“Para entablar una relación con el diablo hay que tener compromiso”.
Henrik Ibsen
“…y el diablo
llegaba a las cuatro de la tarde
mientras el niño
quemaba el patio
y el hermano corría
hacia el horizonte”.
Infancia
Marco Antonio Campos
Juan Félix Barbosa
En los ochenta, el diablo rondaba por todas partes, por ejemplo le susurraba en el oído a Ronald Reagan, mandatario de Norteamérica, para volver a ponerle más tensión a la Guerra Fría; en el 81, la epidemia del Sida se propagaba con una velocidad inusitada, provocando la muerte de miles de personas, y en el 86, el accidente nuclear de Chernóbil, en Ucrania, desató consecuencias funestas para el medio ambiente.
Aunque por otro lado, las incursiones de Satán no fueron del todo negativas. En el terreno de la creación, particularmente de la música, de la llamada basura o Trash, emergieron bandas prodigiosas que le han dejado al mundo una herencia ríspida, sí, pero muy notable y de gran manufactura, en nombre de otra generación de jóvenes que estuvo en desacuerdo con el estado de cosas.
Hell awaits (Spreading of the disease)
Desde la muerte de Paganini, casi en la mitad del siglo XIX, hasta la década de los 30 del siglo XX, ya había pasado mucho tiempo sin otro emisario que portara la estafeta para hacer de la música, una expresión de virtuosismo y desenfreno. Así que, el demonio escuchó las plegarias de un joven negro, supuestamente sin talento, en las que le pedía volverse el mejor bluesero de todos los tiempos. El diablo acudió puntual a la encrucijada donde los pactos se firman con sangre y allí estaba, el hoy mítico, Robert Johnson, a quien, de inmediato, Satán le reveló los secretos del blues para que el joven de color oscuro se volviera, el Rey del blues del Delta y una leyenda perenne, gracias a su inigualable manera de componer, cantar y tocar la guitarra. Aunque, el tema del diablo en la música, seguiría siendo un tabú incuestionable.
A finales de los 60, los Rolling Stones se autoproclamaron Sus Satánicas Majestades y además, declararon públicamente su Simpatía por el Diablo a través de un blues atípicamente lento y novedoso para la época, hecho que les valió ser considerados adoradores del demonio y ser rechazados de inmediato por los conservadores; pero, fue con Tony Iommi, guitarrista de Black Sabbath, fundamental porque liberó un sonido extraño pero adictivo que anunciaría el arribo del Heavy Metal. Lo anterior, porque cuando Iommi, a los 17 años, trabajaba en una fábrica perdió una parte de sus dedos de la mano derecha y fue convencido para seguir tocando, por lo que comenzó a usar prótesis de goma, situación que le cambió el rostro a la música rock, al introducir un sonido oscuro y denso, derivado, por un lado, de la afinación diferente en las cuerdas de su guitarra, menos tensas, y por la otra, al empleo del llamado Diabolus in música, un esquema tonal prohibido durante el medioevo. Ese sonido novedoso haría legión y elevaría a Iommi, sin ninguna duda, al nivel de padre fundador del género.
Con Ozzy Osborne al timón de Black Sabbath surgieron también, las letras que mostraron un gusto particular por el ocultismo, la magia, el paganismo y desde luego, en menor medida, la figura de Satán, hecho que provocó un rechazo categórico de la sociedad conservadora en su momento; pero, como el diablo preparaba terreno, en 1975 surgió otra banda germinal que regó por todo el mundo el evangelio de los ásperos riffs, los ritmos acelerados, las secciones progresivas y líneas de bajo incesantes y protagónicas: Iron Maiden con un disco clave para el metal, The number of the beast, tercero de estudio y el primero en alcanzar el número uno absoluto en las listas de popularidad en Inglaterra; material discográfico que también los catapultaría a la fama mundial.
Así, Iron Maiden, junto a otras bandas inglesas, logró extender un manto hasta entonces impensable, bajo el nombre de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM). El Heavy Metal tenía nuevos bríos, una fuerza que se removía con intensidad en el underground, donde había nacido y una luminiscencia que, en pocosaños, convocaría a multitudes para llenar estadios en todo el orbe, particularmente, con los futuros cuatro Jinetes del Apocalipsis por orden de aparición: Metallica, Slayer, Anthrax y Megadeth.
The world needs a hero (Sound of a white noise)
La basura es considerada como el deshecho o inmundicia que se tira, sin valor alguno. Es la suma de lo que ya no es útil, para volverse un pastiche fétido y contaminante que siempre va a parar a las áreas periféricas de las grandes ciudades, y de cierta manera, tal vez, el Trash metal sea eso, la amalgama de otros subgéneros como el Speed metal cuya velocidad resultaba inédita para finales de los 70, del Hardcore punk, con una agresividad notable y de la NWOBHM, mixtura que se fermentó principalmente en tugurios de Los Ángeles, al sur de San Francisco, California donde varios lustros atrás había florecido el verano del amor hippie.
Cuando en 1977, Ronald Reagan, anticomunista irremediable y sin ser aún presidente, dijo a la prensa, respecto a la Guerra Fría con la entonces Unión Soviética: “Nosotros ganamos, ellos pierden”, atizó el fuego de manera sagaz para convencer al diablo de que el futuro sonaba prometedor e intenso.
En 1981, Reagan ganó las elecciones presidenciales y un par de años más adelante, impulsó ideas de la llamada Mayoría Moral, organización cristiana ultraderechista norteamericana, para fortalecer el conservadurismo en su país, como la prohibición del aborto y la imposición de la Teoría creacionista en las escuelas públicas, entre otras actividades; también, a través de su esposa Nancy Reagan, el Parent Music Resource Center (PMRC por sus siglas en inglés) protestó en contra de la música rock, particularmente del Heavy Metal, con la intención de censurar letras y canciones que consideraban obscenas y peligrosas para los jóvenes norteamericanos de “buenas costumbres”, aunque después de un juicio, se llegó al acuerdo de sólo etiquetar las portadas de discos “ofensivos” con la hoy famosa: Parental Advisory Explicit Content.
Los que eran muy jóvenes en 1980, como James Hetfield, vocalista-guitarrista de Metallica, Tom Araya y Kerry King, vocalista-bajista y guitarrista líder de Slayer, respectivamente, Scott Ian guitarrista de Anthrax, y Dave Mustaine vocalista-guitarrista de Megadeth vivieron las consecuencias de las imposiciones del conservadurismo norteamericano, acentuadas en algunos casos, a partir de 1979, por el surgimiento de Mayoría Moral, hecho que sin duda, se verá reflejado en una buena parte de las letras de los futuros jinetes apocalípticos.
Y si a lo anterior, se añade que esos adolescentes bebieron del abrevadero musical preciso, con piezas setenteras que fueron proteína pura, como: Symphony of the universe, de Black Sabbath, Stone Cold Crazy, de Queen que es quizá, la luz definitiva, Hotter than hell, de Kiss y el himno de guerra, Am I evil, de Diamond Head, entre otras, se puede asegurar que el camino de la basura no sólo estaba trazado, sino que en breve, esa legión de melenudos e iracundos jóvenes iba a explotar desde la clandestinidad con una fuerza excepcional.
Master of Puppets (Kill’em all)
El primer álbum considerado de manera oficial como el que sienta las bases para el arribo del Trash metal, originalmente iba a ser titulado: Metal up your ass, pero, ante la negativa de las disqueras para aceptar el nombre, y gracias a una frase en respuesta del bajista de Metallica, Cliff Burton, finalmente fue llamado Kill’em all, publicado en julio de 1983.
Este disco fue la gran revelación para otras bandas, con riffs de guitarra todavía más rápidos, bajeos aún más duros y distorsionados, y una batería potente que encontró en el doble bombo, el aliado perfecto para incrementar la velocidad en los sonidos graves.
Si bien, con este disco debut, Metallica fue el jinete apocalíptico de la muerte que irrumpió de manera abrupta en la escena, Slayer sería el de la guerra, con una llegada brutal e incómoda para las buenas conciencias, pues su primer álbum: Show no mercy, publicado en diciembre del mismo año, además de las características ya mencionadas del Trash, en la portada, se observa un pentagrama invertido con el nombre de la banda en su interior, aparece la figura de Baphomet blandiendo una espada, y en las letras de las canciones, como Evil has no boundaries, The Antichrist o la que le da el título al disco, las alusiones al satanismo fueron abiertas, hecho que les produjo estar de inmediato en la mira constante de la PMRC.
Un año después, en 1984, Anthrax, banda neoyorkina, lanzó su álbum debut: Fistful of Metal y en 1985, Megadeth publicó: Killing is my business…and business is good, álbum de una fiereza única que llegó para refirmar las condiciones del nuevo subgénero, al mando del vocalista, Dave Mustaine, que en algún momento fue guitarrista líder de Metallica, y también, partícipe del Kill’em all. Con lo anterior, fue sellado el advenimiento de los muy ruidosos Jinetes del Apocalipsis. El diablo había perdido el rubor.
Ya en 1986, concretamente el 25 de abril, explotó el reactor número cuatro de la planta nuclear, Vladimir Ilianov Lenin, en Chernóbil, Ucrania, dependiente de la entonces URSS, considerado como uno de los peores accidentes de su tipo en la historia de la humanidad, liberando una enorme cantidad de materiales radioactivos que alcanzó a flotar por parte de Europa y América del Norte.
Poco más de un mes atrás, en marzo, había explotado otra clase de reactor, metafóricamente hablando, uno que hasta hoy, es considerado el disco número uno del Trash metal: Master of Puppets, tercer álbum en la producción de Metallica, mismo que llevó las convenciones del subgénero a un grado insospechado, elevándolo a nivel de obra maestra y en el número 167, de los 500 mejores discos de la historia del Rock.
En octubre del mismo año, también fue lanzado el tercer disco de Slayer: Reign in blood, álbum que desde su inicio, con la pieza Angel of Death abre las puertas a un infierno brutal de sonidos cuya bestialidad se extiende por todo el álbum, lo que ubica como el más duro de todos los tiempos y a la vez, como otra de las obras maestras del Trash. Mención aparte merece la portada, obra del artista norteamericano Larry Carroll, y que en mucho, evoca el arte de El Bosco combinado con una narrativa visual muy a la Divina Comedia de Dante pero con el toque satanista ya característico de la banda.
Un año después de la publicación de Master of Puppets, apareció el también tercer álbum de estudio de Anthrax: Among the living y que es considerado por muchos, el mejor de los neoyorkinos en toda su carrera musical; mientras que, hasta 1990, aparecería el disco que iba a cerrar esta cadena de obras en la cúspide de la creatividad: Rust in Peace de Megadeth, cuya variación en las secciones rítmicas, cambios inesperados de medidas y el virtuosismo musical lo posiciona en la misma vitrina que los tres anteriores, logro inobjetable para creer que el diablo tenía ya, joyas de alto valor para su corona.
Los cuatro Jinetes, desde su inicio, también abrieron brecha para el surgimiento de otros subgéneros, algunos a la par, o bien, posteriores, como el Black, el Death, el Power, el Doom o el Groove por citar algunos, en donde, dada la diversidad, la brutalidad y el satanismo a ultranza, dejó muy en claro, que el diablo no tenía suficiente con esas cuatro gemas.
Desde ese aparente lejano 1980 han transcurrido cuarenta años y aquellos melenudos iracundos, enojados con el sistema político y social conservador de su tiempo, hoy son leyendas con más de una decena de discos publicados por banda: así, la última producción de Anthrax fue en el 2016 con For all kings; el trabajo más reciente de Megadeth fue Dystopia, en el 2016, lo que lo hizo merecedor al Grammy como mejor interpretación de metal en 2017; en 2015, Slayer, considerados como los altius satanics por excelencia, lanzó el disco Repentless y el 30 de noviembre de 2019, dijeron adiós en El Forum de Inglewood en California; en noviembre de 2016, Metallica, que cuenta con nueve Grammys en su haber, lanzó su décimo trabajo en estudio: Hardwired…to Self-Destruct, y justamente este año, la banda iba a retomar una gira mundial pendiente.
2020
Aunque por lo visto, el diablo tiene nuevos planes…
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