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Columna

}}}pssst, pssst, Madigan…(41)

Alejandro García

David Foster Wallace

I

…Esto podría llamarse “Debajo del pelo, la calvicie o el misterio”. Y puede partir de las palabras de las palabras de David Foster Wallace: “Le expliqué a Cheese que vestir de forma convencional y tener aspecto de ángel es bueno para mi carrera y que Gimlet lo comprende. Mi carrera me reporta más de cien mil dólares anuales y además mi madre me envía cheques de su patrimonio personal, así que dispongo de una gran liquidez gracias a lo cual Gimlet y Big y Mr. Wonderful son un grupo de punks muy felices”. Y arranco, con tu permiso, oh, Madigan. La primera impresión de este relato, “La niña del pelo raro” es de incomodidad, incluso de desagrado. Las convenciones de lectura, aderezadas con los aires, a veces intangibles, del neoconservadurismo, de la derecha y del gobierno ultraconservador de los Estados Unidos impiden que uno llegue plenamente al centro del texto. Éste es el ejercicio libre del lector, la degustación y la toma de partido desde la trama misma, pasando por los personajes, por los escenarios y por los ambientes. Está también el asunto del tema. Es muy probable que haya sido una resistencia similar a la que se tuvo con textos irreverentes, como los de Salinger, los Beats, Brautigan o Roth. David Foster Wallace se mete con temas tabú: la infancia, la juventud, el abuso, la sexualidad, las drogas, lo bueno y lo malo de una sociedad. El narrador es personaje, de modo que nos vamos con su opinión y con su visión. Pero Foster presenta un nudo de conflictos frente a los cuales el lector libre pronto encuentra el hilo conductor a los orígenes o por lo menos a nuevos enjambres. Esos chicos en la veintena llegan a la sala de conciertos retacados de LSD. Exudan violencia y desafío. El narrador no es parte de ellos, es un chico bien que ha llegado del Este y tiene una posición social ventajosa en un gabinete de abogados. Va a las reuniones de las juventudes republicanas. Y en una de ellas tiene una disputa natural con un demócrata, que termina mal, con la barba del contendiente en la ponchera. El hombre escapa con los punks, sale de su medio y aprovecha saciar su sexualidad desviada o por lo menos confusa con soltar algunos dineros. Los punks viven al día. Se expresan poco. Su lenguaje más claro es la violencia. Los negros apestan, pero la evolución permite que se les acepte y se les reconozca que hacen algunas cosas bien. El diferendo es profundo y no se muestra el camino de las truculencias que algún día saldrán para arreglarse. La niñez, la ronda de la adultez, descansa debajo de un cabello raro para los raros. La niña es llevada por un adulto. Es uno de los compradores de LSD el que permite llegar a una de las estaciones de crisis de Sick, la de su infancia, quizás muy cercana a la de la niña que quiere ser tocada en su pelo por Gimlet. No es tan claro pues que la condenación deba ir por el lado de los punks, tampoco de los negros, ni de los consumidores de drogas o los conciertos de jazz que no están reñidos con el punk. ¿Dónde está la responsabilidad?… El escenario es el Irvine Concert Hall. Al piano está el jazzista negro Keith Jarret. Gimlet soñó que si no asistía a un concierto, se convertiría en un líquido. Sick Puppy narra, también paga los 120 dólares de entradas de sus amigos Mr. Wonderful, Big, Gimlet, más los abonados Grope y Cheese, que buscaron a Big para comprarle LSD. Seis en total. Sick no tiene problemas con que Jarret sea negro, sólo que los negros huelen mal. Mr. Wonderful huele mal. Es su amigo, como los otros dos punks. De los recién llegados, Cheese le cae bien, Grope se mete con el atuendo del narrador, una vestimenta de hombre formal y pudiente, distinguido, que contrasta con las de cuero, botas, metal, cabelleras del resto. Esto molesta a Gimlet, por lo que ordena a Mr. Wonderful que dañe al entrometido. Grope es golpeado en la parte media del cuerpo. Sick Puppy tiene otro nombre, así lo han llamado sus nuevos amigos. Se dedica a litigar asuntos de daño a consumidores. Es la parte empresarial. Eso le produce más de cien  mil dólares al año. Su padre es un hombre poderoso, de las altas esferas del ejército de los Estados Unidos y su hermano es un fiable militar que lleva el maletín con los códigos nucleares del Presidente de su país. Él ahora está en los Ángeles y en una reunión de republicanos se enfrentó con un demócrata insoportable y no le quedó más remedio que prenderle fuego a la barba del mentecato con su encendedor de oro. Por allí andaban los punks, robando bocadillos y tomando ponche, molestando a los asistentes con su presencia y sus actos. Gimlet buscaba en el ponche cuando fue desplazada por el hombre en llamas en busca de alivio. Allí metió su barba. Así fue como Sick Puppy encontró otro nombre y nuevos amigos. A él le gusta oler bien, usa dosis generosas de colonia English Leather. Le gusta ver el promocional de este producto con una chica sensual, mientras se masturba. Ha establecido una relación con Gimlet. Ella le practica variadas y plenas felaciones, después permite que le produzca quemaduras con su encendedor en la parte posterior de las piernas. Gimlet usa un peinado en forma de pene erecto, aunque en realidad es calva. A la pandilla habrá que agregar a Tit y Death, mujer y hombre, ambos también le practican felaciones, desde que saben del poder de su hermano. Eso no lo hace bisexual, porque Death lo hizo sentir incómodo. Al llegar al concierto la cabellera de Gimlet da problemas de visión del escenario a una asistente. Sick mueve a Gimlet y toda va normal. En la fila de abajo notan la presencia de una niña con el pelo raro, rubio. Está acompañada por un hombre mayor que viste una americana que llama la atención de Sick. Está dudando de aventar una moneda a la nuca del hombre para ver su cara. Gimlet en cambio está obsesionada por el pelo de la niña, nido de extrañas criaturas. Ha sido Gimlet quien le ha dicho a Sick que en los sueños de ella él mata a su padre. Alguna vez eso lo ha fastidiado. Muy cerca del intermedio Cheese consigue sacar al vestíbulo a Sick, quiere conversar con él. El resto queda entre el concierto y sus dosis de LSD. Después de algún intercambio de mensajes, la gente sale. Por la misma puerta sale el hombre de la americana y carga a la niña del pelo raro. Sick se da cuenta que la americana no es tan buena como pensó, está mal cortada, estrecha en la parte posterior. La parte esencial de la conversación versa sobre la felicidad. Sick aparenta ser el modelo de estar bien, de ser feliz. Sí, hubo muchos momentos, como aquel en que me quedé solo con mi hermana y encontramos revistas donde había hombres y mujeres desnudos que practicaban sexo. Y hermano y hermana se desnudaron y Sick la penetró, lo cual ya no fue del gusto de ella. En eso entró su padre, lo llevó a su despacho y le quemó el pene con un encendedor. Le advirtió, si la tocas otra vez, te lo quemaré entero. Así era el asunto de la felicidad o no en el interior de una familia. Desde entonces o tiempo después sólo podría recibir felaciones y sería feliz si la mujer se dejaba quemar la parte posterior de las piernas. Los punks han alcanzado al hombre y a la niña, Gimlet toca el pelo, Mr. Wonderful hace brillar un objeto en la cara del hombre, Sick comenzará a contar lo que hizo… Hay enclaves rígidos en la sociedad norteamericana. Están el ejército y el poderío militar. Sick es heredero de este beneficio o maleficio. Ha ido saliendo de acuerdo a lo pactado. No es el leal funcionario que ha sido su padre. No es el depositario de la seguridad nacional que es su hermano. Es un abogado de daños en consumidores. Es la defensa de empresa con productos dañados y que han dañado a los usuarios. Es un asistente a las reuniones de las juventudes republicanas. Su escape está en enrolarse con los punks, en capitanearlos y encontrar los satisfactores sexuales que su experiencia le ha dictado. Tiene dinero para hacerlo, tiene quién se lo haga. Sick pertenece al lado de un sistema acostumbrado a dominar, a someter a los pueblos del mundo y a una parte de la población autóctona. Las reglas parecen claras, ineludibles. Sin embargo, siempre hay el lado absurdo, la letra pequeña, lo no explicado. Cuando el casi niño ve lo que se puede hacer con el cuerpo y los descubre junto a su hermana, de inmediato se dispone a practicarlo. La niña se queja. El padre los encuentra. Y ni la furia ni el castigo tienen explicación. Sólo se da. Desde luego, ahora viene la advertencia, el daño será total si reincide. Y nada más. A arreglárselas solo en ese mundo que habita y que le permite la distancia con aquellos que han sido dañados por reglas o por observaciones tan absurdas, o tan lógicas, como las que él ha padecido en su privacidad. Gimlet es generosa con él, le practica felaciones y luego se deja quemar. También le cuenta sus sueños y alude a la necesidad de que mate al padre. Él se molesta, también, en el fondo, reconoce, sabe, que la afrenta, el daño, está en él. La incomunicación y la violencia de los punks es su escudo, también la alteridad que le permite sacar un poco su mayor violencia. La niña del relato es la inocencia, el objeto intocado. Por lo menos no sabemos si ya lo alcanzó la maldad o la dosis de castigo del mundo. Su pelo es raro, frente a lo raro de ese emplaste con forma de pene erecto que carga sobre su calva Gimlet. El hombre que presta su hombro para que duerma y sus brazos para que salga del salón de conciertos, es un protector. Algo tiene que llama la atención de Sick, la americana, la seguridad, el cobijo. Es difícil saber el desenlace.…

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