Alejandro García Ortega
…”La vida de mi padre” (“My fathers’s life”) es un ensayo de Raymond Carver que fue publicado en septiembre de 1984 en Esquire. En español forma parte del libro La vida de mi padre. Cinco ensayos y una meditación (1995), bajo el sello de Grupo Editorial Norma, editorial que centró buena parte de su actividad en Colombia. Se trata de una pieza breve, 21 páginas con tipografía de buen tamaño y una caja de márgenes muy amables. Carver recupera la figura de su padre y la reconstruye dentro de ideas y no de una trama, aunque, obviamente, hay nudos narrativos y una posible gran trama que podría definir su vida. El fuerte de Carver no es tanto el recorrido, el mapa biográfico, sino el “hacer” de sus personajes en entornos cotidianos, muchas veces grises, y señalados por el ojo descubridor, primero, y constructor, después. El hermano de “El elefante” aparece cada cierto tiempo a pedirle dinero al narrador. No es el hermano de Carver, es un hermano, alguien que se aprovecha del orden y la solvencia del otro, pero al final, el relato se resuelve en una huida loca, mutua, que responde a necesidades diversas, gracias a la cual se puede zanjar el problema doméstico y lo insalvable de la historia en el terreno de la deuda. En cambio, en el ensayo, Carver se acerca a esa persona que le dio la vida, que vivió a partir de los años treinta entre Washington, Oregon y California. Primero fue parte de los obreros que levantaron una presa. Allí inició, tras la labor de brazo partido, el oficio de afilador. Después se estuvo desempeñando en algunos aserraderos. Clevie Raymond Carver, padre de Raymond Clevie Carver, Jr., viaja de Arkansas a Washington y se contrata para la construcción de la represa Grand Coulee. Apenas ahorra algún dinero va por sus padres y se casa con una mujer a quien conoce al salir de una taberna, ebrio. Regresa a Arkansas y propicia el traslado del resto de sus familiares. Los recién llegados progresan pronto, a Clevie se le escurre el dinero y su vida transcurre en chozas estrechas y puestos con pocas posibilidades de ascender. Cuando va a un aserradero con la posibilidad de formarse como afilador y sustituir al titular, el tiempo pasa y él se mantiene como suplente. No muestra capacidad de respuesta. El escritor recuerda que en una de sus viviendas tenían el baño en la parte frontal, por lo que se prestaba a chanzas de los muchachos que solían llevarlo a otro sitio. Al principio, Carver hijo podía hacer alguna travesura a costa de otros baños similares, pero hubo un momento en que sólo quedó el de su casa. Los demás construyeron espacios para ese uso en el interior. El trago y el flaqueo de su mente fueron las constantes. Ocasiones hubo en que la madre tuvo que encerrarse ante situaciones de violencia, pero también sufrió por los tratamientos médicos y llegó a recibir sesiones de electrochoques. Habría que agregar que el matrimonio procreó un hijo y que éste pronto tuvo que ayudar al padre y en su momento iniciar su vida de obrero. Cuando todo parecía dispuesto para que pudiera el padre tener una buena temporada en otro aserradero, resulta que no les había informado que estaba enfermo, quizás de algún metal que contaminó su sangre. Vienen años de enfermedad, de paro, de aislamiento. Cuando Carver Jr. decide casarse y continuar sus estudios, recibe la noticia de que su padre ha muerto. Con eso inicia el ensayo, con la madre avisando a la nuera que murió Raymond. Ésta piensa primero que el fallecido es su esposo, después siente un considerable alivio al precisar el referente. Alguna vez el hijo le comenta al padre su intención de ser escritor, le recomienda algo, lejano al oficio que Carver pretende ejercer. Decía al principio que hay nudos narrativos muy interesantes. Parco en el hablar, por lo menos en el texto, Carver padre se lamenta por la intervención de Roosevelt al inaugurar alguna sección de la presa: nunca mencionó a los muertos que hicieron posible la obra. Pienso que efectivamente Roosevelt no se ocupó de los muertos de la presa, pero los Carver sí, en la rememoración y reclamo del obrero y en el ensayo y en la galería de personajes de los relatos del escritor. En el plano de los acontecimientos el autor cuenta cómo una noche su madre aprovechaba el sueño del esposo para meter su mano en un platón de agua caliente: así podría hablar: la mujer indaga los misterios de su hombre. Carver afirma que es muy probable que su padre no tuviera algún sueño, que más bien sólo buscaba un oficio fijo, lo dice casi al principio de su exposición. Y sin embargo, en este ensayo que recupera una vida, como en sus relatos recuperó a numerosos personajes que viven en el anonimato o en la masa sin cara, uno puede ver a esos seres (papá) que responden a la necesidad en la medida de sus posibilidades y que se propician mejores condiciones o las de seres cercanos. Quizás no puedan aclararse el camino, pero logran que otros estén en mejores condiciones de librar la batalla. Difícil encontrar el nexo entre esa semilla y su fruto, de Carver a Carver, oh, Madigan, el sendero en que de esas condiciones extremas, surgieron la pluma y la sensibilidad que convirtieron ese universo, de otra manera perdido, en accesible al lector…
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