Néstor Pompeyo Granja J.
El horror es una experiencia multisensorial. Es una capacidad que los seres humanos hemos explotado y traducido en múltiples representaciones a través de distintas formas de expresión. Con el pretexto de Halloween y Día de Muertos, muchos artífices del arte han aportado sus propias interpretaciones del horror como cualidad humana (aunque no exclusiva de nuestra especie) y de la muerte como única certeza. En este marco, la diversidad ideológica que permea tales fechas ha permitido que la aproximación artística se diversifique, dando como resultado una mescolanza discursiva que, aunque heterogénea, mantiene como leit motiv la fascinación por lo oculto, lo que hay (o suponemos que hay) más allá del plano dimensional que compartimos en este tiempo y espacio. La música, por supuesto, es una de las actividades humanas que ha procurado abordar dichos temas desde la ficción, la convicción ideológica o la representación cultural-arquetípica, entre otros motivadores.
A continuación, un breve repaso por cinco obras musicales contemporáneas que, dado su contenido, han sido mayor o menormente inspiradas por el horror, la muerte y lo sobrenatural. Tal condición las convierte, a criterio personal, en una escucha perfecta para ambientar las próximas celebraciones de Halloween y/o Día de Muertos.
1. S. J. Tucker, “Witchy Ways: An October Mix-Tape” (2013)
Una recopilación de canciones que rinden tributo a la celebración de Samhain. El estilo de S. J. Tucker remite visceralmente a rituales paganos de comunión con la naturaleza, donde se respiran atmósferas brujeriles, imaginería wicca y cantos de poder ancestral. En un momento, la intérprete puede sonar como una vieja trovadora y, al siguiente, como una hechicera del folk y el blues contemporáneo, pero siempre con la constante de una energía mística que se sirve de la guitarra acústica y la percusión ritual para vestir sus composiciones. La voz de Tucker es un encantamiento certero que a veces parece sobrehumano: acaso cuando canta, sea su espíritu familiar el que aúlla a través de su garganta.
Disponible en: https://skinnywhitechick.bandcamp.com/album/witchy-ways-an-october-mix-tape
2. Necrophagia, “The Divine Art of Torture” (2003)
El death metal y los teclados tienen una relación histórica de ambivalencia, que la mayoría de las veces no va más allá de un pastiche mal logrado; pero el caso de Necrophagia se desmembra aparte. En este álbum, los riffs de la vieja escuela copulan a lo salvaje con atmósferas auténticamente demoniacas: aquí, los teclados son pieza clave para lograr un sonido demencial que se complementa a la perfección con la voz infernal de Killjoy, de quien se agradece que busque una identidad vocal más allá de los típicos grunts. El resultado es un death metal de raíces clásicas con un sello inconfundible que, además, sirve como homenaje al cine de horror blasfemo: en las letras de este álbum encontramos referencias a gente como Lucio Fulci y Zé do Caixao, o a piezas míticas de la cinematografía underground, como la infame serie de “Guinea Pig”.
Disponible en: https://necrophagia.bandcamp.com/album/the-divine-art-of-torture
3. Terrortron, “Necrophiliac Among the Living Dead” (2016)
Una hipotética banda sonora para una película ficticia de terror erótico. El gran triunfo de Anders Manga —el hombre detrás del proyecto— es la maestría para recrear ambientes evocadores del cine de terror de los 1980s, con un uso preciso y puntual de los sintetizadores analógicos. A través de piezas puramente instrumentales, Manga es capaz de generar imágenes cargadas de tensión y dinamismo macabro, apelando únicamente a los arquetipos almacenados en el inconsciente del escucha. Aquí se mezclan influencias del giallo italiano, el synthwave y el progresivo subterráneo. Sin necesidad de voces ni letras, y con el único apoyo visual de una portada vintage, este álbum puede presumir de sólidas cualidades narrativas y descargas electrónicas que van directo a la espina dorsal. Alucinante.
Disponible en: https://terrortron.bandcamp.com/album/necrophiliac-among-the-living-dead-original-soundtrack
4. Mitote Jazz, “Cala Calaca” (2005)
Esto es lo que resulta cuando el jazz más anti-ortodoxo se casa con el folclor latinoamericano. “Cala Calaca” es una lúdica fusión de estilos: un colorido ramillete donde converge Jorge Luis Borges con Gerardo Enciso; donde Georges Bizet y Charles Bukowski se toman un trago al tiempo que Pier Paolo Pasolini baila con Violeta Parra, mientras Chava Flores platica con Reinaldo Arenas y Francesca Gargallo; donde Arturo Cipriano —anfitrión y orquestador de la dantesca escena— sonríe divertido mientras toca su flauta y su sax. Mezcla de poesía, canción popular y composiciones originales, “Cala Calaca” y su peculiar abordaje de la muerte es uno de los documentos musicales más interesantes en lo que a dicha temática se refiere. Un álbum de profunda riqueza letrística, musical y cultural.
Disponible en: https://open.spotify.com/album/2JbhtusphzIITOj68ppkjY
5. Exsecror Vecordia, “Nosferatu” (2007)
Un álbum compuesto y diseñado para acompañar la proyección del filme “Nosferatu: Eine Symphonie Des Grauens” (Friedrich W. Murnau, 1922). Se trata de un trabajo instrumental en su mayoría, apoyado eventualmente por emisiones vocales que subrayan la intención de ciertos fragmentos de la historia. Escuchar el disco y ver simultáneamente la película, es una experiencia escalofriante y retadora a los sentidos: el espectador se ve forzado a reelaborar sus perspectivas de la cinta, pues la conjunción de sonidos eléctricos, batería, voz soprano y gutural, con los elementos puramente orquestales, estructuran de un modo diferente —brutal, inevitablemente contemporáneo— la lectura de este clásico del expresionismo alemán. Por cierto, un punto fuerte del álbum es que funciona como pieza independiente de la película, pues se trata de una partitura compleja, plena de dramatismo y texturas de puro horror sonoro.
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