Julián Mitre
Esta semana iniciamos una serie de reseñas de películas basadas en cómics que poco tienen que ver con las fórmulas seguidas por las grandes producciones de la última década. La cinta seleccionada para iniciar dicha serie es una obra alemana de 1994 dirigida por Martin Walz, cuyo título original es Kondom des Grauens y que en España se conoce como El condón asesino.
En un hotel de mala muerte
cuatro hombres han perdido su pene en circunstancias inexplicables, la policía
sospecha de algunas prostitutas pero también hay una estudiante menor de edad
involucrada. El encargado de investigar los hechos es el detective Mackaroni,
un hombre bajo, gordo, cínico, con un pene de 32 centímetros y abiertamente
gay.
Al llegar al hotel, Mackaroni se
encuentra con un atractivo joven que lo sigue hasta la habitación donde sucedió
el último ataque. Tras una breve charla se preparan para tener sexo, pero son
interrumpidos cuando una creatura repleta de colmillos y que semeja a un condón
ataca al detective logrando arrancarle un testículo. Luego de un par de días en
el hospital, Mackaroni regresa al lugar de los hechos dispuesto a cobrar
venganza, esa decisión lo llevará a descubrir una amenaza aún mayor cuyo origen
se encuentra en el subsuelo de la gran manzana.
Basada en una obra de Ralf
König, famoso escritor de cómics de temática gay, la cinta se desarrolla en el
bajo mundo de la ciudad de Nueva York con un tono y estética que lo mismo
recuerdan al cine noir que a las
películas de la Troma, productora encargada de su distribución en los Estados
Unidos.
Si bien el condón
asesino es una cinta que no se toma en serio y no aspira a ser algo más allá de
un producto para pasar el rato, con todo y que se da su tiempo para realizar
algo de crítica social, el hecho de que el mismo Ralf König haya escrito el guion, Jörg Buttgereit director de Nekromantik fuera el
encargado de los efectos especiales y nada más y nada menos que el creador de
Alien, H.R Giger, haya sido
asesor para el diseño del condón asesino, hacen de esta cinta una joya cuyo
visionado es indispensable.