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MÚSICA

Riot grrrls y la magia del DIY

«Cuando ella habla

escucho la revolución en sus caderas»

Rebel girl

Bikini Kill

Juan Félix Barbosa

Bikini Kill es una de esas bandas peculiares de principios de los 90 que supo exprimir a conciencia la máxima del movimiento punk setentero: do it yourself, particularmente en el mundo del rock dominado por hombres. Lo anterior les permitió construir todo un concepto que va de la composición de sus propios temas, la definición de un movimiento, la conformación de un manifiesto y, desde luego, gracias a ese arrojo decidido, conseguir que la mirada de la mayoría volteara a ver el hoy reconocido grito femenino del desacuerdo llamado grrrl.

Antes de ser banda, el nombre de Bikini Kill lo sería para un fanzine de línea feminista que un trío de estudiantes de Olympia, Washington tenía planeado publicar y que, tiempo después, terminaría siéndolo para ese trío conformado por la lideresa vocalista Kathleen Hanna, Tobi Vail en la batería, la multiinstrumentista y bajista Kathi Wilcox y, por invitación, el guitarrista Billy Karren.

Antes de conocer a Kathleen Hanna, Tobi Vail, influenciada por el movimiento feminista e interesada en el tema de las chicas en las bandas de rock, publicó una serie de artículos alusivos en su línea de fanzines titulados Jigsaw zine. De esta manera, Hanna supo de la existencia de Vail, la buscó para conocerla en persona y poco después le envío una lista de chicas músicas instrumentistas para que fueran entrevistadas.

La novedad y frescura de los temas abordados en el Jigsaw zine provocaron tal fuerza, colaboración conjunta, experiencia y ánimo, que de este surgió el fanzine Riot Grrrls!, órgano contracultural, subterráneo y por demás efectivo para llevar las buenas nuevas en contra del falocentrismo rockero, a partir de la convicción de que la mujer también es capaz de organizarse para coger los instrumentos y armar una buena banda de punk. Así surgió la expresión «Riot grrrls», algo así como «chicas disturbio», en la cual la repetición de la «r» en la palabra «girls» emula un gruñido furibundo.

Si bien es cierto que anterior a la explosión del Riot grrrl ya existían vocalistas o bandas femeninas como las Runaways o Siouxie Sioux por mencionar algunas, cuyo sonido, imagen y discurso se enfilaba a iluminar la perspectiva femenina. Ya en los 90 lo rudimentario y quizá el auténtico espíritu del punk motivó a un relevante número de chicas a tomar las cámaras fotográficas, actuar, contar historias en cine y tocar instrumentos, con la decidida convicción de apoderarse de los escenarios, aunque no hubiera trayectorias o virtuosismos.

De esta manera, a la par surge el llamado Manifiesto Riot grrrl, publicado en el Bikini Kill Zine número 2, en 1991. En este documento, con más de una docena de postulados, señalan la necesidad de autovalorar las capacidades creativas femeninas sin caer en los estándares sociales que, invariablemente, lo califican todo como bueno o malo, la urgencia de proyectar el trabajo artístico de las mujeres y la de contribuir a revolucionar un statu quo inflexible impuesto por el capitalismo, el cristianismo y desde luego, el machismo. En este sentido, citamos dos de sus premisas:

“PORQUE sabemos que la vida es mucho más que la sobrevivencia física y estamos claramente conscientes de que la idea del punk rock: “puedes hacer lo que sea”, es crucial para la próxima revolución de unas enojadas Riot grrrl que buscan salvar la vida psíquica y cultural de las chicas y mujeres de todo el mundo, según sus propios términos, no los nuestros.

“PORQUE hacer/leer/ver/escuchar cosas chingonas nos validan y desafían, nos ayudan a fortalecernos y a ganar el sentido de comunidad que necesitamos para descubrir cómo es que en nuestra vida existen mierdas como el racismo, el culto al cuerpo perfecto, la discriminación por edad, el clasismo, la obsesión por ser delgada, sexismo, anti semitismo y heterosexismo…”

Más tarde, tendría lugar la ahora famosa e histórica Convención Internacional Underground de Pop, en la que, por primera vez, se diseñó un espacio exclusivamente para mujeres, no solo abrió la puerta al Riot Grrrl como movimiento feminista musical punk, sino también a que una buena cantidad de músicos del sexo masculino descubriera afinidades y aportaciones de las chicas en todos los sentidos, que complementarían a otras expresiones musicales contemporáneas emergentes, como por ejemplo, el grunge.

Al respecto, Kurt Cobain, líder vocalista de Nirvana, desde siempre y abiertamente se declaró fan de las Bikini Kill. Existe la anécdota de que Kathleen Hanna, líder de esta última banda, llegó un día al ensayo de los de Seattle y le comentó a Cobain que él olía como a Teen Spirit, aludiendo al desodorante, referencia que Kurt ignoraba, pero que de inmediato le soltó el latigazo necesario para titular la que hasta ahora es la canción más representativa del movimiento grunge: Smells like teen spirit.

Si bien Bikini Kill es la banda representativa del Riot grrrl, existen otras que se unieron a ese sonido ríspido, elocuente en sus ritmos básicos y en el sello distintivo de voces femeninas melodiosamente rabiosas para aderezar un género rudo y considerado hasta entonces propio de los hombres: Bratmobile, Babes in Toyland, Slant 6, Heavens to Betsy, The Quails, Huggy Bear, Sleatter Kinney o Le Tigre, esta última banda propuesta posterior de Kathleen Hanna.

Musicalmente hablando, si se deconstruye el sonido de Bikini Kill puede notarse que emerge de las bases del punk más elemental; tiene la frescura que le da la incorporación de esa mirada femenina en vocales, coros, letras, y además, la fuerza eléctrica de sus guitarras coquetea abiertamente con un movimiento cogeneracional que explotará meses después, surgido a pocos pasos de Olympia, en Seattle: el ya mencionado grunge.

De la discografía de Bikini Kill puede resumirse que hicieron seis lanzamientos: el primero, Revolution Girl Style Now! (en cassette); el segundo, Bikini Kill (EP); el tercero Yeah, Yeah, Yeah, Yeah, ya long play (1993); el Pussy Whipped (también LP en 1994), y el LP Rejected all american, en 1996; estos últimos cuatro lanzados por la discográfica Kill Rock Stars.

De esta discografía, quizá el sencillo más recordado es Rebel girl cuyo comienzo, con un incesante golpear de los tambores a cargo de Tobi Vail, la decidida intervención de Billy Karren mediante un rasgar de quintas, el bajo preciso de Wilcox y la voz desafiante de Hanna lo convirtieron en un emblemático grito de guerra femenino. La letra involucra diversos mensajes que van desde la libertad de elegir, y la sexualidad hasta el sentimiento festivo que deriva de gritarle al mundo, abiertamente, todo lo anterior.

El impacto del Riot grrrl, impulsado en gran medida por Bikini Kill, logró sumar no solo a una legión de féminas en el mundo, sino también impulsar la formación de bandas como Hello Cuca, Sybil Vane, Meconio y Las odio en España y Las Ultrasónicas, en México; esta última agrupación merecería, por sí sola, un artículo completo.

Desde lo musical y lo ideológico, el Riot grrrl surgido en la década de los noventa, y de la mano de Bikini Kill, por su sinceridad, su rabia y su capacidad de autogestión logró ser la articulación idónea entre el cierre de la tercera ola del feminismo de los 60 y el nacimiento de la cuarta, marea que en su oleaje lleva de fondo, entre otros himnos, la entonación de Rebel girl.

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