Manuel Parra Aguilar CONECULTA, Tuxtla Gutiérrez, 2022, 78 pp.
2021, Ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines
Por la extensión del amor que nos provoca este libro
Por OCTAVIO GALLARDO
Chile
Las distancias explícitas de lo humano con que a veces conspiramos, las distancias posibles entre ciertas condiciones y extremos de lo humano y también de los cuerpos, las distancias entre los cuerpos humanos, el tamaño, el cielo, las estrellas y la tierra, proporciones y límites, oposición y contraste, eso es lo que dibuja el libro Los muchachos del Guinness Book de Manuel Parra Aguilar, aunque al mismo tiempo es tan onírico como un animé japonés, es tan cómico como una película de Jodorowsky, es tan brutal como los viejos circos, y es tan definido como una fotografía para el registro de lo raro. A veces, Manuel Parra Aguilar parece un redactor de crónica roja de un diario del siglo pasado, con boina y lentes, que se obsesiona por los personajes dantescos y escribe así, como una crónica, toda la inexplicable levedad de los seres más altos y los seres más bajos que se hayan constatado en el mundo. Parece llevarnos por un edificio grueso de tantas puertas que se van abriendo para estrellarnos con personajes salidos de una galería excéntrica que no se preguntan por su extrañeza, sino que solo se desperdigan en su condición. La viven con anhelo y fantasía. La extrapolan, la sumergen y la habitan. Manuel Parra Aguilar es un cronista con una delicada relación con la poesía, que al mismo tiempo es firme y contundente y, sobre todo, sorprende. En todos los poemas hay apariciones concisas de articulaciones con el lenguaje que no son posibles sino en poesía. Sin embargo, nos cuenta y nos relata, en primera línea, los hechos existenciales de sus personajes. Manuel se mete así en una jodida empresa personal y termina dialogando con lo imposible, y logra que amemos la historia o las historias que se van cruzando y al final nos permite crear otros paradigmas. El ejercicio poético de Los muchachos del Guinness Book es adorable, enternecedor y hermoso, pero al mismo tiempo solo comparable con la búsqueda de un investigador que encuentra en los sueños de los otros un lugar donde nos podamos mirar también para enraizarnos en algún lugar de la belleza. Los seres gigantes y los seres pequeños están más cerca de lo que normalmente tenemos lejos, como el cielo, como las semillas o el agua. La gente gigante y la gente pequeña ama con liviandad, y nos regalan espacios abiertos a la alegría, a la confianza y a la fe. No es predecible, cada salto es confianza en el autor, nos mira y salimos pillados, busca provocarnos; el autor, con total desfachatez. En el extremo de sus seres, los seres que nos muestra, Manuel abre un código que respira por sí mismo. Esta búsqueda y este nuevo ser que crea en esa globalidad permite que de buena manera haya obtenido el premio Jaime Sabines. Esta obra nos permite celebrar ese premio, y ese premio nos permite celebrar esa obra. En buena medida la poesía va abriendo lugares universales hacia formas relevantes en mundos de la escritura que antes no se topaban o convivían, Manuel lo hace con destreza, pero sobre todo con conciencia de que lo que hace es especial, es necesario y es profunda sabiduría. Invito a dejarse llevar livianamente por este texto que nos hará soñar, sonreír, maravillarnos y volver a pensar en la verdadera distancia y alturas que hay en nosotr@s mism@s.