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Literatura

Estar viva es estar hecha de recuerdos: Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion

Francisco Velázquez

El uso de la memoria y los recuerdos para narrar una historia después de sufrir la pérdida de un ser querido es un elemento en común en ciertos personajes de algunas obras de Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion. Ya sea desde la novela en el caso de Molloy con El común olvido, el ensayo con Siri en La mujer temblorosa, o las memorias de Didion en El año del pensamiento mágico, quienes protagonizan y narran estas obras resignifican y reactualizan la premisa que Thomas Hobbes advertía desde el siglo XVII en el sentido de que “la imaginación y la memoria son la misma cosa que por diversas consideraciones tienen nombres distintos”.

*El común olvido, Sylvia Molloy. Daniel, el personaje de esta novela, es alguien que tiene claro que la memoria está ligada estrechamente tanto con la invención como con el olvido. Luego de convertirse en académico y después de la muerte de su madre, Daniel regresa a Argentina, de donde emigró a Estados Unidos cuando tenía doce años, para intentar armar el puzle de su identidad e historia familiar. Al hacerlo descubrirá secretos del pasado que le permitirán construir un perfil de su madre que él desconoce debido a su mala memoria. Cuando revisita la Argentina, Daniel se pregunta cómo imaginar, en esa ciudad pobre y abaratada, la juventud de su madre cuando apenas recuerda la suya. Él es consciente de que a los doce años no se han almacenado suficientes recuerdos que le permitan recrear, de lejos, el espacio que abandonó y con el que ahora siendo adulto se vuelve a reencontrar. Por eso dice: “casi no recuerdo la casa donde nací y donde pasé mis primeros años, y lo poco que sí recuerdo no es grato ¿para qué entonces reinventarla?”. Ese énfasis que le imprime al verbo reinventar (las cursivas son mías) permite distinguir que Daniel es consciente de que, al recordar se utiliza la invención; por eso reconoce que es alguien que con frecuencia “recuerda mal”, tiene “falsos recuerdos y reconocimientos”, “mezcla recuerdos” y recuerda y colecciona “nimiedades”, mientras su memoria deja pasar cosas más grandes. Esto se pudiera comprobar porque cuando descubre y lee un diario que escribió su madre en su juventud, Daniel no recuerda cosas que ella cuenta, como el accidente que sufrieron ambos cuando él era niño y su madre atropelló a una persona, o como cuando su padre lo aventó por una ventana: “Los empalmes de la memoria no necesariamente se dan en el sentido que yo espero” porque “es como si mi memoria guardara recuerdos, pero en otro lado, y además de manera superficial, sin textura”, nos dice en alguna parte de la novela. En ese sentido, no es gratuito que otro de los personajes sea consciente de que “no hay memoria pura”. Así, en la medida en la que Daniel se da cuenta de que sus recuerdos no coinciden con lo que descubre, los personajes con los que se encuentra le dirán que “la mala memoria de Proust es la única que permite el recuerdo”, y que sobre “la memoria total, acumulativa, Becket dice que es como una cuerda de tender ropa en la que se alinean los recuerdos, sin ton ni son, como medias o camisas puestas a secar, sin vacíos, sin intervalos”.

*La mujer temblorosa, Siri Hustvedt. La narradora de este ensayo autobiográfico recuerda cuando sufrió un temblor, que le afectó todo el cuerpo menos la cabeza, mientras leía el texto que le dedicó a su padre el día de su muerte. Sin embargo, en su rememoración que hace, ella es consciente de que “la memoria y la imaginación son dos aspectos de un mismo proceso”, y de que, al momento de recuperar un recuerdo, “lo que en realidad hacemos es guardarlos una y otra vez, reconsolidarlos”. Por eso Hustvedt repite con frecuencia que escribir ficción es como recordar cosas que nunca han ocurrido. Para la también autora de Recuerdos del futuro los procesos de la memoria y de la invención están conectados entre sí en nuestra mente porque “la facultad de la memoria no puede separarse de la imaginación. Van de la mano. En mayor o menor medida, todos inventamos nuestro pasado”. Ahora bien, ese proceso de invención al que alude la narradora está relacionado con la carga emocional de las personas, pues ese pasado que se rememora “está construido de recuerdos coloreados emocionalmente. Los afeFrancisco Velázquezctos dan sentido a las experiencias o, como dicen algunos filósofos, les otorgan valor”. Con estas observaciones en voz de la narradora, Siri Hustvedt revisita las nociones que Aristóteles había hecho sobre el tema, y las que más recientemente hizo Antonio Damasio, en el sentido de que la memoria y la razón no pueden desligarse de su carga y contexto emocional, sino todo lo contrario, como también ya lo había advertido Borges en su cuento “La memoria de Shakespeare”.

*El año del pensamiento mágico, Joan Didion. Estas memorias que Didion escribió después de la muerte de su esposo permiten distinguir una idea central que Federico Campbell recuerda con insistencia en su libro Padre y memoria: los recuerdos no se almacenan como fotografías. Es decir, la memoria no reproduce porque no es un almacén o un archivo al que se acuda cuando uno lo deseé, la memoria recategoriza y reclasifica. Ahora bien, esos recuerdos no llegan a la memoria ni sucesiva ni cronológicamente, sino en ráfagas veloces, como se puede percibir en El año del pensamiento mágico. Quien lea el libro de Didion en clave narrativa pensará que está desordenado porque la narradora no sigue una línea narrativa fija, sino que acude a su memoria en la medida en la que va recordando las cosas, de forma salteada. Este aparente desorden es lo que Campbell llama recategorizar y reclasificar; la memoria no reproduce las cosas tal y como ocurrieron: la memoria inventa, recategoriza y reclasifica. Recordar es siempre reconstruir, no reproducir.

Las obras de Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion revitalizan las escrituras del yo puesto que logran convivir y dialogar con las ideas de Hobbes a partir de una perspectiva basada en las memorias, la novela y el ensayo, tomando como punto de partida el uso de la memoria y los recuerdos. Aunque Molloy y Siri siguen escribiendo nuevas obras, lamentablemente, a finales de 2021 murió Joan Didion; su muerte será una lamentable pérdida en el ámbito literario de la no ficción, pero su obra sigue viva, al igual que la de Molloy y Siri, en espera de encontrarse con nuevas lectoras y lectores.

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