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Reseñas

A solas, mi biblia personal

Por MARY HERNÁNDEZ[1]

En su libro A solas[2], Idalia Candelas nos acerca mediante ilustraciones a blanco y negro que acompaña con breves reflexiones, a la intimidad de una mujer que, como el título lo indica, vive sola. La obra se divide en tres partes: A solas, Espacios vacíos y Sólo los que están solos.

En cada una de las secciones de esta bella obra gráfica veremos a una mujer (mujeres) habitando y apropiándose de cada espacio de su casa, las cuales por sí mismas dicen mucho, pero que gracias a los textos que las acompañan adquieren mayor profundidad. Se trata de reflexiones de la propia Idalia junto a ciertas referencias musicales que invitan al lector (espectador) a cuestionarse qué tanto aprecia y valora su soledad.

A solas llegó a mí en 2021, regalo de uno de mis mejores amigos que lejos estaba de entender lo que significaría en mi vida ese obsequio. Para hablar de este libro debo comenzar con la frase que acompaña la portada: “La ilustradora que retrata la belleza de las mujeres solteras en la intimidad de su casa”.

Tan solo leerla me conmovió, pues trajo a mi mente el recuerdo de la niña que un día fui, esa pequeña que soñaba con ser una mujer adulta, seria, bonita, inteligente, valiente, dueña de su propio y bello departamento, y a la vez me confrontó con un pasado no tan lejano. Crecí y compré un departamento y viví sola, pero no me sentía bonita, inteligente y mucho menos valiente, y esa casa que habitaba no la sentía propia.

Las razones de todo esto son muchas: familiares, sentimentales; pero especialmente se debía a los prejuicios que enfrenta toda mujer que no comparte su casa con alguien más. Comentarios como “¿no te da miedo estar así?”, “Deberías vivir con alguien para que ya sientes cabeza, para que te proteja”, “¿No te da pena ir al cine sola? Te voy a presentar a un amigo.”, “Deberías juntarte con tu prima, la que también vive sola, para que se acompañen”.

La gente ofrecía su ayuda y daba soluciones para que pudiera enfrentar “mi problema”, pero yo solo intuía lástima e incomprensión disfrazadas de buenas intenciones.

Al descubrir A solas, me sentí identificada y comprendida al fin. Era como si alguien me dijera: “Disfruta de tu soledad, no eres la única; somos muchas y podemos disfrutarlo”. Después, al abrir el libro, me encontré esta otra frase: “Entra, mira y crea tu propia historia”. Y eso fue lo que pasó.

Esta obra gráfica muestra, en su primera sección, mujeres habitando espacios de su hogar, disfrutando de momentos íntimos, como una chica secándose el cabello en el baño. Al verla, recordé lo satisfactorio que es tener un baño para ti sola, sin esperar turnos para usarlo o sentir culpa por terminarte el agua caliente. A solas retrata a mujeres haciendo cosas cotidianas, pero al mismo tiempo enriquecedoras, como disfrutar de un café en la cama, en la sala o en la cocina, pasear desnuda por la casa entera, permitiéndote el placer de sentir con los pies descalzos el piso de tu hogar, a veces cálido a veces frío, pero siempre tuyo.

Después vienen los “Espacios vacíos” que alguna vez fueron compartidos. Aquí vemos una cama sin tender, el tocador de un baño desordenado, zapatillas o tenis dispersos, un sillón solo. Cada objeto nos habla de una mujer que vive sola y que pareciera a la espera de alguien, hasta que nos encontramos con la frase: “Hace tiempo decidí no jugar más a tenerte en todos lados, hice un esfuerzo y apagué mi corazón. No me había dado cuenta de que había amado a alguien tan ordinario que podía encontrarlo en cualquier rostro, en cualquier lugar. Entonces, las palabras sobre ti se terminaron”.

Tras la reflexión nos encontramos con una imagen que abarca dos hojas, en ella se muestra a una mujer flotando en un fondo completamente blanco. Esta mujer, más que caer, parece dejarse llevar sin preocupación y sin miedos. Pienso que se ha dado cuenta del sinfín de posibilidades que representa todo ese espacio en blanco, en el cual puede decidir como habrá de llenarse.

Otra de las imágenes más queridas para mí es el cuadro de una pareja, meras figuras humanas cuyo relleno negro las hace parecer sombras en donde el único espacio en blanco se encuentra en el pecho de cada uno. En el hombre este espacio da la impresión de ser un corazón pequeño que late con lentitud, mientras que en la mujer el corazón es grande y parece florecer con cada latido.

Hay también imágenes de habitaciones destruidas, un comedor roto, una silla tirada, una mesa descuidada y un florero quebrado. ¿De qué se trata? ¿Qué representan? ¿Una pelea? ¿Un momento de frustración? Yo creo que es el resultado de una catarsis, tras la cual viniera la tranquilidad que da paso a la tercera parte del libro.

“Sólo los que están solos” es para mí el apartado más bello. El reencuentro con una misma. Donde vemos mujeres que se atreven a salir, viajar y recorrer las calles de sus ciudades, sin compañía y sin importarles la opinión de los demás.

A solas se ha convertido en mi biblia. Me llevó a un viaje interno, me hizo recordar momentos tristes que tuve en casa, pero también otros muy buenos que pasé ahí, sin nadie más. Por ejemplo, con la ilustración del comedor, recordé cuando regalé el mío porque me abrumaba y, al deshacerme de él, afirmé que ya no iba a compartir la cena con alguien más y que estaba bien. Esta acción me ayudó a apropiarme de mi hogar y a enfrentar cada uno de los recuerdos dolorosos y tristes que dejaron las personas que ya no están a mi lado. Y lo más importante es que me di cuenta de que tengo el privilegio de disfrutar de mi soledad.

Cada vez que puedo, se lo recomiendo a las mujeres que voy conociendo en mi camino, porque como dice Idalia Candelas, A solas es una invitación a crear nuestra propia historia.


[1] Mary Hernández es licenciada en Comunicación, actriz, cuentacuentos, fundadora del proyecto Haciendo Drama, dedicado a la difusión del arte y sus creadores. También es amante de los libros, el color verde y el pan.

[2] Publicado por la editorial Planeta en 2016

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