Julián Mitre
En de la B a la Z nos encanta el cine de zombies, un subgénero longevo que cuenta con miles de producciones a las que cada año se le agregan otras cuantas, esto hace que sea difícil encontrar historias originales y sobre todo que muchas de las obras sean trabajos menores que poco o nada aportan al cine de muertos vivientes. Sin embargo siempre aparecen joyitas, que si bien no reinventan este tipo de cine, si ofrecen todo lo que se espera de una buena cinta de zombies, como es el caso de Yummy, película belga del 2020 dirigida por Lars Damoiseaux, coescrita por él mismo y Eveline Hagenbeek.
La historia arranca con Michael
conduciendo su auto hacia un país de Europa del Este en compañía de su novia
Alison y la madre de esta, rumbo a una clínica especializada en cirugía
plástica. El objetivo es que Alison se realice una reducción de pechos. Cuando
el trio llega al hospital la apariencia del edificio deja en claro porque la
operación resultará económica. Entre la mala relación que lleva Michael con su
suegra, lo incómodo que le resulta a Alison tener senos de gran tamaño y las
breves historias de algunos trabajadores y otros pacientes -un famoso conductor
de tv que está de incognito en espera de un aumento de pene, un enfermero adicto,
una joven virgen que desea implantes-, nos enteramos que el director del
hospital y su asistente realizan algunos experimentos que dan como resultado
una infección que convierte a las personas en zombies. Como es de esperarse, la
enfermedad terminará esparciéndose entre los pacientes y el personal médico
dejando a los protagonistas encerrados en el edificio sin más opción que luchar
por sus vidas.
Con un par de vueltas de
tuerca, momentos bastante cómicos, mucha
sangre y desmembramientos, junto a un
buen final, Yummy deja claro que no intenta renovar el género sino aprovechar
muy bien los tópicos del cine de zombies para entregarle al espectador una obra
bastante disfrutable.