Christian Ramos Castro
La
presencia de las mujeres creadoras en la narrativa es fundamental. La
diferencia entre las palabras escritas por el género masculino y
femenino creo
reside en que ellas profundizan más en las relaciones
interpersonales y logran una íntegra capacidad de introspección. En
cambio, el otro se concentra en la búsqueda, choque o encuentro con
las diversas manifestaciones que representan el dominio y uso del
poder.
En
particular, cuatro mujeres han sido pilares en mi desarrollo, ya que
tienen esa característica de mezclar realidades, personajes,
anécdotas, recuerdos y ficciones. Sylvia Plath, con cabal y profundo
contenido autobiográfico en algunos de sus cuentos, sobre todo su
novela The
Bell Jar, y
esa avidez por otear y consignar su experiencia vital tan similar a
cuando se encuentra alguien en un precipicio tentando a lanzarse al
vacío, oscila entre lo sublime y lo trágico.
Lucia
Berlin, cuya gran parte de su obra es autobiográfica, característica
de la literatura del yo, autoficción, con la constante de mostrarnos
en realidad que la vida es cabrona, el dolor de las rutinas de
nuestras vidas, y la abrumadora melancolía. Su obra contiene giros
inesperados tan parecidos a de pronto, durante un trayecto,
estrellarse la cabeza contra el parabrisas del auto, en un repentino
frenar. Leer a Berlin es una invitación a intentar esbozar una
sonrisa con la quijada dislocada; pese a toda adversidad, hay que
buscar el lado irónico de las cosas.
Alice
Munro, que escribe sin exhibiciones ni énfasis retóricos, y cuya
preocupación está centrada en la precisión verbal y artística
que, al tiempo que delimita, se expande en sutilezas y matices. Este
es el tipo de destellos que, sin complicar la sencillez, caracterizan
su prosa y sus relatos, con un excelente oído para elaborar o
reproducir de forma fidedigna diálogos.
Guadalupe
Nettel tiene una capacidad extraordinaria para el lenguaje,
suficientemente transparente y sin rebuscamientos, empleándolo
engañosamente sencillo. Tiene un ritmo perfecto, frases donde no
sobra ninguna palabra. Y ese mundo interior sólido que da pauta para
escribir historias genuinas y perturbadoras, con personajes
inadaptados, outsiders.
El
común entre estas cuatro escritoras es que logran observar y narrar
la condición humana y sus contrariedades, con precisión quirúrgica,
profundidad e intensidad.