiovisual proporciona al espectador un panorama total de los hechos. A ratos, el paralelismo de los planos de un encierro con la narración de la agresión, dan al documental la dureza de los hechos, y la sutileza que permite, o intenta, digerir el horror. Por un lado, el ambiente festivo de la ciudad que a pesar de gritar “¡Gora san Fermín!”, no puede silenciar el crimen que se cometió, y por otro, las secuencias de los grupos que se organizan para crear consciencia sobre las agresiones sexuales se contraponen con las que muestran los mensajes de WhatsApp que la Manada intercambiaba planeando la violación.

Las escenas relacionadas con el juicio son transparentes: un grupo de jueces, todos hombres, enfrentan a una víctima, una joven mujer, y le preguntan si “esa” es su forma habitual de sentarse, si ella estaba excitada, si ella había dicho en algún momento “NO”, después de que ella claramente hubiera dicho en su testimonio que por miedo se bloqueó, no pudo hablar, sino esperar que todo terminara.

En algún momento del documental, la fiscal a cargo del caso hace una reflexión fortísima, al tiempo que presentan al abogado de La Manada argumentando que “pueden ser un poco infantiloides, pero son buenos chicos”.

Ella comenta: “aquí no venimos a juzgar la ética de una persona, sino la comisión de un delito”. Ellos cometieron un delito, y la juzgada por su forma de sentarse, fue ella.

Si en la palestra judicial un cuarteto de señores decidió que ella no había sido agredida, y acallaron su relato, ¿quién la iba a escuchar? La calle la escuchó, y las mujeres, primero de España, salieron de sus casas, de sus escuelas, de sus trabajos, e hicieron eco para defenderla, y no solo para defenderla y decirle “Yo sí te creo”, sino para hacer saber que no era la única, eran todas. Imágenes de Francia, Suiza, Alemania, Portugal, Italia, y otros países europeos conmueven a tal grado que es imposible no sentir empatía. El montaje lleva al espectador al centro de la manifestación, a estar junto a todas esas mujeres que gritan “Escucha, hermana, aquí está tu manada”. El descontento traspasa la pantalla.

El hastío social fue tal, que la presencia de las mujeres se hizo sentir de tal forma (porque siempre están, pero nunca se las ve), que el caso fue a instancias mayores, donde ningún hueco en la ley tendría cabida, porque es evidente que pesó el sentido común, pesó la realidad: fue violación y solo sí es sí.

Otro punto importante que no deja de lado el documental es el papel de los medios de comunicación y la extraña cobertura que le dieron al abogado de La Manada. ¿Eran ellos los protagonistas? Mientras tanto, el relato alternativo cobra fuerza: las redes sociales permiten la organización en masa de quienes sí le dan su lugar a la víctima del delito. Esta mirada retrospectiva es muy importante para ver cómo se ha ido comportando la sociedad, y qué postura han tomado unos y otros.

Este tipo de producciones cada vez llaman más la atención, y tienen gran repercusión en el público. En este caso se vuelve la mirada a otros que ya también ha abordado Netflix: el caso de las chicas de Alcácer, en Valencia, el caso de Marta del Castillo, que incluso se reabrió gracias a las nuevas tecnologías usadas por los investigadores de Netflix, el caso Wanninkhof. Feminicidios en pleno siglo XXI en los cuales se siguen planteando las mismas preguntas machistas: ¿qué hacía sola a esa hora? ¿Qué llevaba puesto?

Es necesario y urgente que se muestren los hechos objetivamente, que nos replanteemos el relato que el patriarcado ha contado sobre las víctimas de feminicidios y agresiones sexuales, sobre los roles en la sociedad, y también mirar hacia atrás y ver cómo se ha actuado, y cómo ya no queremos seguir viviendo.


[1] No estás sola: la lucha contra La Manada

Género: documental

Dirección y guion: Almudena Carracedo y Robert Bahar Producción: Netflix

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