Por Julián Mitre
Pelotita de ping pong es uno de mis cuentos preferidos de Las
condiciones de la guerra de David Ojeda, pues consigue, a través de la ausencia de
puntuación, ideas desordenadas y un lenguaje coloquial, adentrarnos en los
pensamientos de un niño que lo mismo se preocupa por lo feo del uniforme de su
primaria, que por un ataque comunista. El título del relato hace referencia a
la explicación del funcionamiento de la bomba atómica leído por el protagonista
en un artículo, y es justo una bomba lo que pone en marcha la historia presentada
por el escritor Brian K. Vaughan y el dibujante Niko Henrichon en Pride of Bagdad,
obra que, como Pelotita de ping pong,
aborda la narración desde un punto de vista por demás difícil para cualquier
escritor –un niño en el relato de Ojeda, un animal en el de Vaughan- debido a la
maestría necesaria para lograr que al lector le resulten creíbles.
En abril de 2003, cuatro leones escaparon del
zoológico de Bagdad durante un bombardeo estadounidense. Hambrientos y
confundidos, los felinos vagaron por la ciudad hasta que soldados americanos
los mataron a tiros. La noticia fue ignorada por los medios estadounidenses –como
muchas otras muertes-, no así por Brian K. Vaughan, autor de la premiada novela
gráfica Y: The Last Man (número uno en ventas en la lista Graphic Books Best
Seller del New York Times), quien encontró en ella, como explica en la
presentación del proyecto a sus editores, la excusa ideal para realizar, por
medio de una sencilla fábula, tres complicadas preguntas: ¿Cuál es el verdadero significado de la libertad? ¿Es posible dársela a un país, o sólo es posible obtenerla a través de la
determinación? ¿Es realmente mejor morir libre que vivir como esclavo?
Los miembros de la manada son: Zill, el patriarca,
que extraña la libertad, pero agradece las comidas regulares del zoológico; Noor,
la pareja de Zill, una leona joven que, a pesar de conservar pocos recuerdos de
su vida en estado salvaje desea la libertad y se encuentra tratando de
convencer a otros animales para fugarse momentos antes de la explosión; Safa,
una hembra ciega y la más vieja del grupo, ella tras casi morir atacada por
otros leones no puede entender por qué alguien abandonaría la comodidad de las
jaulas; y Ali, un cachorro hijo de Zill y Noor nacido en cautiverio.
El lector se verá inmerso en el viaje que
realizan estas bestias en busca de alimento y refugio desde el zoológico,
pasando por el parque Zawra (un oasis del que una manada de bestias mecánicas
los obliga a huir) hasta llegar a una Bagdad en ruinas y solitaria, pero no
exenta de sorpresas y peligros.
Otro animal con un rol importante dentro de la
trama es Fajer, el malvado oso negro inspirado en un oso real que atacó y
devoró parcialmente a tres civiles cuando los morteros estadounidenses destruyeron
las barras de su jaula. En la historia, Fajer funciona como una alegoría al
régimen de Saddam y los terroristas que por medio de la violencia intentan
mantener el status quo.
Pero Fajer no es la única metáfora en esta saga
con claros tintes orwellianos, pues el zoológico y cada uno de los leones
representan algún sector de la sociedad iraquí y su manera de enfrentarse al
conflicto bélico y sus consecuencias.
Pride of Bagdad fue editada en el 2006 por
Vertigo, la línea alternativa de DC Comics, y en 2007 obtuvo el premio Harvey
como Mejor Novela Gráfica Original, se
trata sin duda de una conmovedora obra que nos hace preguntarnos ¿cuánto se
estaría dispuesto a pagar por la libertad?