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Columna

LAS GLOSAS Y LOS AZARES §XCIX Pinceles para diluir el olvido

Gonzalo Lizardo

Entre otras malas noticias de diciembre que más valiera olvidar, lamento especialmente que se cancelara la presentación virtual de un libro valioso y bello, que debería ser leído por un público muy amplio. Escrito con rigor y entusiasmo por una especialista en el tema, Pinceles olvidados. Mujeres artistas (Siglos X-XVI), de Diana Arauz Mercado,1 cumple lo que promete su ambicioso título: rememorar a cincuenta autoras ejemplares por su vida y universales por su obra, que fueron ignoradas adrede por la misoginia de la Historia y la Tradición dominantes.

Se trata, por tanto, de una obra fundacional que nos inicia en un vasto, ignoto, fascinante territorio. Y lo hace sin caer “en un par de tentaciones posibles, como sí ocurre con otras obras de este tipo: o perderse en la Escila de la erudición indigesta (…) o hundirse en el Caribdis de la hagiografía”.2 Los cincuenta artículos que componen el libro se disfrutan por la precisión de su prosa y la imparcialidad de su punto de vista, tanto en lo biográfico como en lo crítico, al situar a las autoras en sus contextos específicos y valorar sus obras por su significado, belleza y relevancia, no solo por ser obra de mujeres.

Desde que conozco en persona a Diana Arauz Mercado, como amiga o colega universitaria, he corroborado la pasión, la ciencia y la paciencia con que contempla, lee, escucha o interpreta las obras de arte, sean musicales, cinematográficas o pictóricas. Esa sensibilidad suya convierte este libro en algo más que un instrumento de consulta académica: sus páginas ofrecen al lector una experiencia estética, similar a la de una novela histórica, bellamente ilustrada, sobre cincuenta “mujeres artistas de diversa posición social, del convento a la ciudad burguesa, del mundo artesanal a la más alta nobleza y que cultivaron los más diversos géneros, desde el retrato al bodegón, desde la pintura religiosa hasta la mitológica, desde la miniatura hasta el gran formato”.3

Sería abrumador y ocioso mencionar aquí todos estos Pinceles olvidados, pero mencionaré algunos ejemplos que merecen divulgarse y ser estudiados: la reina Matilde de Flandes, que auspició la creación de un tapiz o tejido de lino, de setenta metros de largo, para narrar una compleja historia épica; la benedictina Hildegarda de Bingen, quien además de producir libros místicas y piezas musicales, nos dejó también una obra plástica visionaria, casi alucinatoria; la mantuana Diana Scultori, que desde los diecinueve años hacía grabados deslumbrantes por su pleno dominio de la perspectiva y la composición manieristas, o la barroca Lavinia Fontana, una pintora nacida en Bolonia que en vida gozó de éxito y fortuna gracias a su prodigiosa técnica —como se advierte en el lúdico óleo Venus y Marte, que ilustra la portada de este libro.

Celebro, en resumen, la aparición de estos Pinceles olvidados: ojalá que sean muchos y entusiastas sus futuros lectores.

Ilustración: interpretación simbólica de la “Tercera visión” de Scivias, de Hildergarda de Bingen.

1 Arauz Mercado, Diana, Pinceles olvidados. Mujeres artistas (siglo X-XVI), Universidad Autónoma de Zacatecas e Instituto Zacatecano de Cultura, Zacatecas 2020.

2 Bernabé Pajares, Alberto, “Prólogo” a Arauz Mercado, Diana, op. cit., p. 13.

3 Bernabé Pajares, Alberto, op. cit., p. 18.

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