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Reseñas

La conspiración de las palomas, de Carolina Toro

Reseña por: DIANA VILLA LÓPEZ

¿La mujer que no es madre se perderá la gran oportunidad existencial de dar tanta vida y hacer tanto daño?

La conspiración de las palomas de Carolina Toro comienza con una escena vívida donde se mezclan el malestar, la inadaptación y la perversión de un hombre solitario llamado Fernando, un hombre de cuarenta años, con rasgos quizás de personalidad esquizoide y una serie de comportamientos bizarros que nos producen entre risa y asco. Un hombre a quien su madre parece no abandonarlo ni aún después de su muerte. Desde el momento cero, este personaje masculino esencialmente solitario nos inquieta con sus pulsiones, o más que con sus pulsiones con su manera particular de enfrentarse a ellas, de habitarse a sí mismo entre conjeturas, reproches y displicencia. Un hombre recientemente desempleado, sumido mentalmente en una especie de marginación y, aun así, aparentemente orgulloso.

La autora nos dibuja una estancia llena de detalles que podemos casi “tocar” con nuestros ojos lectores y, entre tanto, la trama se va gestando entre el misterio, los deseos reprimidos de Fernando y las personas que vamos poco a poco conociendo a su alrededor.

La madre de este personaje es también el padre. El padre que reprime, que autoriza lo que ha de verse y lo que no ha de verse y, además, amenaza con el castigo. Un castigo que desborda la posibilidad de lo real. Por mirar, se dañarán tus ojos. Casi mitológico o edípico.

Dentro de él, inevitablemente, se levanta la voz materna grande y poderosa. La madre muerta sigue viva dentro de este hombre de mediana edad, madre encarnada, diríamos, hasta el punto de conducir y afectar, aun después de muerta, el cuerpo de su hijo.

Podríamos decir realismo mágico, ficción, alucinación, locura estrepitosa. La historia nos aletea dando giros inesperados y aumentando la inquietud del lector que lejos de aburrirse, se verá obligado a continuar de manera irrefrenable por esta historia hasta llegar al final.

Ahora pensemos, ¿qué significa la madre?

Marina Tsvietáieva, dice: “¡Inagotable el fondo materno! Con la altiva perseverancia de un mártir, exigía de mí ¡que fuera ella!”.

María Negroni, en El corazón del daño, nos habla también de esta presencia:

“También yo era, parafraseando a Arreola, el lugar de sus apariciones (…). Parir o reventar”. Y haya entonces, quizás, que parir a la madre, matar al padre y parir a la madre para que su cadáver no se nos quede adentro y que la madre sea más que lengua y la lengua más que madre.

“La imagen que tengo de su rostro es turbia. Recuerdo que me impedía besarla, me rechazaba con la mano cuando quería acercarme. Mi madre encarnaba la locura. También yo soy madre.

¿Estaré loca?”, se pregunta Marguerite Duras.

“Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias. Pero eso no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer”. Albert Camus

“Quiero a mi madre, pero cargar con su vida implica inmolarme. Y claro que me inmolo. Por supuesto que me doy en holocausto”. Alejandra Pizarnik

“Lo peor es el contacto, siempre frío, huesudo, inoportuno. Entendí la lección rápido: mejor alejarse de los cuerpos. Por eso amo a los grandes escritores, los muertos son mucho más seguros”. Susan Sontag

“No sé qué daño es este / vos me acunaste yo te ahueso / ¿te das cuenta del miedo que me hiciste, madre?”. Juan Gelman

“Quien no tenga madre, tendrá libros”. Susana Thénon

“Yo visitaba a Mamá con frecuencia. Cuando llamaba a la puerta y la oía arrastrar las chinelas, me prometía a mí misma que esta vez procuraría entenderla. Cinco minutos después, me había dado por vencida. Sus frases me sacaban de quicio como cuando, a los veinte años, trataba de embarcarse en temas íntimos conmigo”. Simone de Beauvoir

“He amado a mi madre con una pasión casi criminal”. Stendhal “¿De dónde sale este coro de madres letales?”, nos dice María Negroni.

¿De dónde, preguntémonos ahora, de dónde sale este coro de madres letales?

La literatura, quizás, viene a decirnos algo de lo que todavía no sabemos en relación con la figura materna: amor absoluto mezclado con hastío, inmolación. Me inmolo por amor a ti. Doy la vida por quien me ha regalado la vida y por esa renuncia sale un otro, nace otro yo de quien ya no existe porque ha sido devorado por esa madre a la que ama. Me parece la metáfora de Lacan sobre la madre cocodrilo. Cuidar tanto del otro hasta devorarlo y que el cuerpo del otro me pertenezca.

¿Es esta historia la conspiración de las palomas, algo de este tipo? ¿Una mamá paloma picotea a su hijo hasta dejarlo tuerto?

Una maravillosa historia nos regala la escritora Carolina Toro, cuya capacidad narrativa y poder cautivador admiro y aplaudo.

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