Yo
no pienso en mí misma como homosexual, en realidad yo no pienso en mí como…
nada.
Por Roberto Carlos Gamez
A finales del año pasado se estrenó la adaptación cinematográfica de la novela homónima de la escritora estadounidense Emily M. Danforth, en su aclamado primer trabajo con tintes autobiográficos, la autora narra las vivencias de Cameron, una adolescente que está descubriendo su sexualidad y es enviada a un campamento de “reconversión” por sus tíos.
La película
recibió el Gran premio del jurado en el festival de Sundance. Dirigida por la
también actriz Desiree Akhavan, la cinta inicia con el paisaje rural del estado
de Montana en 1993, lugar en donde vive Cameron con su tía conservadora tras la
muerte de sus padres. Cameron es una joven extrovertida y popular que descubre
un nuevo aspecto de su sexualidad con su mejor amiga; en la noche de graduación
sostienen un encuentro en el asiento trasero del coche y son descubiertas. A
raíz de esto Cameron es enviada a un campamento cristiano de reconversión La
promesa de Dios, dicho centro es dirigido por un ministro que asegura haber
sido curado por los métodos devocionales de su hermana, quien funge como
instructora en el sitio. Pronto Cameron se hace amiga de Jane, una chica que
fue enviada al campamento por su padrastro, y Adam, un joven cuyo padre lo ha recluido
en la institución para salvar sus propias aspiraciones en la política. Los tres
concluyen que la única forma de sobrevivir en el sitio es decir lo que los
maestros quieren escuchar, anotando en un “Iceberg” pegado en la pared las
posibles causas de su “confusión”. Paralelo a esto, cada uno va reafirmando su
identidad, contrario a lo que esperan los líderes de la secta, la terapia
destinada a eliminar la confusión, logra lo opuesto. La historia tiene
bastantes momentos de comedia y humor ácido como para ser calificada como
drama, siendo en momentos bastante amable al retratar los métodos que siguen
estas terapias y las consecuencias casi siempre trágicas que conllevan. A pesar
de estar situada en 1993, la cinta muestra un tema completamente actual, apenas
en 2018 se logró legislar este tipo de terapias en Estados Unidos. En México el
tema será presentado en el Senado en marzo de este año, la propuesta busca
tipificar a estos tratamientos como tortura y sancionar a quienes lo promuevan
con hasta tres años de prisión.
En uno de sus
aristas más interesantes, es notable que el personaje de Cameron en ningún
momento se siente culpable o anormal. En su precipitado camino de
autoaceptación la joven es capaz de percibir la ineficacia y sobre todo lo
innecesario de una reconversión. En 2019, en donde aún se debate sobre el
derecho de cada mujer a decidir sobre su sexualidad y su cuerpo, The Miseducation of Cameron Post nos
acerca a la muy necesaria reflexión sobre este tema.