Por Roberto Carlos Gamez
Entre los estrenos más interesantes de este otoño, tenemos a Upgrade (Leigh Whannell, 2018), en esta cinta el director australiano (Saw, Insidious, Dead Silence) cuenta la historia de Grey Trace, un mecánico especializado en coches inteligentes y su esposa Asha, quién trabaja en una compañía de inteligencia artificial y biomédica. Una noche ambos viajan a bordo de uno de los coches mejorados por Grey y tras sufrir un accidente, son asaltados por un comando que asesina a Asha y a él le disparan en la columna. A consecuencia de esto, Grey queda parapléjico y se sume en la depresión; recibe la visita de Eron Keen, una suerte de empresario-genio adolescente que le ofrece la posibilidad de recobrar el movimiento a tráves de un chip insertado en la columna vertebral, conocido como STEM. Tras la intervención Grey recobra la movilidad pero su verdadera motivación es vengar la muerte de su esposa. El filme nos recuerda a los replicantes de Blade Runner (y a los androides de Phillip K. Dick) en un hábil despliegue de elementos de cine B, comedia y sangre, mucha sangre. Grey no tardará demasiado en descubrir las intenciones de su benefactor, totalmente sujeto a la voluntad de éste, tras firmar un acuerdo contractual, el superhumano deberá buscar la libertad a tráves de la rebelión. Hacking, ética, venganza y violencia sin límite fluyen en los 90 minutos de esta cinta que explota la inagotable podredumbre humana, dándole Upgrade.