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Literatura

CAÍDA DEL BÚFALO SIN NOMBRE: ENSAYOS SOBRE EL SUICIDIO

Julián Mitre

Caída del Búfalo sin nombre. Ensayos sobre el suicidio,  de Alejandro Tarrab (Malpaís Ediciones, 2017) es un libro conformado por ocho apartados que se mueven entre el ensayo, la poesía, la autobiografía y la ficción. Se trata de un esfuerzo del autor por darle voz a aquellos que han decido dejar a un lado la cuerda de Dios para buscar la cuerda de los hombres, en donde las imágenes importan tanto como las palabras.

Una fotografía de David Wojnarowicz en la que se ve a varios búfalos cayendo por un desfiladero, el primero de ellos completamente de cabeza, es el principal detonante para todas las reflexiones y preguntas que Tarrab se hace sobre sobre el suicidio. El búfalo pues, se convierte en guía, en símbolo onírico y en un juego.

En el libro aparecen un niño y una niña.  El primero ante la muerte de su abuela reflexiona sobre su propio ser, sobre la vida, la religión, la existencia de dios. Él nos dice:

Nací, como cualquiera, en una serie de cajas o conjuntos de tubería. Entradas y salidas que ofrecen el destino y la partida: alimentos que se intercambian por mierda para la tierra y luego la tierra, arruinada, devolviendo frutos intoxicados, diminutos, etcétera. Desde una de estas cajas vi pasar la vida y deseé, como cualquier otro niño, la muerte: la muerte inocente para mis padres y para mis hermanos, la muerte para mis conocidos y enemigos; transeúntes de pasos cortos avanzando por estrechas avenidas. Todo, desde el dominio de mi ventana.

Este niño es a la vez un mago y sacerdote, y desde su visión se abordan varios de los ensayos.

La niña aparece en una vieja fotografía en cuyo reverso puede leerse una dedicatoria para su madre. Esa niña es la abuela del niño mago, ella habría de quitarse la vida cincuenta años más tarde. De ella no se habla, para ella sólo hay silencio porque:

Pareciera que el suicida arrastra, se lleva consigo la vida: los recuerdos y las vinculaciones de su vida con otras vidas. Los allegados no lo son más. Se apartan, se ahogan en un no-recuerdo de la persona que cometió el suicidio.  Si  bien el acto es impronunciable, lo es más el autor.

El niño mago –y su yo adulto- asumen la tarea de contar la historia de la abuela, de sacarla del olvido, de romper el silencio, de encontrar su nombre.

La abuela, no dejó nota suicida  y sin embargo en uno de los apartados de esta obra, llamado “Resabios negros. Fuegos de la lengua invertebrada” nos encontraremos con más de una. Por medio de la lectura de estas notas inexistentes en conjunto con  la visión de la fotografía de la niña, el niño mago y el búfalo como compañeros, es que se recupera el nombre de la abuela.

Caída del búfalo sin nombre, es una obra poderosa y reflexiva que busca darle un lugar más propicio a todos aquellos que, como dice Tarrab, decidieron “jugar a la caída”.

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