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MÚSICA

Flor de Fango

Por FÉLIX BARBOSA

La Flor de Fango se abre sobre la superficie del agua y sus raíces se afianzan en el limo lodoso del fondo, imagen que la naturaleza brinda para el hombre como un símbolo del florecimiento desde la oscuridad o la suciedad. Nenúfar, ninfácea o flor de loto son los nombres apropiados para esta planta de aguas con lentas corrientes. La Flor de Fango suele florecer por la noche y cerrarse durante la mañana; de hecho, en las mitologías ancestrales como la egipcia, la hindú o las orientales se creía que, tras la apertura de la flor, por lo general, de entre sus pétalos surgía el nacimiento de alguna deidad o una que otra joya que iluminara la noche.

Esta poderosa imagen del ciclo de los nenúfares ha motivado, durante mucho tiempo, a diversos artistas para crear obras que se volvieron referentes en cuanto a la exploración de las pasiones humanas que nacen desde lo más oscuro, para estallar en la superficie con un indicio de belleza y transformación, como por ejemplo, el escritor colombiano José María Vargas Vila que publicó una obra homónima en 1898 o bien, el mexicano, director de cine, Guillermo González con su película estrenada en 2012, titulada, precisamente: Flor de fango.

En Rioverde, San Luis Potosí, el creador de una banda, cuyo nacimiento musical se fecha el 27 de octubre de 1998, comenzó con el impulso de emular a grupos de aquel entonces como Caifanes, o ritmos vigentes de la época como el ska o el reggae, y decidió nombrarla Flor de Fango, en honor a la planta que, en aguas rioverdenses, es típica. Hoy el grupo está de celebración, pues ha llegado a los 25 años de edad con un camino recorrido sólido. El principal impulsor es Ricardo Eduardo Verástegui, mejor conocido como Gis en la hoy escena rockera latente de la Zona Media. Gis es sinónimo del rock y su historia en Rioverde, es baterista, vocalista y además, reconocido y demandado DJ para las celebraciones de rigor en aquellas latitudes.

Justamente, y sin proponérselo, Gis ha sido el motor del surgimiento de una escena musical que comenzó a palpitar en Rioverde en medio de la inexistencia de grupos de rock, sobre todo con música propia, gracias a las clases de batería que empezó a ofrecer y de las cuales surgieron nuevos y potenciales músicos que, en un futuro no lejano, le darían rostro, presencia y originalidad al rock hecho en casa, pese al muy marcado gusto entre la población por la música regional mexicana y, en algunos casos, el desdén popular hacia el rock y sus variantes.

En un comienzo, la banda estaba integrada por Antonio Lara, en el bajo (+), Salvador Olguín, guitarra líder, y Ricardo Verástegui en la batería y la voz, y poco después, de alumno de Gis, Christian Dustin Martínez ingresó como segunda guitarra. En la actualidad, este último es quizá uno de los guitarristas más representativos de Rioverde.

Es en propia voz que Ricardo Eduardo Verástegui comenta para los Testigos de Madigan, los orígenes de la Flor de Fango:

En los 90 nos juntamos para echar relajo, desde el 88 más bien, pero, no le atinábamos a nada. Entre amigos nos juntábamos a tocar puros covers de Caifanes, Rostros Ocultos y Miguel Mateos, entre otros. Entonces, yo tenía la inquietud de escribir, escribía mis ideas y quería ponerles música, pero, con el cuate que tocaba no le llamaba la atención. Después, armé Espasmo y nos tocó estar contigo en San Luis Potosí, capital, varias veces y pues, acá en todos lados, Xilitla, Valles y bueno, mi hermano se casó, ya no lo dejaron, los demás se fueron a estudiar a otros lados. Entonces, le paro completamente y luego, con los chavillos a los que les enseñaba a tocar batería, donde tenía mis instrumentos, me los jalo para hacer algo musical. De entre ellos, Dustin, Salvador, el Vikingo, Fernando Manzo Quijano, excelente músico, Adrián Sánchez, Chaya -que ahora anda tocando con Tush en la capital-, Hugo Méndez; todos excelentes músicos. Después, se va integrando Carlitos Andrade para afianzar la batería; pero no encontraba yo quién cantara como la rola lo pedía, no porque yo cante mejor, yo las escribo, les meto el feelin, no soy buen vocalista, cantante, ni mucho menos, pero le doy como lo pide la canción. Más tarde, entra Carlos Salas, el Gordo que fue de los últimos, él andaba en otras bandas, y se quedó acá en el bajo. Así anduvimos del tingo al tango, fuimos a Chiapas, a SLP infinidad de veces, abriendo a bandas hoy reconocidas como Zoé, Panteón Rococó, Inspector y la Tremenda Corte. Ah, porque al principio nuestro sonido era ska y reggae, pues también estuve en Reciclados, que es otra banda característica de Rioverde. Traía esa influencia, pero con algo de mi música. Luego, entra Dustin, que es agresivo en la lira. Con él grabé el primer demo que se oye muy ska y reggae, pero empezó a transformarlo y así, nos fuimos haciendo más ponchados con más distor. No soy buen cantante, pero se me facilita rapear mezclando hip hop con algo pesado, como estaba de moda. Se dio el momento y eso nos llevó a eventos, nos comparaban con el género de Nümetal, con bandas como Papa Roach, y te sientes padre, pero buscamos nuestro sonido propio, cambiando en el proceso de nuevas rolas, grabando las que tenías, algunas las rehicimos y otras, siempre con colaboración de todos.

¿Qué tan difícil fue picar piedra en un lugar donde el rock no se tocaba y menos había música original?

Lo que hemos hecho, como todo mundo, trabajar. Hemos tenido entrada, la mayoría con recursos propios, la Flor lo ha hecho con recursos propios, alguno ponía su carro y entre todos para la gas, una cheve, un pomo, pero, esperando algo, no. Hemos tenido anécdotas graciosas, como cuando los organizadores te dicen “Pues no, no salió bro, aí pa’ la otra”, y te quedas de a seis. Bueno, pero toqué con grandes bandas. Es cierto que regalas el trabajo, quizá, pero lo haces con gusto. Vamos siempre a donde a alguien le hayan gustado tus rolas, en donde te dicen “regresen” por iniciativa del público. Hemos ido contra la marea, pero, si hay gusto genuino en la gente por nuestra música, allí estamos picando piedra. Y en cuanto a lo económico, creo que es imposible, ni pensarlo.

¿Cuáles han sido sus experiencias en el camino?

Hemos tenido muchas anécdotas, por ejemplo, en la capital, en un concierto que se llevó a cabo en el auditorio Miguel Barragán con un sonidazo profesional hubo un organizador que nos quedó a deber y nos quedamos sin dinero, lo bueno es que íbamos en el auto de mi hermana y ella tuvo que afrontar los gastos, porque nos regresamos, incluso sin cenar, pero, volvimos encantados y eufóricos por nuestra presentación que gustó mucho.

En San Felipe, Guanajuato, en un festival de bandas duras, éramos la única que no provenía de la capital. En aquel lugar de Guanajuato, el público era muy roquero y lo prendieron grupos muy pesados, duros, como Euskasquerra. Y, por ejemplo, a bandas de ska o de reggae, las apedreaban, las bajaron y pues, nosotros con miedo y antes de tocar dijimos, si empiezan así, nos bajamos no pasa nada, pero sí les gustó, pasamos el filtro con la gente de San Felipe, no nos la acabábamos y pues, órales, pasas el filtro y eso te llena.

Actualmente, acá en Rioverde conocen nuestro sonido, nuestras rolas, esto y los aplausos, las mentadas, los chiflidos, pues, a todos nos echan porras, nos encanta porque generas una reacción en el público, por ejemplo, en nuestro aniversario no ganamos nada, pero, el contacto con la gente no lo cambias por nada, con esa idea te mantienes.

Comentabas, Gis, que desde siempre te ha llamado la atención escribir. ¿De que hablan las canciones de la Flor de Fango?

Antes de la flor no había rock hecho en Rioverde, todo era covers, y la Flor marcó un parteaguas a la par de Reciclados, pues ambos hacíamos música propia. Yo llegué a tocar con Alex reciclado, muy buen compositor. En sus letras, él habla de la localidad, pues, se enfocó en escribir sobre Rioverde, Santa Catarina; por ejemplo, la canción “Orquídea” es un rolonón, habla de nuestros lugares, de hecho, la palomeamos aquí en Rioverde, es un clásico de acá, honor a quien honor merece. Yo quise componer ska y reggae, oía cosas muy subjetivas, medio dark, como el hablar de mi experiencia como pareja, no misógina, no, porque la banda no lo es, y me enfoqué en mis relaciones, por ejemplo en: “Bella durmiente” habla de una mujer que engaña a su pareja en sueños, “Sex on line” sobre algo que veía en mis compas de entonces, que hablaban por teléfono a las hot line, llamadas calientes; “Nadie me lo cree” de cuando estaba Salinas de Gortari y el genocidio ocurrido en Chiapas y en diversos lares, “Amarillo” que habla de los medios de comunicación, hasta la fecha muchos vendidos: Es mi visión, siempre sobre la anécdota con la cual puedas sentirte identificado.

¿Podría decirse que en estos 25 años de existencia la Flor de Fango ha dejado huella con su música para el soundtrack de vida de las generaciones que los han visto sobre el escenario?

No lo había pensado así y no quiero pecar de presuntuoso, pero, viéndolo bien, hay generaciones que me dicen en Facebook, en cada publicación “Yo los veía tocar”. Músicos que hoy son importantes me dicen “Los vi en el escenario y entonces pensé: también quiero tocar”.

De hecho, a mí me ocurrió lo mismo. Yo veía a otros músicos, aunque de covers, fui fan de ellos, iba a las primeras tocadas que eran bailes, pero tocaban una que otra de rock, como las de Billy Joel o Eye of tiger de Survivor, y pensaba “Uh, que la chingamos, nuca podré tocar así”. Ya después, Abelito, el Muñiz y yo empezamos con una banda alterna a la Flor, de puros covers, llamada Squalo, y la gente iba a los bares y nos pedían canciones de la Flor de Fango. Creo que sí están en el soundtrack de Rioverde, y te da gusto. No lo había cavilado hasta ahora que me lo dices, no lo había pensado así pero, pues sí, si son bastantes compas desde un principio. Y de las que más nos piden está la de La “Bella durmiente”, “Nadie me lo cree”, “Sex on line” o “El Ecoloco”. Cuando hay festival tocamos 5 o 6 canciones y párale. Tocamos esas, las nuevas no las conocen. De estas, “El Ecoloco” es un arreglo a la música del programa de televisión Burbujas que veíamos cuando niños. Se nos ocurrió a un amigo y a mí. Él ya no está. Éramos los dos cantando, empezamos a tararear, dijimos “Suena bien” y te das cuenta que los arreglos son fenomenales, son de Juan García Esquivel, el mejor músico que ha dado México, arreglista y compositor. Y me quedé con esos sonidos oscuros, los adaptamos a nuestra canción y pegó.

Actualmente, La Flor de Fango está formada por Carlos Andrade, baterista; Juan Carlos Salas y Monserrat Uresti en el bajo, y las voces (cabe destacar que Monse, como le llaman de cariño, es la primera mujer bajista y roquera en Rioverde), Christian Dustin Martínez, guitarrista, y Ricardo Eduardo Verástegui en la voz; alineación que le ha dado no solo la estabilidad necesaria, sino el fortalecimiento creativo, frescura y sobre todo, el lazo de unión y afectividad necesaria para todo el grupo.

¿Qué planes tienen para seguir celebrando sus 25 años?

En breve, terminar la grabación de un disco simbólico pa’ los compas y como recuerdo, después, subirlo a las plataformas como Spotify o Deezer. El disco en físico será un regalo para tus amigos cercanos. Queremos sacar 15 rolas, 13 propias y 2 covers que nos gustan. Luego hacer una especie de gira estatal con tres bandas, una de ellas, Lengua Armada, por Matehuala, la capital, Santa María del Río, Valles, Xilitla, Cd Fernández, Rioverde y Cárdenas, y en cada circuito invitar a una banda local; para eso, estamos viendo apoyos municipales, aunque es muy complicado, pero queremos perfilar esta gira, no tan ambiciosa como se piensa, porque es imposible, hay muchos municipios no prestos al rock, y si lo están no hay presupuesto o es muy raquítico; también buscaremos apoyo con la iniciativa privada, con amigos comerciantes, que muchas de las veces nos ayudan con especie y pues, a seguir en el camino.

Los budistas llaman a la Flor de Fango “Padma” palabra derivada del sánscrito, y lo toman como modelo para crear mandalas, que son representaciones simbólicas espirituales y rituales del macro y el microcosmos. En el antiguo Egipto los padmas eran los sitios en los que afloraba lo mejor de cada uno. En Rioverde, el padma o la Flor de Fango sigue siendo ese sitio del que han florecido músicos notables y canciones que suenan en los oídos y en la memoria de los jóvenes y no tan jóvenes rioverdenses.

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