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MÚSICA

Radio Madigan: Novísimo Alt Mexa

Por MIGUEL DÍAZ

Cada generación tiene su sonido particular, y cada artista recorre sus propias exploraciones, a veces coincidiendo o apartándose de los estilos y géneros convencionales, desarrollándose así una amplia diversidad de manifestaciones musicales. La pluralidad del arte actual en México permite ver una rica conglomeración de diálogos abiertos a la exploración del ruido y el ritmo, con una lírica urbana, íntima y surreal, que parece capturar el sentido del tiempo que nos atraviesa de prisa. Como muestra de esto, he aquí tres álbumes publicados recientemente de proyectos de música alternativa de la Ciudad de México.

peek!, unperroandaluz, 20 de julio.

Desde Ecatepunk, “el hoyo de mierda más bonito del mundo”, unperro andaluz ha juntado en su álbum peek! una serie de piezas musicales asombrosas por su experimentación formal del sonido, más la frescura de su no wave mexa, entre el ruido y la melodía pop.

“la piedad”, el primer sencillo de este trabajo traza las líneas generales de la obra: una sección rítmica machacona, sonidos computacionales y mecánicos que crean una acelerada base para un himno de desolación y pérdida en medio del caos de la ciudad, entre gritos de saxofón y claxons: “que si me muerdo las uñas / y mis pies se vuelven máquinas / pero no hay odio, confundimos la piedad como castigo”.

Es interesante el lirismo de las canciones, a veces resultan en reflexiones hondas como en “intervalos de 40 días” donde la zozobra de la muerte se fusiona con la contaminación urbana en una melodía de guitarra que choca con un muro de ruido y luego calma, como si fueran Sonic Youth.

En otras canciones ese lirismo es denuncia ciudadana en tono surrealista, como en el garage rock de “manos de caca” y sus juegos de aliteraciones, o el habla coloquial de “fayuca”, ese punk desacelerado, tipo Minutemen o Molotov, más muros de ruido de sintetizadores. “bossy” y “canícula en el cerro” son puro post punk, la primera fusionada con bossa y jazz, la segunda con electrónica de chirridos y beats; ambas canciones tienen letras alucinantes, que condensan el sentimiento de opresión y la urgencia de libertad.

En “bossy” la poesía en spoken word se vuelve rabia y paranoia, sólo atemperada por la voz y el sax de Jonás Derbez de Diles que no me maten; mientras que en “canícula en el cerro” hay un retrato dadá de la automatización urbana (“canícula en el cerro, ahógame en nopales / y si no respiro que me lleve un trueno. / Rostros muy borrosos, destellos de abril / Personas incompletas con persianas como ojos”), el sonido experimental se aproxima al glam de Roxy Music o al loco new wave de DEVO, más una sólida base de ruido blanco y bajo.

En la parte final está “buenova”, una pieza de psycho electrónica y drum and bass con su comentario: “estos weyes con su klaus rock, crack rock / o komo le digan estos carnales / Pongánse al chile a jalar / la música de hoy se hace con máquinas / ¿qué no le saben? / se me hace que no”; y la pieza con la que cierran el álbum, “el charco” casi dream pop que de repente se vuelve psychobilly con oleadas de ruido a lo Glenn Branca, y el epílogo devastador: “Te mintieron, te mintieron con que todo iba a ser eterno / Y te quedaste en el charco”. La interpretación vocal es impecable y alucinante, con gritos, chillidos, o simplemente hablando en versos de gran intuición métrica y sintáctica, creando imágenes poéticas sutiles y asombrosas por su ironía. Todo muy en la estética punk del DIY.

Vidrio, Titanic, 20 de octubre.

I la Católica y Mabe Fratti son Titanic en este proyecto refrescante y emotivo; ambos artistas reúnen en Vidrio una colección de temas de inusual belleza y detalles sutiles que respiran libertad creativa. Desde “Anónima”, con esas capas de voces, acompañadas por pianos, una batería marcando un ritmo militar, ecos y murmullos, y al final un desgarrado riff de chelo frente a una batería audaz, dan como resultado una introducción elocuente.

“Círculo Perfecto” es casi “The Anchor Song” de Björk, con una historia de amor compleja (“Hay un círculo perfecto dibujado entre los dos / si no estás, si no me ves, a mí me duele sonreír”) cantada en falsete, y unos arreglos de viento perfectos. “Cielo Falso” con ese timing de la batería, los despegues rítmicos acompañados de viento, chelo y un coro insistente (“si supiera cómo puedo regresar”), crean una pieza de art pop claramente perdurable. Mientras que “Hotel Elizabeth” es jazz de la más alta calidad, el arreglo de sax sobre todo, y la batería, se antoja que dure otros cinco minutos.

“En Paralelo” parece como si empezara “Changes” de Bowie, pero una voz casi robótica dice un poema onírico cada vez más paranoico y claustrofóbico, igual que los arreglos de cuerdas y piano, de repente el ritmo se detiene y da lugar a una melodía alegre como salida. “Te evité” tiene una guitarra acústica que marca el suspenso y un ritmo de folk rock ácido, donde los juegos de palabras y sonidos crean atmósferas intensas y llenas de color.

“Palacio” tiene esa característica atmosférica, pero más delicada, con ruidos de guitarra eléctrica, piano, sax, chelos, en un sonido cercano a la dulce Virginia Astley en el Hope in a Darkened Heart. El intenso comienzo de “Balanza” prevé un cierre igual, la batería que golpea frontalmente, igual que el coro principal (“Siento una avalancha que cae sobre mí”), para al final caer y volver a elevarse con furia en estampida de chirridos por parte del saxofón, sobre una base rítmica y melódica de disfrute total.

Vidrio de Titanic es un álbum que vale la pena escuchar muchas veces, porque las capas de sonido esconden arreglos sutiles y ejecuciones apasionadas de todos los elementos instrumentales que integran las composiciones, que se disfrutan con más atención, o simplemente porque Vidrio resulta ser una excitante obra de arte de nuestro tiempo.

Obrigaggi, Diles que no me maten, 24 de octubre.

Las actuaciones en vivo de Diles que no me maten son siempre un suceso, llenos de una energía muy intensa crean espacios sonoros ricos de melodía y de ruido, en atmósferas de acid jazz y psicodelia.

Obrigaggi captura esos ambientes, esa energía sinérgica de sus shows, más la delicada producción de Mateo Sánchez Galán. “6:15” es una introducción pausada, marcando el tempo y la idea del álbum, esa quietud que se condensa en ruido.

“El Circo” tiene ecos y arreglos de guitarra en una melodía melancólica con letras que retratan el vaivén de la cotidianidad urbana (“El circo se va y yo me voy con él”, “tú y todo lo que imaginé / se quedan en el río a ver el amanecer”), con un sonido dulce, tintineante, atmosférico, más cercano a los elementos del alt rock tipo R.E.M. o Wilco. “Obrigaggi” crea igualmente su ambiente mediante la repetición, y cuando Jonas empieza a hablar-recitar, la batería hace que toda la fuerza contenida en su lírica se aglutine en una composición cargada de cierto erotismo y misticismo (“Caer, caer en el sueño / Fácil como alumbrar un cerillo / Oír música también cayendo del cielo / Dios, color, lucero / Flor, amor, lamento / Timbre, fuego, sombra, fuego, fe”) y un acompasado final con arreglos de viento.

“Cuando el sueño se rompió” avanza poco a poco a algo como la locura, en los márgenes del delirio chamánico, con disonancias heredadas de la Velvet Underground y ritmos post punk. El lado B del álbum empieza en “(Radio Sonora Edit)” donde vuelven a la calma en una balada folk sobre la ciudad al amanecer con sus anhelos y tragedias, acompañada del saxofón ondulante y guitarras acústicas. “1/2 Día” es un blues entre el darkwave y el trip hop, casi emparentándose con el King Krule más jazzy, bañados en ecos de órgano y solos de guitarra.

Esta búsqueda de crear extensos espacios sonoros llenos de matices oscuros y progresiones de psicodelia se ve culminada en el cierre del trabajo. “Pajaritos y Derrumbes”, la penúltima canción es un deleite por sus vibrantes ecos, sus ruidos oscilantes y melodías que sostienen atmósferas condensadas de armonía y ruido, alrededor del tema del amor y sus derrumbes. Mientras que la última pista, “La forma del esqueleto”, es una pieza instrumental que parece evocar noches enteras, la soledad de los desiertos, con flautas fantasmales, animales nocturnos frente al fuego, chasquidos y resquebrajamiento, siglos de viento y cielos estrellados, caminos desolados en la madrugada, reflexiones sobre muerte y supervivencia, el exilio y la vuelta a casa, etcétera.

Obrigaggi es un trabajo redondo, de resplandores sónicos maleables y delicados, capaces de tocar al alma más dura con ambientes exuberantes y su evocativa poesía lírica. Diles que no me maten logra crear una obra musical en expansión, que parece desbordar los límites de su propio sonido, con gran sutileza y complejidad artística.

Estos tres proyectos independientes creados y publicados recientemente parecen continuar con una tradición del DIY punk, con una fuerte aproximación al jazz y al noise, sin abandonar la melodía pop.

La novísima música alternativa creada en México respira tanta libertad como nunca antes, con propuestas arriesgadas, complejas y de gran calidad. Estos trabajos aquí presentados pueden tomarse como ejemplo de los nuevos sonidos que están ocurriendo ahora, y que junto a muchos otros proyectos, que por falta de tiempo y espacio no presentamos aquí (por ejemplo: Amor Muere, Mind Field, Club PVC, Grito Exclamación, Demencia Infantil, Belafonte Sensacional, Sonic Emerson, Torso Corso, Valgur, ven y mira, Tajak, Sunset Images, Sei Still, luz luz luz!, Grave / Mal, Perritos Genéricos, Hermanas, Lorelle meets the Obsolete, Coqueta, Estrella del Sol, Myuné, El Shirota, Howless, Mengers, San Pedro el Cortez, O Tortuga, etc.), son solo una muestra del gran potencial que se ha estado gestando en la CDMX y que están capturando la atención de un grupo cada vez mayor de gente dentro y fuera del país, y que sin duda, será muy interesante ver su desarrollo con el paso del tiempo. por @punk_freud Miguel Díaz

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