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Cuento

Cortejo

Por JUAN PABLO OVALLE

Hoy no tengo ánimos de correr para esquivar las piedras que me lanzan al salir de la escuela, aunque es aburrido, es mejor esperar en el baño, un tiempo prudente hasta estar seguro de que no tendré problemas en la calle.

—Vaya, vaya, ¿qué haces aquí palomita?—preguntan los amigos de Axel mientras revisan los baños—. No hay nadie, ¿acaso te gustamos y nos estás esperando?

ꟷNo, ninguno de ustedes me gusta y ya voy de salida, con permiso,—les respondo al caminar a la puerta, encogiendo los hombros e inclinando la cabeza. Uno de ellos, el más alto, me sujeta del cuello y me hace retroceder hasta toparme contra la pared —¿Qué hacen? ¡Solo quiero salir!

Qué sucio eres, ni siquiera te has enjuagado las manos.

—No…claro que me las lavé, están limpias

Eres un mentiroso, si no te las lavas, vamos a secar el orinal con tus pelos de estopa,—después me pegaron en la espalda y con la distracción del dolor, lograron que apoyara mis manos en el orinal.— Pensándolo bien, también vas a secar el mingitorio.

¿Qué hacen cabrones? No sean mamones—. Lo que faltaba, que Axel llegara para oler la basura que soy.

¡Déjenlo!—, les dice.

Para sorpresa de todos, Axel no es un bravucón y también es más fuerte que ellos, por lo que sus amiguitos obedecieron y decidieron irse, no sin antes darme una patada que me hizo caer de sentón en el piso.

ꟷ¿Por qué me hacen esto, Axel?

Lávate las manos y deja de llorar, solo lastimaron tu orgullo,—y lo dice en el tono más seco posible, como si él estuviera enojado. Quizá es mi culpa.— La escuela casi está vacía, te espero en cinco minutos, en el patio con los botines puestos. Voy a avisar que vamos a ensayar.

No quería correr y ahora debo tener ánimos para ensayar, después de que chapoteé en orines, después de que me golpearon y encima de todo, Axel se enoja conmigo.

Muévete niña, deja de hacer berrinche. Llegaste hace tres semanas, ya deberías de dominar el paso más básico. No nos vamos a ir hasta que lo aprendas y entiendas la coreografía. El zapateado es de derecha a izquierda, un golpe, dos golpes, un golpe, un golpe, un golpe, dos golpes y repites en cuatro tiempos, terminas con la rodilla derecha en el piso, extiendes la mano derecha hacia delante como si fueras a tomar la mía, el sombrero en mano izquierda detrás de la espalda, esperas un tiempo, te levantas y te alejas para formar un ocho, yo soy el centro del ocho. Y repites hasta que quede bien.

—Estoy cansado Axel, ya no quiero hacer esto, no hoy.

—Nada de que estás cansado, ¿tenías ganas de llorar en el baño, no? Bueno, pues destroza el tacón del botín contra el pavimento, deja las suelas lizas, acábatelas, cabrón. Suelta los puños, libera la tensión de los brazos, en todo momento tus ojos deben buscar mi rostro, se deben encontrar con los míos. Cuando estés cerca de mí espera un tiempo, inclina tu cabeza lo más cerca que puedas de la mía, pues, soy la paloma que espera un beso de su palomo.

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