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Arte

La cárcel le enseñó a Tony Guerrero que la libertad es valiosa

Ahora es un artista consumado del tatuaje que busca ser un buen ciudadano

Por Griselda Zayas

Notimex.-

Tony Guerrero, quien tiene 36 años de edad, esposa y dos hijos, pasó 14 años de su vida en prisión, pero ahora es amante de la lectura, tiene un concepto muy diferente de lo que significa la libertad, la vida y los valores que se obtienen en el seno familiar.

Cuando fue recluido tenía 22 años, y como él dice, la vida es una gran escuela, pero en ese entonces no lo sabía y “me encargué de destruirla”.

Se le escucha sinceridad en cada dicho, “me enfrasqué en drogas, en conflictos, en actos antisociales, tuve que llegar a esto para valorar lo que tenía afuera, en la calle fuera de prisión”.

Luego de haber pasado una temporada difícil tras las rejas, reconoce hoy lo que le dieron sus padres, independientemente de la educación, “la manutención, simplemente el hecho de haberme dado la vida”.

Guerrero dice estar rehabilitado, desarrolla un talento que tarde descubrió. Es un consumado pintor que plasma sus ideas y sus vivencias.

Comenta que los sentimientos afloran en cada obra, en las que desfoga toda la tensión que de momento aún trae consigo después de haber “rebotado” de penal en penal dentro del sistema penitenciario tanto del Estado de México como de la capital del país.

Un buen día se cruzó en su camino Guillermo Marín, encargado de la Escuela de Fin de Semana del Reclusorio Preventivo Varonil Norte, quien después de mucho insistirle a Tony para que aprendiera a dibujar, finalmente éste accedió a tomar clases de arte.

Asegura haberse sorprendido desde la primera tarde al estar frente a un lienzo y además, aprendió el oficio del tatuar.

“Me cansé de estar peleando con mis compañeros y de seguir su mismo juego, llegó el momento en que yo pintaba, jugaba a pintar, inspirado en los pandilleros de Estados Unidos que llegaron a donde yo vivía”.

Tony Guerrero recuerda que también fue motivo de inspiración otro recluso en uno de los penales donde estuvo, quien le dijo que ahí era donde se hacían los mejores trabajos en tatuaje y otros lienzos, porque lo que sobraba era el tiempo.

Hace un año cuatro meses salió de la cárcel y nació otro “Tony Guerrero”, pues ya en plena libertad vio materializado su sueño de ver sus obras y la de otros reclusos.

Se toma unos segundos para proseguir la charla. Dice estar emocionado como pocas veces pues este 13 de abril se presentará al público en la Galería “José Vasconcelos”, en la colonia Peralvillo de la Ciudad de México el catálogo “Cana, la vida loca”, en el que se verán trabajos suyos y de otros exreclusos.

“Cuando Casa Vecina ‘José María Velasco’ nos ofreció el año pasado el espacio en una de sus salas, teníamos material para que se expusiera y en ese momento decidí juntar dos exposiciones”.

En la primera de ellas se montó la obra conjunta entre él y Edilberto Martínez Tolentino, y de forma paralela la de otros reclusos en diversos penales de la Ciudad de México; “hoy está todo en el catálogo”.

Tony Guerrero, el artista, es empleado de una empresa que se dedica a vender pozole.

El tatuaje en lienzos pasó a segundo término. “Ahora tengo que subsistir aquí afuera, darle sustento a la familia”.

Actualmente su trabajo lo absorbe la mayor parte del día, aunque en los espacios que tiene libres sigue tatuando, continúa dibujando. “Sigo aterrizando ideas para seguir plasmando en lienzos humanos todo lo que siento y pienso, o lo que la persona vive, siente y piensa”.

Visiblemente conmovido se queda callado, mira fijamente a los ojos a la entrevistadora, las lágrimas empiezan a recorrer su rostro, agradece el tiempo que se le otorga para ser escuchado.

Luego, ya un poco más tranquilo, dice que para llegar a ser la persona que es hoy, siempre se inspiró en el apoyo de su familia, de sus amigos y en el regalo más grande que le ha dado la vida: sus dos hijos, y sobre todo en el menor que fue concebido cuando estaba en prisión.

“Para mis hijos quiero lo mejor, que no caminen por donde transité yo, que se superen personal y académicamente, que eviten todas esas piedras con que me tropecé yo, que fueron por gusto, pero espero que sus gustos sean otros”.

Este sábado, Guillermo Marín, encargado de la Escuela de Fin de Semana del Reclusorio Preventivo Varonil Norte, y los creadores (exreclusos) Tony Guerrero y Edilberto Martínez Tolentino presentarán el catálogo de sus obras de arte titulado “Cana la Vida Loca”.

Cana es un término coloquial que proviene de las prisiones en México para definir la reclusión. Comenzó a utilizarse en Lecumberri a finales del siglo XIX.

El origen del término no está muy bien definido, pero pueden ser dos: Cana, desde el francés representa el bastón o tolete de policía, por lo que caer en cana significa estar supeditado al orden del garrote del guardia de prisión.

En italiano, cana representa la caña de pescar, “caer en cana”, sería una metáfora de ser atrapado.

Entonces, el catálogo se conforma de dos proyectos: “Hecho en Cana” y “La vida loca”, que es el estado de encontrarse al margen del orden social o de la ley.

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