Por FRANCISCO VELÁZQUEZ
Una noche de noviembre de 2020, después de que empecé a leer Los anillos de Saturno (1995), de W. G. Sebald, soñé con la imagen de una mariposa negra con colores: fue algo parecido a ver un holograma o una radiografía de una mariposa. A mitad del sueño desperté y enseguida escribí mi sueño en un cuaderno. Recuerdo que al día siguiente retomé la lectura de ese libro y me sorprendió que a las pocas páginas apareciera una imagen en la que se distinguen diez mariposas. El pasaje en cuestión corresponde al último capítulo, cuando el narrador está hablando sobre un catálogo escrito por Thomas Browne, llamado Musaeum Clausum o Bibliotheca Abscondita, y sobre los primeros gusanos de seda en Occidente.

(Los anillos de Saturno, W. G. Sebald)
Yo no recordaba lo que había soñado hasta el momento que vi la imagen de las mariposas en el libro. A excepción del fondo, la coincidencia entre las imágenes de mi sueño y las del libro de Sebald era casi idéntica. Recuerdo que mientras leía ese pasaje cerraba mis ojos e intentaba imaginar las mariposas de mi sueño, pero la imagen de ellas se confundía con la que aparecía en las páginas de Sebald.
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(Los anillos de Saturno, W. G. Sebald)
Aunque estaba maravillado, pensaba que el motivo de mi sueño con las mariposas era porque ya había leído ese libro de Sebald por primera vez en 2016, cuatro años antes de mi sueño. Me acuerdo que esa primera vez que leí el libro me resultó difícil encontrar un ritmo de lectura adecuado porque lo leí durante varios días en la sala del hospital donde operaron a mi madre de la rodilla. Sin embargo, no recuerdo que el fragmento sobre los gusanos de seda me hubiera atraído o que yo hubiera hecho alguna anotación al respecto. Lo que sí recordaba de aquella primera lectura es la fotografía que aparece al inicio: la ventana del hospital donde se encontraba internado el narrador antes de escribir el libro.
La digresión es algo que caracteriza a Los anillos de Saturno, sobre todo en este pasaje donde el narrador habla sobre la sericultura para evocar el genocidio nazi a través de la explicación de la matanza de gusanos de seda: “Se podía conseguir cualquier cantidad [de gusanos de seda] por prácticamente nada, eran perfectamente dóciles y no necesitaban jaulas ni compuestos, y eran aptos para una variedad de experimentos (pesar, medir, etc.) en cada etapa de su evolución. Podrían usarse para ilustrar la estructura y las características distintivas de la anatomía de los insectos, la domesticación de los insectos, las mutaciones regresivas y las medidas esenciales que toman los criadores para monitorear la productividad y la selección, incluido el exterminio para prevenir la degeneración racial”.
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(Las variaciones Sebald. El arte de contar historias)

(Las variaciones Sebald. El arte de contar historias)
Black cloud es una exposición de Carlos Amorales compuesta por un enjambre de 30 000 mariposas negras situadas en el vestíbulo del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. La exposición formó parte de Las variaciones Sebald. El arte de contar historias, un proyecto concebido como un ensayo visual y textual con obras de diversos artistas que estuvo vigente entre marzo y julio de 2015. Carlos Amorales dijo que su instalación se produjo luego de que soñó con mariposas y se dio cuenta de que las mariposas procedían de su lectura de Sebald.
Cuando me mudé a Ciudad de México leí otro libro de Sebald: Sobre la historia natural de la destrucción (1999). En ese entonces (junio de 2021) muchos centros deportivos públicos de la ciudad fueron reabiertos luego de estar cerrados durante la pandemia del covid-19. En esos días acostumbraba a ir a correr al Parque Alameda Norte de Azcapotzalco. Debido a que la maleza del parque había crecido indistintamente sobre todas las áreas verdes y había montones de hierba seca acumulados por doquier, además de basura y hojas de árbol, parecía que el parque había sido devastado por un huracán o algún otro fenómeno meteorológico. Nunca olvidaré que uno de esos días experimenté, por primera vez en mi vida, cómo mi cuerpo liberaba endorfinas luego de haber corrido durante treinta minutos: fue un placer similar al que he sentido con el alcohol, las drogas o el sexo. Aquel día quise prolongar ese estado de placer, y mientras regresaba a casa compré un café capuchino de vainilla del Oxxo y una torta de tamal. Apenas entré en mi casa me metí a bañar. Después de bañarme cerré la llave y me quedé varios minutos así: ese tiempo que estuve debajo de la regadera me produjo una tranquilidad y un placer que no he podido experimentar en otro lugar y en otro momento. Mi estado de placer y satisfacción se prolongó mientras me tomaba el café y comía la torta.
Hoy es 2 de junio de 2024. Han pasado cuatro años desde mi sueño con las mariposas: no recuerdo haber soñado otra vez con algo relativo a Sebald. Lo que sí he experimentado desde entonces a la fecha son problemas para mantener el sueño durante ocho horas seguidas: constantemente me despierto luego de cinco o seis horas y me resulta imposible retomar el sueño. Según recuerdo, el 25 de diciembre de 2020 fue el último día que pude dormir ocho horas seguidas. Ahora vivo en Coyoacán. Hace poco fui a correr al Parque Santa Úrsula porque he experimentado eso que en la sociedad capitalista denominamos burnout: siento como si mi cuerpo tuviera la necesidad de reiniciarse. Durante esos días sentí un dolor intenso en las articulaciones de mi cuerpo. Como un junkie que busca conseguir el mismo placer que obtuvo la primera vez, fui a correr porque quise experimentar nuevamente esa sensación de endorfinas en mi cuerpo, pero me fue imposible lograrlo. En esos días hubo contingencia ambiental porque se registraron concentraciones máximas de ozono en el Valle de México. Recuerdo que cada que miraba a través de la ventana de mi habitación se percibía una especie de capa de gris en la atmósfera que me hacía recordar la ventana del hospital donde se encontraba internado el narrador de Los anillos de Saturno.
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