Montserrat Morales
Luisita Gómez y Amelia Ledesma nacieron alrededor de la década de los 50, en España. Se conocieron en los 70, en Madrid, justo en el punto en que el país clamaba por democracia. Franco ─con su muerte─ los dejaba descansar en paz, una paz muy aparente al principio, porque la represión seguía vigente para los que no eran partidarios del régimen: rojos, demócratas, republicanos, artistas, liberales y homosexuales; entre otros colectivos.
Amelia siempre supo quién era, pero la que se sorprendió fue Luisita, cuando sorpresivamente se enamoró de Amelia, como en un sinsentido que, irónicamente, hizo que todas las piezas de su vida cayeran en su lugar. Lástima para ellas (y muchas más, claro), que, en caso de atreverse a mostrar su afecto en público, sentirían el peso de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que castigaba con cárcel, terapias de inversión y trabajos forzados a quienes incurrieran en escándalo público. Solo la historia sabrá las estadísticas reales de las víctimas de esa ley. Ellas dos, en la ficción, también fueron llevas presas.
Nuestras amadas protagonistas de este romance se ubicaron originalmente en los 70 en la serie televisiva española “Amar es para siempre” producida por Atresmedia Televisión y Diagonal TV. Y como el título lo indica, sí que va para largo, porque el programa es la continuación de “Amar en tiempos revueltos”, antes bajo la producción de Radio Televisión Española. Acogidas por estas casas productoras, Luisi (Paula Usero) y Amelia (Carol Rovira) han pasado un mar de aventuras: desde el rechazo inicial a su homosexualidad, pasar por la Dirección General de Seguridad por eso mismo, hasta formar parte de los primeros movimientos reivindicativos del colectivo de la mano del Front d’Alliberament Gai de Catalunya, pasando por todo lo que una relación de pareja vive, porque lo importante de su historia ha sido resaltar lo normales que son las relaciones homosexuales, lésbicas, etc. (no nos gustan las etiquetas).
Afortunadamente, estas chicas de los 70, son amadas en todo el mundo en el presente. Con la etiqueta #Luimelia (de Luisita y Amelia), comenzó en redes sociales un clamor mundial. Y las voces de cientos de miles de seguidores han pedido que, por favor, las dejen vivir su amor en paz. En los tiempos revueltos que nos toca vivir a nosotros, un deseo hecho realidad se agradece mucho. Dos de los genios de la lámpara son quienes les han dado voz a ellas: Borja González Santaolalla y Diana Rojo (guionistas) nos han obsequiado #LUIMELIA, un spinn-off dedicando exclusivamente a la historia de amor que ha roto barreras como ninguna otra.
Las chicas son prácticamente las mismas, pero ahora se enfrentan a otras cosas: la falta de trabajo, la falsedad de las redes sociales, las aplicaciones de ligue, etc. Aunque ellas ahora sí pueden vivir su sexualidad libremente, y tomarse de la mano a plena luz del día, saben que la lucha por la igualdad y el respeto de sus derechos no para.
#LUIMELIA se fue formando a través de tuits y publicaciones en Instagram, porque la salida del armario de las primeras Luisi y Amelia ha tenido una repercusión enorme en el público. Las interacciones demostraron la cantidad de personas tocadas por la historia original que se atrevieron a ser ellos mismos, a decirle a sus familia y amigos que, así como Luisita descubrió una parte de sí, lo mismo les ocurría. Y todo estaba bien.
Estamos ante una de las primeras series transmedia de España, porque el público forma parte de la historia; ha ayudado a escribirla y es también protagonista de los episodios. Luisi, Amelia y otros personajes interactúan diariamente en redes sociales con todo el fandom. Hay intercambio de consejos, se etiquetan mutuamente, se hacen menciones en Twitter, etc. El amor ha roto las barreras del tiempo y el espacio. Esta nueva forma de contar una historia que nació por petición del público ha hecho a este mismo parte de todo. Se trata de una audiencia mayoritariamente del colectivo LGTBQ+, que clamaba por referentes “reales”, más humanos y cercanos a ellos.
Del narrador omnisciente de la televisión tradicional, han pasado al narrador en primera persona en un formato experimental que constantemente rompe la cuarta pared, que hace falsos documentales, para terminar con un narrador público que se apropia de la historia al final de cada episodio.
Gracias a propuestas como ésta, se abordan cada vez más y de forma más acertada temáticas que hasta ahora no tenían cabida en la programación mediática a nivel nacional o internacional. Si bien han existido desde hace años personajes gays, trans, etc., las tramas nunca giraban completamente en torno a ellos, había alguna especie de tragedia que impedía la tan buscada felicidad o todo quedaba como en un segundo plano, como cubriendo una cuota de género. #LUIMELIA ha logrado crear dos personajes icónicos que dan voz a una parte de la sociedad que sigue luchando por la igualdad, y han sido los telespectadores quienes le dieron a ellas la oportunidad de ser libres.
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