Julián Mitre
Tenía unos doce o trece años. Era un sábado por la madrugada y había terminado de ver la infaltable sexicomedia sin censura que trasmitía Azteca 13 los fines de semana y que era la causa de mis desvelos. Comencé a hacer zapping con el control remoto de la televisión, aunque sin servicio de cable y a esas horas, sabía que poco más que infomerciales y barras de colores podría ver, pero algunas veces la antena en la azotea de mi casa recibía la señal de Canal 22 y por fortuna esa noche lo hizo.
Me topé de pronto con una escena impresionante: El suelo de madera de un ático comienza a temblar, algunos clavos se sueltan y un líquido espeso y burbujeante sale de entre las tablas y después brotan un par de cosas largas, delgadas y viscosas, parecen las antenas de un bicho. El líquido se espesa aún más y va tomando la forma de esqueleto humano cubierto por delgados trozos de carne. La parte donde debería estar la cabeza tiene apenas un par de apéndices que se retuercen, mientras a unos centímetros de ellos una masa sanguinolenta adquiere la forma de un cerebro y se conecta al torso. La transformación continúa, el esqueleto se va cubriendo de músculos, desarrolla pulmones, manos y dedos hasta que finalmente el crecimiento se detiene y la escena termina con un grito agónico de aquella criatura.
Ese fue mi primer encuentro con Hellraiser, cinta de 1987 escrita y dirigida por Clive Baker y basada en su propia novela titulada The Hellbound Heart.
La cinta nos presenta a Frank Cotton, un hombre obsesionado con el placer carnal, quien ha adquirido un extraño cubo con piezas móviles, las cuales tras colocarse en la posición correcta abren las puertas del infierno dejando entrar a nuestro mundo a un grupo de seres conocidos como los cenobitas, quienes tras destrozar el cuerpo de Frank se llevan su alma al infierno. Tiempos después Larry, el hermano de Frank, y su esposa Julia se mudan a la casa donde Frank murió. Larry se hiere una mano y su sangre trae de vuelta Frank, quien aprovechándose de la atracción sexual que Julia siente por él, la lleva a cometer una serie de asesinatos con el fin de recuperar su cuerpo por completo.
La película explora la relación entre el dolor y el placer por ello está llena de referencias al mundo del BDSM y alegorías sexuales ( como monstruos con forma de pene, demonios con heridas que parecen vaginas).
Baker se estrenaba con esta obra como cineasta y su inexperiencia se nota sobre todo en el guion, que a ratos es un poco confuso, pero en el apartado visual es sobresaliente y su influencia en el cine de horror y la cultura pop es innegable.